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El sufrimiento genera una sensación de dolor, de impotencia, de frustración, de enojo, de falta de sentido por la vida; hasta el punto de preguntarnos: ¿qué caso tiene vivirla y qué se puede hacer para aliviar lo más posible esta experiencia?
Muchas filosofías de la vida y diversas propuestas religiosas, se han encargado de realizarnos algunas propuestas esperanzadoras, para hacer de nuestra experiencia de vida, algo mucho más agradable y placentero, hasta el punto de que vivamos más bien felices que sufriendo.
En este artículo intentaremos aportarte algunas ideas, para que comiences a encontrarle un mayor sentido al sufrimiento y acabes por finalmente ser más feliz de lo que hasta ahora has podido ser .
¿Cómo superar el sufrimiento? Para iniciar, tenemos que reconocer que somos seres muy limitados y que nacemos con carencias y dependencias muy básicas. Necesitamos de los demás para sobrevivir y crecer. Como bebés, estamos en manos de los seres que nos cuidan, sin ellos de plano no sobrevivimos, estamos a merced de ellos. Esa sensación es la que Alfred Adler indicaba como la base de nuestro sentimiento de inferioridad.
Sin embargo, al ir creciendo, vamos siendo capaces de tener la motivación y las fuerzas necesarias para conseguir lo que necesitamos y así adquirir una cierta autosuficiencia y autonomía.
Afrontar la ansiedad
Una clave fundamental es la capacidad de sobreponernos a las aflicciones, a los miedos, al dolor, a las dificultades, a los obstáculos y a todo cuanto nos impide conseguir lo que deseamos. Es esta actitud de lucha, de esfuerzo y de persistente determinación, por afrontar la ansiedad, que es la que nos genera el temor a sufrir; la que nos va a dar un perfil de personalidad capaz de alcanzar nuestras metas y con ello el gozo y la felicidad.
La sensación de impotencia que tenemos ante el sufrimiento, nos puede acompañar, a lo largo de toda la vida, y convertirse en un silencioso fantasma que no nos deja de atribular.
Pero los grandes logros de la vida se obtienen, precisamente, cuando somos capaces de dejar atrás el sufrimiento y comenzamos a vivir con una actitud positiva y una mayor claridad para obtener lo que queremos.
Por eso, Goethe nos indicaba que una de las más grandes cosas de la vida no es tanto saber en dónde estamos parados, sino tener clara la dirección a la que nos estamos dirigiendo.
Tenemos que tener claro que sí podemos superar el sufrimiento de una manera viable e inteligente, porque lo han logrado muchos hombres a lo largo de la Historia.
Descubrir nuestro potencial
El gran psicólogo norteamericano William James, en uno de sus ensayos ("The Energies of Men") nos hizo ver que la mayoría de las personas sólo vemos la superficie de nuestros propios potenciales para alcanzar a vivir plenamente la vida.
Para superar el sufrimiento, en principio, tenemos que partir de la convicción de que contamos con el potencial para lograrlo, de que sí podemos hacerlo por medio de múltiples acciones y mejores actitudes ante los retos de la vida.
Las dificultades y los problemas siempre estarán allí, pero nuestra seguridad para superarlos debe nutrirse todos los días.
Una poesía anónima nos dice los siguiente:
La certeza de la esperanza
Hemos de tener la certeza de la esperanza, de que podemos dejar atrás el pasado sufriente y prepararnos para los siguientes retos, con la firmeza de que no vamos a cargar con nada que no podamos llevar a nuestras espaldas.
Por ello se dice que la carga hace andar al burro; pero que nadie ha de cargar más allá de lo que puede.
La dicha sí está a nuestro alcance, por más hondo que sea el pozo en el que hemos caído, tenemos que contar con el ánimo valiente de que saldremos de él.
El mismo Dostoyewski nos regala esta maravillosa idea:
El sufrimiento tiene su razón de existir, está presente para indicarnos que nadie puede dar lo que no tiene.
Si eres tortuoso y tóxico, con tu actitud pesimista y negativa, así te mostrarás ante los demás.
Si quieres dar testimonio de vivir con mayor armonía, alegría y paz interior, lo tendrás que conseguir a base de aprender a no quedarte atrapado en tu dolor y sufrimiento, sino a tener la firme convicción y la fe de que saldrás de él, viviendo un amor pleno a ti y a la vida misma.