La ansiedad y la angustia son perfectamente comunes en situaciones difíciles como una pandemia y sus secuelas. Pero comprender estos sentimientos ayuda a lidiar con ellos.
No se puede negar que la pandemia fue un trauma individual y social. Porque, de repente, se suspendieron todos los planes, se necesitaron protocolos sanitarios y se despertó un estado de alerta constante. Y todo esto genera cuadros de ansiedad.
De hecho, a todo trauma le sigue un período de duelo, una fase en la que el sujeto resuelve una situación difícil de asimilar, antes de poder retomar su vida desde donde la dejó.
El psicoanálisis ha observado que el proceso de superación del duelo pasa por diferentes etapas. Y con la pandemia, los psicólogos y psiquiatras, al observar los efectos del aislamiento social en sus pacientes, identificaron cinco etapas de la ansiedad:
1Negación.
¿Sabes cuando una persona se entera de la muerte de un ser querido y se niega a creerlo? Este es un proceso similar al que vimos en la pandemia, y muchos niegan la gravedad del Covid-19.
La negación no es más que un intento desesperado de evitar el problema, como si eso pudiera hacer que desapareciera.
En este sentido, muchos se aferraron a las noticias falsas y las teorías de la conspiración, ya que podían sentirse bienvenidos, inmunes al peligro, por mucho que no lo fueran.
2Ira.
Esta es la etapa en la que el individuo intenta encontrar un agente externo que se haga responsable de su dolor. Como, por ejemplo, cuando un familiar muere en el hospital y la persona intenta culpar al médico. Es una reacción natural a una pérdida.
Como la pandemia fue causada por un nuevo virus, con particularidades hasta ahora desconocidas, que surgió espontáneamente y se extendió por todo el mundo, no teníamos a nadie a quien culpar por las muertes.
En este contexto, la ira comenzó a trasladarse a otras personas, como gobernantes, vecinos o incluso pueblos enteros.
3Negociar.
Esta es la etapa en la que esperas una cura o una solución milagrosa al trauma, como cuando alguien pide irse en lugar de alguien que ya se fue. O cuando el individuo intenta encontrar un término medio entre lo que fue y lo que fue.
En el caso de la pandemia, esto sucedió cuando la gente intentó decir que todo era normal y que cualquier actitud no haría ningún daño.
4Depresión.
La etapa de depresión ocurre cuando la falta de motivación se hace cargo. Cuando la persona no hace lo que le gusta, comienza a sentirse perdido y a presentar un comportamiento de abandono.
Ahí es cuando el dolor y la soledad están más presentes. En esta etapa, los cambios en el sueño y el apetito son comunes. Aquí, se recomienda que la persona busque apoyo, ya sea de amigos y familiares, un médico, un director espiritual o terapeutas especializados.
5Aceptación.
Es la luz al final del túnel. Cuando el anhelo se vuelve más suave y es posible ver un futuro feliz a pesar del dolor, cuando uno toma el control de las emociones y descubre cómo lidiar con el dolor.
La relación con la pérdida se vuelve más pacífica y el individuo comienza a reorganizar su propia vida. El individuo en la fase de aceptación desarrolla recursos para lidiar con el miedo y lo desconocido. Y así, en la adversidad, una persona encuentra la fuerza para seguir adelante.
Una fuerza que, para el católico, implica “tener confianza en Dios, en toda circunstancia, incluso en la adversidad” (CIC 227).
La fe ayuda a identificar las etapas de la ansiedad. Una oración de santa Teresa de Jesús expresa admirablemente esta actitud:
Nada te turbe, nada te espante;
todo se pasa, Dios no se muda;
la paciencia todo lo alcanza.
Quien a Dios tiene nada le falta.
Sólo Dios basta.