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El 21 de octubre de 1911, Carlos y Zita se casaron en el castillo de Schwarzau, Austria. Es esta fecha del 21 de octubre -y no, como dicta la tradición, la fecha de su muerte- la que san Juan Pablo II conservó como memoria litúrgica del beato Carlos de Austria en 2004. Una manera de subrayar el magnífico ejemplo de la santificación de los cónyuges en matrimonio.
En los emperadores de Austria, el deseo de santidad se desprende de su compromiso.
El día antes de su boda, el beato Carlos de Habsburgo le dijo a Zita:
Para lograrlo los esposos invocaron la ayuda de la Virgen María. Signo muy concreto de su devoción mariana, el emperador había grabado dentro de sus alianzas, junto a su nombre, las primeras palabras de la oración más antigua dirigida a María:
"Sub tuum praesidium confugimus, sancta Dei genitrix"
Una invocación que data del siglo III, para obtener la intercesión de la Madre de Dios en tiempos difíciles.
No cabe duda de que la Virgen guió así a esta santa pareja en su unión, dolorosamente marcada por la guerra y el exilio.