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El público en general conoció el talento de la japonesa Manami Ito tras su actuación musical en la ceremonia inaugural de los Juegos Paralímpicos de Tokio. Tocaba el violín con una prótesis especial en lugar de un brazo. Además, también estuvo en Tokio como atleta competidora, de hecho en el agua.
Enfermera, violinista, nadadora con un solo brazo
Un accidente de motocicleta a los 20 años. Este hecho trastocó la vida de Manami Ito que ahora tiene 36 años y es, además de todo lo demás, madre de dos niñas de 2 y 5 años.
¿Se puede considerar algo que está en nuestra contra como una oportunidad que estamos encontrando? A pesar de cierta exageración mediática, no es un acto de pura fuerza de voluntad (un optimismo obstinado) lo que transforma mágicamente las objeciones en oportunidades.
Un brazo amputado es una falta visible, una discapacidad obvia. En la historia de Manami, el punto de inflexión ocurre fuera de sus pensamientos, muy poco dispuesta a esperar:
"Pensé que me quedaría en casa el resto de mi vida – admite –. No quería que mis amigos, vecinos o cualquier otra persona vieran mi cuerpo. No quería que supieran lo que me había pasado". Fue la visión de sus padres 'realmente desconsolados' por su condición lo que la hizo cambiar de actitud.
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El espejo realmente útil no es el que refleja nuestro rostro, sino el que nos permite vernos reflejados en los rostros de quienes nos aman o están justo a nuestro lado. Damos cuenta de la desesperación o la alegría en una red viva de relaciones. La fuerza proviene de un consorcio, no de un virtuosismo solitario.
Después del comprensible interludio de escondite y desconfianza, Manami abandona la casa. Es decir, recupera su vida. Completa la escuela de Enfermería en la que estaba matriculada y además decide no renunciar a su pasión por el violín. Y dado que aparentemente tiene reservas de energía de sobra, también comienza a nadar como atleta.
Muy visible, muy útil
Otro paso importante en esta historia se refiere a su prótesis. Al aceptar afrontar la vida cotidiana con una prótesis, Manami Ito dio un salto de conciencia. Siempre había en ella la sutil tentación de ocultar una herida tan visible. ¿Y cómo realiza una enfermera sus funciones sin un brazo?
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Esa prótesis, además de ayudarla en el hospital, también se ha convertido en el instrumento que le permitió volver a tocar el violín. Era una pasión a la que debería haber renunciado, según la mayoría. Ahora la verán tocar e incluso en sus actuaciones musicales se ve claramente el miembro mecánico . Se pueden usar varios trucos en el escenario, pero Manami ya no siente la necesidad. Sin censura de la herida, es sobre todo de ahí de donde sale una auténtica melodía.
La fuerza no esconde la vulnerabilidad
En el caso de Manami Ito, además de esta vitalidad desbordante, otro elemento es relevante. Y aquí vuelvo a la natación. La decisión de dedicarse a este deporte no estuvo motivada solo por querer demostrar habilidades también en el campo atlético.
¿Qué fuerza le atraviesa? No la que ruge y patea, sino la que se zambulle y siente la emoción del agua fría. La misma que provoca fuertes dolores en las yemas de los dedos del violinista. Cuando hacemos algo en serio, estamos expuestos.