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“Me siento muy feliz y contento de tener estos retoños que poco a poco irán madurando como trigo verde. La intención es sembrar en ellos la fe, formar hombres y mujeres de bien. En nuestros niños siempre quedará la marca de la Infancia Misionera, por eso pido al Espíritu Santo les guíe y acompañe siempre. Y que nunca les falte la intercesión de la Virgen María, discípula misionera por excelencia de nuestra Iglesia”.
Así le habló Juan Francisco Becerra a un grupo de niños y a sus padres en Cúpira, en el extremo este del estado Miranda, en Venezuela, el domingo 3 de octubre. Los chicos recibieron sus Rosarios misioneros y estolas verdes como símbolo de pertenencia a la Infancia Misionera de Venezuela. Fue un momento de alegría y esperanza para la Iglesia.
La campaña misionera, es una jornada mundial de la Iglesia católica celebrada durante todo el mes de octubre dedicado a las misiones. Cuenta con un día especial dedicado a la recolecta de donaciones para el apoyo de las misiones en todo el mundo que se celebra, cada año, el tercer domingo del mes, llamado Día Mundial de las Misiones o Domund.
Juan Becerra cumple su trabajo de párroco desde hace más de dos años en la Inmaculada Concepción, una parroquia adscrita a la Diócesis de Guarenas. Llegó como misionero desde Trujillo, la tierra del beato José Gregorio Hernández, a quien admira. Animó a los progenitores de los niños a perseverar junto con ellos, inculcarles el amor por su apostolado y ayudarles a madurar en la fe que como bautizados han recibido.
“Conformar la nueva simiente de la iglesia en esta zona necesitada de Dios y de bienes materiales, es parte del trabajo que también me corresponde hacer para el futuro”, explicó para Aleteia. “De igual manera, ánimo y motivo a su asesora y demás voluntarios a trabajar unidos y a fortalecer sus vidas en esta hermosa misión que Cristo y su Iglesia les ha encomendado”, dijo refiriéndose al equipo de la infancia misionera.
“¡Felicitaciones niños! Lleven esa semilla que nuestro amigo Jesús está sembrando en sus corazones, a todos los rincones de Cúpira. Luego Dios dirá donde más los quiere para servir”, dijo Juan Francisco en la misa de envío.
El grupo recibió la responsabilidad con la alegría de quien encuentra el primer amor en su vida. En este caso, el amor de su encuentro con Cristo, contenido en el mensaje del Evangelio: “Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación”.
Rosimer Rojas, encargada de la Infancia Misionera junto a Luz Mariana Marroquín y Eduardo Enmanuel Guaraleao, destacó que fue un momento de alegría para la comunidad presenciar la colocación de estolas y la entrega de los rosarios a los niños.
“Las estolas verdes significan las semillas que crecerán para convertirse en trigo maduro. Por su parte, los Rosarios Misioneros están conformados por colores que representan a los continentes empezando por Asia (Amarillo) seguido por Oceanía (Azul), Europa (Blanco), América (Rojo) y África (Verde)”, indicó Rosimer.
Informó que una de las primeras actividades fue rezar el Rosario Misionero el viernes 7 de octubre. “Además, visitarán algunas localidades de la parroquia respetando las normativas de bioseguridad para garantizar su bienestar durante la misión. El propósito es seguir orando por las misiones en el mundo y motivar a la comunidad a rezar el Rosario en familia”, expresó la catequista y misionera.
Los niños, además de las funciones propias dentro de la Infancia Misionera, formarán parte de la Campaña Misionera Domund 2021. Se trata de la jornada mundial que realiza la Iglesia durante todo el mes de las misiones.
El DOMUND está marcado por el lema del papa Francisco para el domingo 24 de octubre: “No podemos dejar de hablar de lo que hemos visto y oído” (Hechos de los Apóstoles 4,20). Sus actos misioneros cobran especial sentido en el contexto de la crisis sanitaria que se vive actualmente en Venezuela y el mundo, por la pandemia del Covid-19.
La Obra Pontificia de la Infancia Misionera celebró este 2021, su aniversario 178 de la fundación. “Fue el 19 de mayo de 1843 cuando monseñor Charles de Forbin-Janson, obispo de Nancy, fundó la Obra de la Santa Infancia y la confió a la protección del Niño Jesús”, indica el portal Mes misionero extraordinario.
Resaltan que, en 1922, la Obra de la Santa Infancia fue proclamada Pontificia por el Papa Pío XI, junto a las otras dos obras, la de la Propagación de la fe y la de San Pedro Apóstol, siendo asumida directamente bajo la responsabilidad del Romano Pontífice.
En Venezuela se constituyó el 10 de abril de 1964, cuando fue nombrado oficialmente como director nacional Fray Celerino Anciano. “Desde ese momento se comenzó a trabajar como Infancia Misionera bajo los estatutos de Roma y de nuestra Amada Iglesia”, dicen desde Obras Misionales Pontificias. Son 57 años al servicio de los más pequeños de la Iglesia y amados de Jesús.
La Obra Pontificia de la Infancia Misionera se extiende por más de 150 países y sostiene, a través del secretariado internacional y los donativos recibidos de todo el mundo, a miles de proyectos de solidaridad que ayudan a los niños de los cinco continentes. Unos 20 millones de niños reciben ayuda de la Obra en el mundo.