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La desconocida poesía religiosa del cómico Moncho Borrajo

MONCHO BORRAJO
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Vidal Arranz - publicado el 16/09/21
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“He renunciado a entender a Dios; quiero vivirlo”, asegura el célebre intérprete gallego, que suma más de 50 años de exitosa carrera en los escenarios

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Más allá de la celebridad alcanzada por su trabajo cómico, y por su vocación de eterno ‘pepito grillo’ del poder, Moncho Borrajo es también pintor y muñidor de versos. Y en su labor lírica ha cultivado una veta de poesía religiosa, desconocida hasta ahora, que revela la importancia que la fe, y las muchas dudas que en su caso la acompañan, tienen en su vida personal.

“Mucha gente se sorprendería si leyera mis poesías religiosas”, admite el cómico Moncho Borrajo, que ha tenido la gentileza de permitir a Aleteia reproducir algunos de sus versos.

“Ser cristiano no tiene buen marketing, pero yo voy siempre a contracorriente”, bromea, no sin reconocer sus temores: “me han encasillado mucho ya y no querría que me metieran en otra casilla más”.

Su poesía religiosa está recogida en el libro “A golpe de patadas en el alma”, un trabajo nunca publicado en el que expresa, sobre todo, su intensa y dolorosa búsqueda de Dios.

Se trata de un anhelo raramente satisfecho, pero que no se apaga, a pesar de los aparentes fracasos con los que se salda. Borrajo admira a Dios “en las olas de los mares, en cada rama de los árboles”, pero no logra encontrarlo a ciencia cierta en ninguna parte y, sin embargo, no deja de intentarlo.

Una busca que se refleja en versos como estos: “Tormento de pasiones encontradas / con truenos de dolor incontenido /son los silencios que yo encuentro, cuando te llamo en el vacío”.

“Luchar por encontrar la fe es una de las luchas más eternas del ser humano”, asegura Borrajo. “Sin inquietudes no tiene sentido la vida. Y esas inquietudes pueden ser sociales, personales, morales o religiosas”.

“Dios está más allá de nuestra capacidad racional de comprensión. Yo he renunciado a entenderlo para admitirlo, quererlo y vivirlo; y hacer aquello que pienso que debo hacer”, asegura el humorista en conversación con Aleteia.

Y es que Borrajo está convencido de que no existe infierno en el más allá porque el verdadero infierno está aquí, dentro de cada uno, en el juicio moral que reciben nuestros actos.

“No creo que haya un juicio final; todos tenemos un juicio diario cada vez que nos miramos en el espejo. Eres tú mismo tu propio infierno”, opina. “Y mi objetivo persona es actuar de modo que pueda dormir tranquilo y en paz con mi conciencia”.

Un anhelo de Dios, más emocional que racional, que se sugiere en estos otros versos: “Si dentro siento este dolor inmenso / sin poderlo situar interiormente / qué sería el tenerte a ti presente / abrazado por tu amor incandescente”.

“Si intento ver a Dios en los demás es porque creo que también está conmigo”, añade.

Borrajo no ha ocultado nunca en las entrevistas su dimensión religiosa. “No agacho la cabeza más que para rezar” es una frase suya muy repetida en la que resume, al mismo tiempo, dos rasgos de su personalidad: su carácter insobornable, que le ha granjeado tantos problemas, y su dimensión creyente.

Pero el humorista está lejos de ser un hombre religioso convencional, y actualmente se sitúa en una vivencia muy heterodoxa y personal de la fe en la que fue educado.

Aunque en su adolescencia fuera persona “de comunión diaria, y miembro de la Legión de María”, hoy mantiene una relación conflictiva con la Iglesia Católica que le lleva a definirse como “cristiano, no católico”, sin que ello implique pertenecer a ninguna confesión protestante.

Un alejamiento de la Iglesia que está relacionado con el descubrimiento de su homosexualidad, una condición que aceptó, no sin tormento, y que le generó una crisis de fe.

“Cuando decido ser fiel a mi homosexualidad y veo que la religión católica me condena, se me hace difícil seguir definiéndome como católico”, explica Borrajo.

“He llorado mucho por ser homosexual y se lo he reprochado a Dios. Le decía: ¿por qué me has hecho esto?”.

MONCHO BORRAJO

“No se me puede llamar enfermo mental, y menos hacerlo un religioso católico”, explica el actor. “Y en el caso de que fuera cierto que soy un enfermo, lo suyo sería tratarme con caridad”.

Borrajo, que mantuvo una relación afectiva durante más de veinte años, finalmente rota, es, sin embargo, un homosexual que no comparte los modos del actual activismo gay.

“Una de las cosas que habíamos conseguido los homosexuales de mi generación -gente como Antonio Gala, Terenci Moix y tantos otros- era que se nos respetase por nuestro comportamiento. Y eso lo están rompiendo ahora con las excentricidades del Orgullo Gay. Si usted quiere montar un circo, hágalo en el teatro. En la calle manifiéstese vestido como una persona normal”.

“Me interesa el ser humano de cintura para arriba”, apostilla.

Aunque hoy muchos lo identifican como un cómico de derechas, lo cierto es que Moncho Borrajo simpatizó en el comunismo en su juventud. “De joven decían que era católico y comunista. Era lógico entonces pensar que el cristianismo era una forma de socialismo. Era la época de los curas obreros, y en las barriadas”.

Aún hoy se sigue considerando una persona con inquietud social que no ha dudado en apoyar económicamente el trabajo que realiza en Valencia un sacerdote amigo suyo que atiende a niños con problemas en una Casa de Acogida. “Es una labor fabulosa y ha logrado aflojarme la cartera”.

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