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El Brujo se apoya en la vida misteriosa de san Juan de la Cruz para divulgar la mística

RAFAEL ALVAREZ
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Vidal Arranz - publicado el 02/09/21
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Rafael Álvarez presentó ‘La luz oscura de la fe’ en el Festival de Almagro y ahora la mueve por España

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El actor y monologuista teatral Rafael Álvarez ‘El Brujo’ vuelve a San Juan de la Cruz. Lo hace a su popular y peculiar manera, por descontado, pero con un propósito noble: dar a conocer el mundo de la mística al gran público.

Con ‘La luz oscura de la fe’, espectáculo que presentó en el Festival de Almagro y que ahora mueve por otros escenarios de España, ha intentado quitarle distancia y rigidez, sin privarla de rigor en lo esencial.

¿Y qué es eso esencial, a juicio de El Brujo? Pues que la mística “trata sobre los grandes temas y las grandes preguntas; sobre la vida y la muerte, el amor y la trascendencia… los asuntos que interesan a la persona”.

“Esto es lo que dignifica y ennoblece la vida”, afirmaba el actor en Almagro. “Por lo tanto, si lo presentamos con un lenguaje accesible al público, con humor, de una forma cercana y divertida, estos temas acabarán interesándole a la gente”.

¿Y la fe? La fe es, para El Brujo, una “convicción profunda’ poderosa que ilumina la realidad, un “amor cósmico”. Obviamente, para San Juan de la Cruz había una realidad divina detrás, pero el actor español cree que hay una dimensión humana que es posible reivindicar sin necesidad de ser creyente.

También interpreta Álvarez en términos terrenales la célebre expresión de la noche oscura del alma. “La noche oscura surge cuando todo está muy mal y la situación es insosteniblemente dramática y tu reconoces en eso un acicate para ir más allá”.

Ese impulso de supervivencia que anida en las situaciones desesperadas puede encontrarse también, a juicio de El Brujo, en otras obras como El Lazarillo de Tormes, que representó en versión teatral por primera vez en 1992 y que todavía mantiene en cartel.

RAFAEL ALVAREZ

El Brujo llegó a la mística a través de su pasión por el Siglo de Oro, periodo del que ha terminado convirtiéndose en un experto. “Todo en el Siglo de Oro está permeado por una visión trascendente de la vida. Y es muy importante tenerla en cuenta para comprender los textos de esa época”.

Así, El Brujo encuentra sus huellas “en todo el teatro de este periodo: los autos sacramentales, Calderón, Lope de Vega con su romanticismo furioso, las comedias, Quevedo, Góngora…. El siglo de Oro español es imposible de entender sin la mística”.

‘La luz oscura de la fe’ es un monólogo -con acompañamiento musical en directo a cargo de Javier Alejano, como suele ser habitual en su trayectoria- que se basa en la primera biografía de San Juan de la Cruz, escrita 40 años después de que muriera. Una biografía que está “impregnada del aroma de la vida misteriosa del Santo y los acontecimientos de la reforma del Carmelo”.

En la trama se hace mención del traslado del cuerpo insepulto de San Juan de la Cruz desde Úbeda, donde falleció, hasta Segovia y se hacen referencia a episodios paranormales, como sus levitaciones. E incluye también el recitado de grandes poemas como ‘La noche oscura’, un fragmento de su célebre ‘Cántico espiritual’, y ‘Llama de amor viva’.

“La mística se percibe como algo muy alejado del público actual, pero es sólo porque no se le ha presentado en un lenguaje que pueda entender”, explica El Brujo, quien asegura que cuando se logra acceder a ella “es realmente magnética”.

Y frente a quienes opinan que se trata de un universo lejano, que retrata un tiempo que ya no es el nuestro, El Brujo asegura que su mensaje es “eterno”. “Pertenece a todas las épocas porque presenta a personajes enfrentados a dilemas universales”.

El acercamiento de El Brujo a la mística se hace desde su peculiar estilo, que forma parte de la tradición del teatro popular. “Ese mundo del arte callejero, del juglar, de la narración oral, la comedia del arte y demás es mi técnica y mi linaje. Pero, a partir de ahí, cada uno la desarrolla hasta donde puede”.

Unos recursos próximos a lo que luego la televisión popularizó con el nombre de monólogos de humor. “He cogido de ese estilo muchas formas de dirigirme al público, sobre todo el lenguaje, porque conecta con la expresividad actual contemporánea, del lenguaje de la calle de hoy en día”.

Y para muestra, un botón: “No se lo pierdan señores: ¡Un fraile Carmelita! Pasen y vean amigos: ¡es un fraile que levita! Vengan todos a gozar”. Esta es una de las proclamas que El Brujo dirige a su público y con la que los anima a entrar en la función.

Y, sin embargo, la ambición es elevada. En el dossier de presentación de la obra, Rafael Álvarez invoca al psicoanalista Carl J. Jung y su convicción de que el lenguaje simbólico forma parte de la naturaleza psíquica de los seres humanos.

“Desde los más primitivos ancestros nos expresamos por medio de símbolos, entendemos los símbolos -aunque a veces sea sólo de manera inconsciente- y lo que es más importante, creamos símbolos en nuestra mente, como algo natural, así como nuestro organismo genera sustancias que nos ayudan a vivir y a digerir la vida. Esa es la función real de la poesía y de los sueños: no sólo expresar sino ‘crear’ también la vida”.

En este contexto sitúa la figura de San Juan de la Cruz como “la combinación armoniosa de una cultura exquisita, refinada sensibilidad y el espíritu libre de un ‘pastor’ que se abre paso en el mundo como un rayo de luz entre tinieblas”.

“Los que hacemos teatro y tenemos que vivir del teatro debemos dirigirnos al centro del espectador que es un niño, un lugar donde el Pastor y el imponente erudito, el ama de casa y el taxista pueden ser uno y lo mismo. En una palabra: buscamos el consenso metafísico”, proclama el Brujo no sin humor.

Este mundo de espiritualidades trascendentes ya había aparecido antes en la trayectoria teatral de Rafael Álvarez, con la presencia del propio San Juan y Santa Teresa de Jesús. Pero tampoco ha estado ausente de su trabajo la reflexión sobre la divinidad.

‘Los dioses y Dios’, obra basada en una reflexión libre a partir de ‘Anfitrión’ de Plauto, muestra un acercamiento al problema desde la religiosidad pagana grecolatina de múltiples dioses, que podía apreciarse también en sus obras sobre Ulises, por ejemplo.

“Los dioses y Dios es un recorrido sorprendente, emocionante y cómico por la mitología o mitologías a las que se aferra el ser humano cuando se asoma al abismo de lo desconocido”, explica la directora de producción Herminia Pascual.

“Dilucidar el misterio de la vida es el anhelo incesante de toda sabiduría. De momento no hay ciencia que pueda iluminar el origen desconocido, o el destino final, de la existencia. Por eso existe el arte, la metáfora, el cuento, el teatro, el relato”, añade. “Al fin y al cabo, nosotros, los hombres, llevamos toda la eternidad intentando averiguar y explorar una misma cosa: un sentido a nuestra existencia y un ¿qué hay después?”.

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