Algunos podrían sorprenderse, quizá incluso escandalizarse, al encontrar una cruz invertida en una iglesia. El cine y los programas de televisión han presentado la Cruz de San Pedro - una cruz latina invertida - como símbolo de Satanás o el Anticristo. Por ello, se popularizó —erróneamente— como un símbolo del mal. Pero nada más lejos de la realidad.
La Cruz de San Pedro - también conocida como la Cruz Petrina - ha sido usada tradicionalmente como un símbolo cristiano, asociado al martirio del apóstol Pedro. La tradición cristiana afirma que Pedro fue crucificado en Roma. Los primero Padres de la Iglesia afirmaban de forma unánime que Pedro de hecho murió en Roma, crucificado, durante la persecución de Nerón en el 64 d.C. Las primeras referencias sobre esta ejecución se encuentran en una carta de Clemente de Roma a los Corintios, fechada alrededor del año 90. La carta dice lo siguiente:
Incluso cuando declara que Pedro fue ejecutado, Clemente no dice dónde o cómo. La tradición que afirma que Pedro fue ejecutado empieza con el Evangelio de Juan. En el capítulo 21, leemos que Jesús le dice a Pedro:
Es probable que este texto haya sido escrito después de la muerte de Pedro, pues inmediatamente después el autor añade "De esta manera, indicaba con qué muerte Pedro debía glorificar a Dios”, en lo que parece ser una clara referencia al martirio.
En su Historia Eclesiástica mucho más tardía, Eusebio afirma que todos los apóstoles fueron martirizados, excepto Juan. Solo en algunos textos apócrifos - llamados, el Martirio de Pedro - encontramos la historia que corrobora que, cuando fue sentenciado a muerte, Pedro exigió que su cruz estuviera boca abajo, argumentando que era indigno de ser crucificado como Jesús. Siguiendo el ejemplo del apóstol, los cristianos han usado esta cruz como símbolo de humildad. El Papado también ha usado la Cruz Petrina como su símbolo, siendo el Papa el sucesor de Pedro como obispo de Roma, y el primer Patriarca de Antioquía. No es de admirarse entonces que las cruces invertidas sean comúnmente encontradas en algunas iglesias, en su mayoría católicas.
No tenemos más que fragmentos del Martirio de Pedro. Estos se encuentran como parte de un compendio apócrifo, Los Hechos de Pedro, aunque el martirio pudo haber sido añadido más tarde al texto. En cualquier caso, ambos textos fueron escritos durante el segundo siglo. De hecho, muchos libros apócrifos atribuidos a Pedro datan de más o menos la misma época - llamados, Los Hechos de Pedro, el Evangelio de Pedro, la Predicación de Pedro, el Apocalipsis de Pedro, e incluso el Juicio de Pedro. Pero aunque se pueda concluir razonablemente que Pedro fue de hecho crucificado en Roma, su crucifixión al revés está débilmente atestiguada en solo esa única fuente antigua (el Martyrdom), probablemente mucho menos confiable que Clemente, Eusebio, Tertuliano y otros padres primitivos.