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Padre Alberto, párroco de La Palma: “El volcán nos obliga a desalojar la ermita”

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Violeta Tejera - publicado el 22/09/21
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El desesperado desalojo de la Iglesia: "Traslado todo lo que puedo para que puedan reconocer a sus santos y rezar ante ellos. Es lo que nos queda”

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Está desalentado y con el corazón encogido. Así es como se siente el Padre Alberto Hernández. Es párroco de cuatro iglesias en la isla de la Palma, una de ellas, la ermita de San Pío X, está en plena trayectoria de la colada de lava del volcán Cumbre Vieja que ha entrado en Erupción. Don Alberto, como le llaman sus fieles afirma que “las personas de fe tienen una ayuda inestimable en este tiempo”.

Los seísmos constantes en la zona y las advertencias de los sismólogos se cumplen. Tras días de movimientos el volcán Cumbre Vieja comienza la erupción. La estrategia de evacuación está preparada y miles de vecinos tienen que abandonar su casa para salvar sus vidas. También el Padre Alberto. Tras la primera noche de erupción y ante el avance de las coladas que arrasan todo lo que encuentran a su paso, las fuerzas de seguridad le permiten volver a la ermita para intentar salvar lo que pueda. Está en la zona de Todoque donde decenas de casas ya han caído. La lengua de fuego está a menos de un kilómetro de la ermita de San Pío X.

Avanzan las horas y el ayuntamiento le presta varios camiones para sacar todo lo que pueda del templo. Dos operarios le ayudan a salvar de las cenizas lo importante. Él mismo coordina el traslado. Sacan vírgenes, crucifijos, cálices, bancos, casullas y por supuesto el sagrario. Justo cuando sacan ese sagrario de esa ermita el padre Alberto rompe a llorar. No puede remediarlo y pide a los operarios que le dejen solo en el interior de la ermita. Antes de salir y con todo vacío, eleva una última oración y sale de nuevo entre lágrimas. Afirma que “sólo queda rezar a la providencia para que la Iglesia no se queme”.

Todo lo que ha podido salvar lo lleva a otra parroquia, la de San Isidro, fuera del perímetro de peligro. “a un lugar digno” como dice. De esta forma, como nos cuenta el Padre Alberto, los fieles que pasan por este momento de dolor y angustia “pueden acercarse y reconocer sus imágenes y los santos de su devoción. Pueden orar ante ellos” . Es una forma de no borrar todos los recuerdos que la lava a sepultado a su paso por los hogares de miles de ellos.

Con las evacuaciones el único contacto ahora es telefónico. El párroco llama a sus fieles para intentar darles consuelo, para acompañarles, para que noten la cercanía y sientan que se preocupan por ellos en medio de la incertidumbre. De esas conversaciones el Padre Alberto saca una conclusión “ la gente tiene clara su escala de valores. Conservar la vida”.

Don Alberto, oriundo de la isla de La Palma es muy querido en esa zona donde ejerce de sacerdote desde el año 2009. Bajo su cuidado cuatro iglesias: Las Manchas, Todoque, La Laguna y Puerto Naos. Ante la amenaza del volcán lo ha tenido claro, ha montado un pequeño altar en la casa parroquial desde donde ha continuado celebrando misas con la lava y el humo de fondo. “Bastante trauma tienen los vecinos para ver su casa, la Iglesia, también arrasada” dice el párroco. “Sólo nos queda rezar”.

A pesar de la incertidumbre, el desconsuelo y el dolor ,la gente de fe debe confiar “tiene una ayuda inestimable en este tiempo”

Mensaje de esperanza es que lanza también el padre Domingo Guerra, es párroco de otra Iglesia en El Paso, esta vez ha tenido más suerte. Su Iglesia no corre peligro, al menos de momento. Ha pasado los mismos nervios y angustia que sus vecinos observando cómo el volcán continúa lanzando lava y tragando lo que encuentra en su camino. Está al servicio de los fieles, dice que “ahora es el momento de acompañarles”. Pero no sólo a sus feligreses, a los que ofrece las dependencias de la iglesia, sino a las decenas de periodistas que estos días, allí desplazados, cubren la noticia. El padre Domingo colabora como puede. Ha cedido la explanada de su parroquia a cámaras, fotógrafos e informadores porque desde ella tienen una vista privilegiada de los efectos del volcán.

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