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La estrecha amistad de gigantes espirituales: Wojtyła y Wyszyński

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Małgorzata Bilska - publicado el 04/09/21
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Cuando estaba en Roma, al cardenal Wojtyła le sorprendió que los cardenales italianos no esquiaran a pesar de tener unas pistas tan magníficas en sus montañas. Y bromeó: “En Polonia, el 40 por ciento de los cardenales son esquiadores”. Cuando alguien le comentó sobriamente que solo había dos cardenales polacos, él respondió: “El cardenal Wyszyński cuenta como un 60 por ciento”.

En 2020, la Iglesia en Polonia se disponía a celebrar el centenario del nacimiento de san Juan Pablo II y la beatificación del primado Stefan Wyszyński. Debido a la pandemia, las celebraciones de aniversario fueron mucho más moderadas y la beatificación se pospuso. Como resultado, tenemos más tiempo para reflexionar.

Es difícil no percatarse de que la figura del Primado polaco puede emplearse fácilmente para propósitos muy alejados de los religiosos y espirituales. Como señaló la doctora Ewa K. Czaczkowska en su nuevo libro Prymas Wyszyński. Wiara. Nadzieja. Miłość (“Primado Wyszyński. Fe. Esperanza. Amor”.), la grandeza del cardenal Wyszyński no se debía solo a que era un patriota preocupado por el futuro de la nación polaca; fue también un desinteresado siervo de Dios, un cristiano y un sacerdote que reunió mucho poder y autoridad que, para él, implicaban servicio genuino.

Sin Wyszyński no habría habido “Papa de un país lejano” y quizás ni siquiera habría habido Papa santo. Poder y autoridad tienen la misma relación con la santidad que la riqueza en la parábola del camello y el ojo de aguja.

Ewa Czaczkowska es una historiadora, autora de la biografía del primado Wyszyński y de muchos artículos sobre él. El nuevo libro parece estar hecho a medida para la beatificación. Se compone de 11 capítulos, una entrevista y un calendario de acontecimientos. La autora se centró en las características del primado que, a su entender, lo hacen destacar del resto.

Fue un hombre modesto, humilde y devoto. Perdonaba a los demás por las injusticias, por las que él mismo sufría bastante y no solamente a manos de los comunistas. Los respetaba y rezaba por personas en particular dentro del régimen comunista; respetaba a las personas como personas que eran.

Los capítulos 5 y 6 de la biografía se titulan “No le intimidarían” y “No nos ofendemos; hablamos”. Resulta inspirador el capítulo sobre cuánto valoraba el primado Wyszyński la opinión de las mujeres, su razonamiento, su educación, su percepción del mundo, su fe, su devoción y su diligencia. El cardenal no sucumbió en lo más mínimo a los prejuicios y los chismorreos…

Se adentró en territorio inexplorado, con una influencia en la doctrina del Papa polaco sobre la igualdad de mujeres y hombres, sobre la contribución de los talentos de las mujeres a la vida pública. Esto fue gracias a su perspectiva y cercanía con respecto a los laicos.

El capítulo de la biografía de Wyszyński dedicado al trabajo demuestra que si uno quiere contrarrestar eficientemente una ideología (como una totalitaria), tiene que hacer un esfuerzo por reconocer el problema social que supone la piedra angular de dicha ideología. Uno debe conocer los argumentos que usan sus oponentes, entender su forma de pensar y ser capaz de diagnosticar el problema entre manos.

El cardenal primado no temía el diálogo con el régimen comunista en Polonia, porque estaba muy bien preparado para afrontarlo. Estaba familiarizado con la literatura marxista y la doctrina social de la Iglesia. Escribió una disertación doctoral sobre el asunto y empezó una tesis posdoctoral antes de la Segunda Guerra Mundial.

Era pastor de obreros y sindicatos. El sujeto de la explotación por los capitalistas no era una abstracción para él. Podría ser un ejemplo para esos críticos de ideología que infravaloran a sus oponentes en vez de refutar sus argumentos.

La autora evita en la obra las trampas de las hagiografías sensibleras. El lector tiene la impresión de que la escritora descubre de nuevo al primado Wyszyński. Esto se ejemplifica muy bien en la entrevista con el padre Zdzisław Kijas OFMConv, el relator del proceso de beatificación del primado Wyszyński.

El relator, como dice el padre Kijas, “es el director del trabajo, algo así como un supervisor de una tesis en la universidad. Su deber es dirigir el trabajo de los implicados en la creación de la positio, es decir, el documento que ha de probar las virtudes heroicas del siervo de Dios”.

Czaczkowska realizó al franciscano la siguiente pregunta: “A menudo miramos la vida del primado Wyszyński a través del prisma de las funciones que asumió: primado, estadista e inter-rex que derrotó al comunismo. ¿Cómo afectaron esas funciones y roles a la evaluación de su lugar en el proceso de beatificación?”. Y la respuesta fue: “Todos desempeñamos roles sociales. El primado tenía una personalidad tan fuerte que desempeñó sus importantes roles de una forma única. El proceso aspira a descubrir en la vida del primado lo que estaba oculto bajo la túnica de un estadista o un líder eclesiástico. Deseamos desvelar su humanidad […], todo lo que normalmente se pasa por encima en relación a las personas importantes”, explica el padre Kijas.

Como el papa Juan Pablo II, Wyszyński fue, primero y ante todo, un ser humano, y únicamente después un líder de la Iglesia. La primera encíclica del Papa polaco, Redemptor Hominis, contiene una frase que es un indicador pastoral: “Este hombre es el camino de la Iglesia”. Este hombre que es pecador, pobre, caído, inmoral, examinador, rebelde, decepcionado y roto. Rara vez se nos ocurre que esto también significa que “el obispo es el camino de la Iglesia”. Quizás esto se deba a que la función nos pone un velo sobre el ser humano. ¿Es posible construir relaciones saludables en comunidad basándonos únicamente en las funciones de cada uno?

Según el padre Kijas, el primado podría ser un “patrón de obispos”, un “patrón de quienes sirven a los necesitados” y un “patrón de quienes sienten que no tienen salida de su situación”. ¿Qué sorprendió del cardenal Wyszyński a Ewa Czaczkowska? Estas sorpresas podrían ser el mayor tesoro del libro.
Un dúo de santos
El capítulo más fascinante del libro se titula “Fue una amistad (espiritual)”. El título en sí suena interesante porque, aunque se ha dicho mucho de la maternidad espiritual y algo menos sobre la paternidad y la hermandad (masculina y femenina) espirituales, muy poco se ha escrito sobre la amistad espiritual. Excepto si hablamos de la amistad de personas que fueron declaradas santas después de su muerte. ¿Cuál fue la inusual y duradera relación entre los dos cardenales?

Les separaban 19 años, toda una generación. Wojtyła era un artista, poeta y filósofo. Wyszyński estaba fascinado por la doctrina social católica, tenía una sensibilidad y expresividad distintas. Ambos “perdieron a sus madres a la edad de nueve años” y se aferraron a la Beata Virgen María con todo su corazón durante el resto de su vida. Según señala Czaczkowska: “A ambos les gustaba pasar su tiempo libre en compañía de personas laicas, pero incluso aquí sale a la luz una diferencia de personalidad: el primado era un ‘padre’ para ellos, mientras que Wojtyła era un ‘tito’”.

Se apoyaron, protegieron y complementaron mutuamente. Sabían cómo cuidar del bien común y renunciar a sus ambiciones. Tuvieron que cooperar ya que, a partir de 1969, el arzobispo metropolitano de Cracovia era vicepresidente de la Conferencia episcopal polaca. Sin embargo, “estaban en el mismo barco” en el espíritu de responsabilidad por el futuro de la Iglesia, no solamente la de Polonia. Eran leales el uno con el otro, mostraban solidaridad y confianza.

Czaczkowska ofrece ejemplos de situaciones en las que el cardenal Wojtyła se apartó intencionadamente a la sombra para que la comunidad internacional no pensara que él era el representante de la Iglesia en Polonia en lugar del primado Wyszyński. Una de estas situaciones sucedió cuando el régimen polaco evitó que el primado partiera hacia Roma para un sínodo de obispos. El futuro Papa evitó conscientemente siquiera una apariencia de rivalidad, y aun así pudo hacerse muy popular en Polonia. Después de su elección, Wojtyła destacaba a menudo que el primado ofreció la dirección de su pontificado, cosa que fue mucho más allá de hacer campaña a su favor durante el cónclave.

Todos conocemos las palabras “Abre la puerta a Cristo”, aunque pocos saben que, en 1956, el primado Wyszyński dijo en el santuario Jasna Góra de Nuestra Señora: “Abre la puerta a la razón del hombre […]. Abre la puerta a la voluntad humana […]. Abre la puerta al corazón humano […]”. De hecho, ambos pensaban igual en muchos aspectos, aunque uno era considerado un cardenal conciliador y el otro un tradicionalista y un primado del pueblo. La contribución del primado Wyszyński a la doctrina del papa Juan Pablo II invita a una mayor investigación.

El santo Papa reverenciaba al (que será anunciado pronto como) beato Primado, como puede verse en una anécdota sobre esquiadores. Cuando estaba en Roma, al cardinal Wojtyła le sorprendió que los cardenales italianos no esquiaran a pesar de tener unas pistas tan magníficas en sus montañas. Y bromeó: “En Polonia, el 40 por ciento de los cardenales son esquiadores”. Cuando alguien le comentó sobriamente que solo había dos cardenales polacos, él respondió: “El cardenal Wyszyński cuenta como un 60 por ciento”.

Ambos preferían ser el último antes que el primero. Los roles que desempeñaron los llevaron a ser los primeros, aunque no tuvo un impacto adverso sobre su conducta. No se sentían primeros ante Dios. ¿Quizás esto pueda enseñarnos por qué incluso un camello puede pasar por el ojo de una aguja?

Ewa K. Czaczkowska, Prymas Wyszyński. Wiara. Nadzieja. Miłość, Wydawnictwo ZNAK 2020.
Este texto fue publicado en la edición polaca de Aleteia: https://pl.aleteia.org/2020/07/20/duchowa-przyjazn-gigantow-wojtyla-i-wyszynski-lojalnie-sie-wpierali-ochraniali-i-uzupelniali/

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