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San Juan Pablo II tuvo un camino muy interesante hacia el sacerdocio diocesano. No solo comenzó sus estudios en secreto durante la ocupación nazi de Polonia, sino que también se sintió llamado a seguir un camino diferente como fraile carmelita.
Antes de comenzar sus estudios para el sacerdocio, Juan Pablo II conoció los escritos de san Juan de la Cruz por su amigo y mentor Jan Tyranowski.
Esto abrió un mundo completamente nuevo para Juan Pablo II, quien aprendió español para leer los escritos de san Juan de la Cruz en el idioma original.
Juan Pablo II se sumergió en los escritos del santo carmelita, escribiendo artículos teológicos que examinaban la obra de san Juan de la Cruz.
Todo esto culminó en 1945 cuando un buen amigo suyo, fr. Leonard Kowalowka, fue nombrado maestro de novicios en un monasterio carmelita local.
Se sintió llamado y pidió permiso
En ese momento, Juan Pablo II estaba llegando al final de sus estudios para convertirse en sacerdote diocesano, y para hacer el traslado necesitaba la aprobación de su obispo.
Sintiéndose llamado a la vida carmelita, Juan Pablo II envió una carta al cardenal Sapieha pidiendo su permiso.
Sin embargo, las esperanzas de Juan Pablo II se desvanecieron cuando Sapieha le dijo que "terminara lo que empezó". Sapieha declinó la solicitud de Juan Pablo II.
Juan Pablo II sería ordenado sacerdote diocesano en 1946, para luego convertirse en obispo, cardenal y Papa.
¿Qué hubiera pasado si Juan Pablo II se hubiera convertido en fraile carmelita?
Nadie sabe la respuesta a esa pregunta, pero nos recuerda que cuando se cierra una puerta, se abre otra.
Dios tenía otros planes para Juan Pablo II que no eran evidentes en ese momento.
Afortunadamente, perseveró en sus estudios y, aunque pudo haber sentido la decepción del rechazo, más tarde cosechó las recompensas de seguir la voluntad de Dios.