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Ocurrió el 6 de enero de 1865. La lava, tras una erupción bajaba hacia la aldea de Vena. Todo estaba perdido. Nada iba a poder salvarse. El sacerdote del lugar se subió a un peñasco y desde allí, con la estatua de la Virgen pidió una oración confiada a la Madre.
Un viento furioso apareció entonces como si quisiera golpear a la Virgen. De repente... ¡Todo se calmó! Sucedió el milagro, algo, una mano "omnipotente" frenaba la lengua de lava, la gran fuerza de la naturaleza.
Esto es lo que se lee en las actas históricas del Santuario de santa María de la Veta (Madonna della Vena), que se encuentra justamente en Vena, Piedimonte Etneo una localidad italiana en Sicilia.
El santuario es muy antiguo, tanto como la ciudad, ya que nació por otro milagro acontecido gracias a Nuestra Madre la Virgen María.
Ocurrió en el 597, cuando unos monjes basilianos (de san Basilio), escapando de las persecuciones decidieron esconderse en las alturas del Etna, llevándose consigo un cuadro de la Virgen, pintado sobre una tabla de cedro.
Cuenta una leyenda que la mula que cargaba el cuadro, a cierto punto se detuvo y comenzó a cavar el suelo con sus cascos, y en ese punto apareció una “veta” de agua.
Los monjes consideraron este acontecimiento como un signo divino y decidieron detenerse en el lugar indicado por la mula.
Allí mismo, con el consentimiento del Papa Gregorio Magno, fundaron el monasterio gregoriano de Vena.
La devoción a la Virgen se hizo tan popular, que muchos decidieron quedarse cerca de Nuestra Madre y así en poco tiempo surge el colorido pueblo de la Vena.
Fuente: santuariodellavena.it, siciliafelix.it