La iglesia de la Asunción en Santiago de Chile fue una de las iglesias vandalizadas y quemadas durante las protestas del 18 de octubre de 2020 en la capital del país.
Según el Informe de Libertad Religiosa publicado por la fundación Aid to the Church in Need (ACN) en abril de 2021, alrededor de 60 iglesias y templos cristianos han sido objeto de actos de vandalismo en Chile desde octubre de 2019.
De la iglesia de la Asunción solo subsiste el cascarón del edificio que espera la reconstrucción del interior; pero esta demorará años, ya que el inmueble es patrimonio nacional.
Mientras tanto, la comunidad parroquial agradece las donaciones de la fundación internacional ACN que han hecho posible habilitar una sala para que los fieles pudieran seguir reuniéndose para las celebraciones.
En estos momentos ACN está trabajando además en un proyecto de rehabilitación de diferentes oficinas parroquiales para atender a los fieles, salas para catequesis, así como un lugar para los velatorios.
Las imágenes de la torre cayendo en medio de las llamas impactaron, no solo a los vecinos y creyentes, sino a todo el país. Jóvenes estudiantes del Departamento Universitario Obrero y Campesino (DUOC), un centro profesional que imparte carreras técnicas como construcción, electricidad, restauración patrimonial y prevención de riesgos, se conmovieron y contactaron con el párroco para ofrecer su ayuda.
Alumnos, académicos y auxiliares lanzaron el proyecto Sursum Corde (Arriba el Corazón) con el objetivo de catastrar los daños, limpiar y rescatar piezas de esculturas y pinturas para su posterior restauración.
Los participantes en el proyecto recuerdan que entrar al templo después de su destrucción fue difícil y doloroso porque las emociones estaban a flor de piel, pero como, a pesar de todo, se pusieron de inmediato en la tarea de recuperar los espacios.
En medio de las faenas, rescataron maderos calcinados, páginas del Evangelio y retazos de los cuadros que decoraban las paredes de la iglesia con el propósito de repararlos. En ese momento surgió también la idea de hacer algo simbólico, algo que hiciera que la violencia destructora sucumbiera a la acción del amor.
Es así como pidieron a un orfebre que hiciera unas cruces pectorales con los trozos de la madera quemada de la iglesia de la Asunción.
Una de ellas le fue entregada a Monseñor Alberto Lorenzelli, salesiano y obispo auxiliar de Santiago, quien posteriormente le hizo llegar el obsequio al Papa Francisco en Roma, pocas horas antes de que ingresara en el hospital para una cirugía a principios de julio.
En conversación con ACN, Mons. Lorenzelli explicaba que el Papa Francisco se emocionó ya que esta cruz “tiene un significado profundo, de una iglesia que fue quemada en un momento particular, de una herida profunda que vivió la Iglesia frente a estos hechos, pero también del pueblo de Chile”.
Monseñor Lorenzelli recordó durante la entrevista hechos similares que sacudieron al santuario nacional María Auxiliadora en Santiago en junio de 2016, cuando él era el rector de este.
En medio de las protestas, jóvenes manifestantes entraron al templo y sacaron una imagen de Cristo que destrozaron en medio de la calle. Fue “un gesto que impactó en Chile y en el mundo” explica el obispo, que resalta además los mensajes de solidaridad que recibió de muchas personas e incluso de las comunidades judías y musulmanas, impactadas por los hechos.
“Lo que duele más, al igual que ahora, es que son jóvenes. Tenemos una juventud que pierde valores y se olvida de su historia. Tienen entre 16 y 20 años y se rebelan contra todas las instituciones. Contra cualquier forma de autoridad. Son un movimiento incontrolable que no tiene un líder, una cabeza con la cual dialogar”, se apena Mons. Lorenzelli.
Por eso mismo, resalta la importancia de la colaboración de los jóvenes en la reconstrucción de la iglesia y del gesto simbólico de la cruz de madera, que muestra que, si bien hay algunos jóvenes que destruyen, hay muchos otros jóvenes que se ponen en servicio de sus hermanos para llevar una palabra de amor y perdón.