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Año 1938. Nadie podía imaginar que al acto de clausura del Congreso Eucarístico Internacional que se celebraba en Budapest le iba a seguir un largo paréntesis causado por la Segunda Guerra Mundial (1939-1945). El conflicto bélico hizo imposible que en ese tiempo se organizara un acto multitudinario en ningún país. Serían tiempos de hambre, carestía, muerte.
Por fin, en 1952, la Iglesia decidió que había llegado el momento de volver a celebrar una reunión mundial en torno a la Eucaristía. Barcelona tomaba las riendas de un nuevo encuentro, esta vez convocado por el papa Pío XII, quien había sido elegido seis meses antes de que estallara la Guerra Mundial.
El lema se justificaba por sí mismo: “La Eucaristía y la paz”, que era la palabra más clamada por la Humanidad. En el himno "De rodillas", que se compuso especialmente para esos días, se escuchaba: "Tiradas a tus plantas las armas de la guerra..."
El Congreso se celebró del 27 de mayo al 1 de junio de 1952 y asistieron 300.000 congresistas procedentes de 77 países. Era el primer acto en el que la España posterior a la guerra civil (1936-1939) y gobernada por Franco, recibía a tantos extranjeros.
A continuación hay una galería fotográfica con imágenes que son un auténtico documento histórico de aquel Congreso Eucarístico:
Si bien las cifras no son lo más importante en la vida de la Iglesia, en este caso pueden ayudar a hacerse una idea de la movilización que supuso. Hubo 12 cardenales; 302 obispos, arzobispos y abades; y 15.000 sacerdotes, religiosos y seminaristas. Tuvo lugar también, en el estadio de Montjuïc, la ordenación sacerdotal más numerosa de la Historia: 820 presbíteros.
El Congreso fue promovido por el obispo de Barcelona, Gregorio Modrego, quien enseguida quiso que el encuentro fuera sensible a la situación social que atravesaba España.
Desde los años veinte, Barcelona había recibido un gran número de inmigrantes procedentes en su mayoría del sur de España, sobre todo de Andalucía y Murcia. Muchos de ellos vivían en condiciones de pobreza y de insalubridad. Ante eso, se vio que había una necesidad imperiosa de dotar de viviendas a muchas familias que estaban en chabolas. Así nacieron las viviendas del Congreso, un barrio que sigue hoy en pie.
Este barrio se creó en el distrito de Sant Andreu y fue proyectado por Josep Soteras (director de la Oficina de Urbanismo del ayuntamiento de Barcelona), Carles Marquès y Antoni Pineda. Se levantó por iniciativa de la Iglesia y se sufragó con los 100 millones de pesetas de superávit del Congreso Eucarístico. Se hicieron 3.000 viviendas, 300 locales comerciales, una iglesia (la parroquia de San Pío X, que se construyó a posteriori), servicios y equipamientos escolares para niños y niñas (La Salle Congrés y un colegio de Teresianas), deportivos y culturales. Era un modo gráfico de llevar a cabo la Doctrina Social de la Iglesia en una ciudad que había sufrido el anarquismo y la violencia anticlerical a finales del XIX y comienzos de siglo XX, y que había vuelto a ver iglesias y conventos quemados en la guerra civil. En España, habían muerto más de 4.000 sacerdotes y más de 2.500 religiosos entre el 36 y el 39.
El Congreso Eucarístico se tomó como manifestación pública de fe y de petición de paz para los cinco continentes, en plena posguerra mundial.
En este sentido, el mensaje radiofónico que envió el papa Pío XII era muy claro:
Pío XII trazó unas líneas sobre cómo se entiende la paz vivida por un auténtico cristiano:
La ciudad vivió una renovación urbanística en poco tiempo. Se ajardinó la actual plaza Francesc Macià con un proyecto de Rubió i Tudurí. Quedaron iniciadas las hoy avenidas Josep Tarradellas y riera de Cassoles. Se creó una fuente en la confluencia de la Gran Via de les Corts Catalanes y el Paseo de Gracia…Todas eran obras que quedaban ya en la ciudad. En cuanto a las Viviendas del Congreso, la primera entrega se hizo en 1954 y la última (con pisos de una calidad algo superior) se hizo en 1967-1968.
Entre las actuaciones provisionales del Congreso Eucarístico estaba una cruz levantada en la plaza Cataluña, con un pilar que medía 35 metros. Hubo también un Monumento a los Caídos, esculpido por Josep Clarà, que en el siglo XXI ha desaparecido por sus connotaciones políticas. No hay que olvidar que Franco asistió al Congreso Eucarístico y para ello llegó al puerto de Barcelona -desde Valencia- a bordo del crucero Miguel de Cervantes (el buque insignia de la segunda Flota del Mediterráneo de la Armada española por aquel entonces), junto con su esposa, Carmen Polo.
Los actos de aquellos días se vivieron por toda la ciudad. Hubo encuentros culturales y conferencias en la Universidad de Barcelona. Pasaron por allí primeras espadas de la Teología y del mundo católico: el padre Garrigou-Lagrange, el escritor converso Paul Claudel, el liturgista Pius Parsch, el cardenal Agustín Bea… Hubo un certamen de poesía eucarística en el Palau de la Música Catalana y nueve exposiciones, entre ellas la de Arte Eucarístico en el Museo de Historia de Barcelona. Se representaron autos sacramentales del Siglo de Oro…
La apoteosis llegó con el acto de clausura, con una misa celebrada por el cardenal Tedeschini, enviado del Papa, y en la que Franco encabezaba las autoridades civiles. Tuvo lugar en la recién bautizada plaza Pío XII y se calcula que hubo 1.500.000 personas. Las chabolas que ocupaban los huertos de la Diagonal se habían derribado para entonces y el Patronato Municipal de la Vivienda había construido unos bloques en Montjuïc con el nombre de Can Clos.
Pío XII, en su mensaje de clausura, pidió amparo a la "Moreneta", la Virgen de Maontserrat, patrona del Congreso Eucarístico. Y antes recordó a tres grandes santos barceloneses vinculados a la devoción a la Eucaristía: