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Fahrad Bitani es afgano y ha escrito un libro en italiano que busca editor español. Salió hace 8 meses y actualmente es el más vendido en Amazon Italia. Se titula “L'ultimo lenzuolo bianco” (“La última sábana blanca) y es una confesión cargada de dolor de su pasado como guerrillero y de un presente en que ha decidido seguir la lucha con la pluma.
En 2011 fue herido gravemente por los talibanes en el campo de batalla, y volvió a la Italia a la que había huido con su familia en 2004 para salvar la vida e iniciar su carrera militar.
Allí, mientras se recuperaba, recibió una fatwa contra su vida. Pese a todo, sigue dando conferencias y presentando su libro sin otra seguridad que la de sus certezas, que no son pocas, especialmente en relación a su añorado país y a lo que allí está sucediendo. Por eso le hemos pedido que nos ayude a entender la situación desde su punto de vista privilegiado.
¿Qué contacto tienes actualmente con tu país de origen?
“Pese a que no puedo pisarlo porque sobre mí pesa una fatwa, una condena a muerte de los talibanes, mantengo un contacto diario con tantos amigos que dejé allí. Estoy bastante informado de lo que allí ha sucedido desde que me marché para no volver. Actualmente están en una situación de mucho sufrimiento.”
Tras los atentados de las torres gemelas el ejército más poderoso del mundo, el de los Estados Unidos de América, entró en Afganistán. ¿Qué le pareció aquella primera invasión?
“Me pareció mal. Ya se veía que aquello no era una misión de paz. Además de buscar al último responsable del atentado del 11-S, Osama Bin Laden, para vengarse, como hicieron, lo que querían era controlar un país que geoestratégicamente era interesante para ellos. Era una buena posición para controlar los movimientos de países como Irán, Rusia o China.”
¿A qué se han dedicado entonces, mientras estuvieron ahí?
“Nunca han estado interesados en la paz. La paz requiere de educación para incidir culturalmente, y eso nunca les ha interesado. No han trabajado la mentalidad afgana. Simplemente han enriquecido a sus amigos convirtiéndolos en autoridades del nuevo país y han armado a un ejército corrupto sin llenarlos de nobles ideales, que no tenían, claro. Nunca se preocuparon de conocer bien el terreno, de aconsejarse bien por personas que lo conociesen, y no cambiaron nada.”
Los americanos a través de su poder mediático vendían aquella intervención como una victoria de la democracia. ¿Era posible construir una democracia en Afganistán?
“Un afgano medio no puede ni siquiera entender el significado de la palabra democracia. En Occidente ha llevado 200 años su maduración y creación, a través de cambios culturales lentos. Además, la religión islámica tiene una cierta dificultad con la democracia. En primer lugar, porque para nosotros la religión y la política no están separadas. En segundo lugar, porque nosotros no tenemos un Papa Francisco, no hay una única autoridad, sino que cada líder religioso puede usar la religión para sus fines. En eso tenemos un largo camino por hacer que la ocupación de mi país no ha tenido en cuenta.”
¿Qué le ha parecido la retirada de las tropas de Estados Unidos de Afganistán promovida por Biden?
“El Presidente Biden ha traicionado al pueblo afgano -especialmente a las mujeres-, a la democracia y al pueblo americano, porque son muchos los soldados estadounidenses que han muerto en mi país supuestamente para nada. Ha quedado claro que Estados Unidos ya no es el primer poder del mundo. Ha conseguido que en mi país quede mancillada la democracia, porque ha usado su nombre en vano. Decir democracia en mi país es como decir ISIS o terroristas. Ha quedado claro que la democracia es una mentira y que lo único que sigue contando es el poder y el dinero.”
¿Te esperabas que la reconquista de Afganistán fuese algo tan rápido?
“Cuando me preguntaron, antes de que sucediera, cuánto iban a tardar los talibanes en volver al poder yo me equivoqué. Dije que en un mes volverían a mandar los talibanes y fue una semana. Tenía claro que iba a ser algo rápido, porque las ciudades pequeñas habían permanecido en poder de los talibanes. 35 millones de personas seguían viviendo bajo su poder. A los Estados Unidos sólo les interesaban las grandes ciudades. Además, la distribución de la riqueza promovida por los americanos era grotesca. Había un 3% de amigos que se habían enriquecido y el 97 % de pobres, que veían la mentira de sus mandatarios ricos. Apenas los americanos empezaron a retirarse, los poderosos se fueron con sus riquezas a países como Turquía, Dubai, Qatar o Irán. Los soldados, viendo que sus jefes abandonaban el país, no han luchado. Claro está.”
¿Quiénes son los aliados de los talibanes?
“Ellos no tienen recursos propios. Los medios hablan del negocio del opio, pero quien ha comerciado con el 75% del opio es el hermano del presidente Karzai, que lo ha estado llevando a Reino Unido y a otros destinos occidentales, enriqueciéndose bajo la mirada de los americanos. Los talibanes tienen socios ricos como Qatar, China o Arabia Saudí. Y, evidentemente, tanto China como Irán o Rusia, están muy contentos de que Estados Unidos haya dejado esa posición geoestratégica.”
¿Qué van a intentar los talibanes de ahora en adelante?
“Van a intentar demostrar su poder a los musulmanes y al mundo. Han vencido a la democracia y el emir Haibatullah Akhundzada va a proponerse a su entorno como el heredero del profeta. La diferencia con el ISIS, su enemigo, es que a ellos solo les interesa Afganistán y no tienen ningún interés en sembrar el mundo de terroristas. Si Afganistán produce terroristas será por Al-Qaeda, aliado natural de los talibanes.”
Y ya para terminar, ¿qué le ha parecido la decisión de los Ministros del interior de la Unión Europea de no acoger a más afganos y de intentar ayudar a los países vecinos de Afganistán para combatir la crisis humanitaria y así la crisis migratoria?
“Yo creo que Europa no puede acoger a todos los afganos que vengan. Sin embargo, a mí me parece que los esfuerzos del primer mundo deberían ponerse en usar las influencias que tiene en países como Pakistán, Qatar o Arabia Saudí, para sentar a los talibanes en una mesa de negociación y obligarles a que se deje espacio en el país a la modernización, a que haya trabajo para las personas, y educación, especialmente la de las mujeres, que son las que se encuentran en una situación más dramática allí, porque van a perder los derechos que han tenido estos últimos años. Si esos países, de los que los talibanes dependen económicamente, les imponen esas medidas, es probable que las respeten. Hay que contar con los talibanes porque son los que gobiernan efectivamente Afganistán”.