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“Eres lo que comes”. Lla máxima, el sentir común entre los nutricionistas, generalmente se refiere a aspectos más generales de la salud como la disposición, el bienestar y la ausencia de enfermedades. Estudios más recientes, sin embargo, muestran que la comida también interfiere con nuestro estado de ánimo y puede tener una relación determinante en el funcionamiento de nuestro cerebro y nuestra salud mental.
Aliados
Un estudio de la Facultad de Medicina de Penn State, en Estados Unidos, que se publicará este mes en la revista Journal of Affective Disorders, reveló que la ingestión de hongos, como champiñones, champiñones portobello, shitake y shimeji, tienen un efecto preventivo sobre la depresión.
El grupo de expertos analizó los hábitos alimenticios y los datos de salud mental de 24.000 adultos estadounidenses recopilados entre 2005 y 2016. Los resultados muestran que las personas que tenían el hábito de comer este tipo de hongo tenían menos probabilidades de desarrollar el trastorno mental.
La explicación es que los hongos contienen varios compuestos, como vitamina B12, BDNF (factor de crecimiento nervioso), agentes antiinflamatorios y antioxidantes como la ergotioneína, que evitan que las células del cuerpo y las conexiones cerebrales sufran daños a largo plazo, así como un efecto antidepresivo.
Muchos expertos asocian la depresión con la falta de capacidad para formar nuevas sinapsis y ahí es exactamente donde los hongos ayudan, por lo que los nutrólogos recomiendan ingerir el hongo a diario, algo que aún no es muy común en la vida diaria de la mayoría de las personas.
Plato colorido
Otro estudio reciente muestra un efecto similar sobre el consumo de diferentes tipos de frutas, hojas y verduras, más concretamente en lo que respecta a la ansiedad. Como se publicó en la revista Clinical Nutrition, las personas que comían al menos 470 gramos de este tipo de vegetales al día tenían niveles de ansiedad un 10% más bajos que aquellos que comían menos de la mitad de esa cantidad.
El mismo tipo de efecto antioxidante resultante de los hongos se observó a partir de la acción de nutrientes como vitaminas, minerales, carotenoides y flavonoides, sustancia responsable del color vibrante de los vegetales. El mismo que, en un estudio presentado por la Universidad de Harvard en septiembre, se concluyó que actúa para prevenir síntomas de las primeras etapas de la demencia, como el olvido y la confusión mental.
El estudio evaluó la información sobre la salud y la dieta de 77.000 voluntarios de mediana edad durante 20 años. De acuerdo con un análisis estadístico de personas de 70 años, el consumo de flavonoides, presentes en alimentos como las fresas, la calabaza y las espinacas, se asocia con una disminución del 38% en las posibilidades de deterioro cognitivo. También se sabe que los poderosos antioxidantes como este tienen un efecto antiinflamatorio en el cerebro y eliminan la acumulación de beta-amiloides, un aminoácido asociado con el Alzheimer.
Por eso, nunca dejes de consumir frutas y verduras y de preparar un plato colorido, que es un indicio de una dieta equilibrada, en el almuerzo y la cena. Es bueno para el cuerpo, es bueno para la mente.