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Siempre he sido devoto de nuestra historia familiar y por ello trato de elaborar las biografías de quienes nos antecedieron, así como la de nuestros mayores, que aún viven. Lo hago con notas de orgullo cuando en ellas encuentro logros relevantes en lo científico, económico, político, bellas artes, etc.
Sentí el más vivo amor cuando tocó el turno a mi padre.
Empecé mis notas tratando de encontrar un “algo”, si no extraordinario, por lo menos diferente, en quien ha pasado la mayor parte de su vida laborando como un modesto empleado, siempre estirando un salario, para mantener a su familia.
Se lo comenté a mi inteligente madre, quien, lanzándome una profunda mirada, me dijo:
—Sin demeritar la personalidad de todos nuestros familiares, que cada quien habrá tenido o tiene lo suyo, pienso que en el caso de tu padre puedes elaborar la más fiel y maravillosa de las biografías que de una persona se puede hacer.
Pensé que mi enamorada madre me invitaba a describir con mil detalles nuestra vida familiar alrededor de mi padre, algo que me parecía bello, pero naturalmente ordinario… mas no fue exactamente así, cuando me dijo:
—Todos hemos sido hechos por amor y para amar, por lo que lograrlo más y mejor, es lo más radical, importante y lo más definitivo en la vida de una persona. Significa que la historia de la calidad de nuestros amores, de su verdad y su bondad, es la más fiel biografía que de una persona se puede hacer.
Una persona puede tener grandes o modestos logros, más lo verdaderamente importante es que todo lo haya hecho por amor y fidelidad a los demás.
Y tu padre ha sido un ser fiel y amoroso, arriba del promedio, te lo aseguro.
Obras son amores.
El comentario era luminoso y me abría una perspectiva diferente, por la que me entrevisté no solo con sus seres queridos, sino además con personas que ordinariamente lo han tratado más allá del solo círculo familiar. Así logré una abundante colección de testimonios acerca de su espíritu solidario, que incluyen significativamente detalles “pequeños” hechos por amor. Detalles de atención, de comprensión, caridad, servicio, compañerismo…
Sobre su carácter.
De temperamento arrebatado, cambió a la delicadeza en el trato que le exigía su corazón: de quitar la palabra, ahora escucha sereno y atento, de exabruptos y duros juicios, ahora, si no es para hablar bien de alguien, simplemente no habla… de aquel defecto o limitación, ahora poco a poco va logrando una virtud.
Su humildad.
Ha pedido perdón por los errores cometidos, y es evidente la paz de su conciencia. También admite haber tirado a la basura una colección de agravios recibidos, para buscar el encuentro con familiares, amigos o simples conocidos de quienes se había marginado.
Su fe.
Mi padre no olvida a sus seres queridos que han partido, los ama igual que cuando estaban vivos, lo manifiesta rezando por ellos y manteniendo vivo su recuerdo. Vive con la certeza de que el acto más pequeño e insignificante, hecho por amor de Dios, tiene valor de eternidad.
Su espíritu de sacrificio.
Mi padre se da compartiendo en la medida de sus posibilidades con propios y extraños, muchas veces privándose en lo personal de algún gusto, o hasta la abnegación y el sacrifico. Siempre con la sonrisa o el amable gesto de sus expresiones aun con pesados e inoportunos.
El estado de sus amores.
El test definitivo de su vida cuando Dios lo llame, estoy seguro que será el buen estado de su relación: como hijo, como hermano, esposo, padre, amigo, compañero de trabajo, vecino… y con tantas personas que han pasado por su vida.
Mi padre, ciertamente ha sido el destacado hombre de negocios, el brillante político o agudo científico… pero es más que todo eso, porque la persona, más que sus logros humanos, es sobre todo, amor y apertura al bien de los demás.
Logré la mejor y más fiel de las biografías.
Por Orfa Astorga de Lira.
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