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El papa Francisco sabrá por qué no ha querido relevarlo de una de las dos Arquidiócesis que debe manejar. Dos de las más difíciles en Venezuela. Mérida, fronteriza, conservadora, histórico bastión católico, “Ciudad de Los Caballeros” y de gente ultra laboriosa. Y Caracas, la capital venezolana, de suyo, una de las ciudades más problemáticas del continente.
Pregúntale al Papa Francisco
El cardenal Porras es mitad merideño y mitad guayanés. Tal vez por ello su elevada estatura y ese carácter, mezcla de la seriedad del montañés y la jocosidad del oriental. Muy allegado al papa Francisco, vive en vuelo entre Caracas y Mérida, dado el empeño del pontífice en mantenerlo pastoreando ambos pueblos. Bromea cuando le preguntamos –recientemente- por qué debe lidiar con dos jurisdicciones tan demandantes: “Pregúntale al Papa Francisco”.
No obstante, él siempre tiene tiempo. Uno ignora cómo lo consigue pero alterna sus reuniones de curia con las citas que concede a todo el que la pide. No evita a los medios. Promueve actividades y proyectos. Se hace presente donde lo requieren. Conecta a unos con otros para optimizar el trabajo eclesial. Escucha con atención, pide opiniones. Viaja a Roma cada vez que es solicitado. Ofrece conferencias. Celebra misa y, cada domingo, se la puede seguir en varios canales de televisión. Como cronista de la Iglesia en Venezuela, envía puntualmente sus escritos. Y, sorprendentemente, encontró el momento para grabar una canción, acompañado de un cantante-organista, para promover la vida en familia.
"No sé ni cómo lo hice"…
Ha venido muy bien en momentos en que la familia sufre los embates de una sociedad que se ha vuelto relativista. Y muy a tono con la Jornada del Abrazo en Familia que anualmente promueve la Iglesia venezolana.
Lo más curioso es que el cardenal Porras no ha cantado nunca en su vida. De hecho, cuando le comentamos, se echó a reír: “¿Quién sabe? Será el Espíritu Santo… No sé ni cómo lo hice. Pero estuvo bien, ¿no?”. Por supuesto que sí. Fue una grata sorpresa para todos cuando el audio circuló por las redes católicas.
Puedes escucharlo a continuación:
Mons Kike fue el gran “provocador”
Y fue monseñor Kike, obispo auxiliar de Mérida -aquél del enfrentamiento con la guardia de Maduro durante los deslaves- quien estuvo detrás del arriesgado intento.
“Muchas veces - explicó- nos ponemos obstáculos en la vida diciendo que no sabemos o que no podemos. Aquí les envío hoy, con este canto en la voz del cardenal Porras Cardozo, el tema de la Familia y él es muestra de los que no se colocan obstáculos cuando se le presentan retos. Él me hace escribir y yo lo he hecho cantar. Disfruten este regalo musical en la voz de nuestro Arzobispo y el músico Christian Pernía”.
Pernía es también merideño y cantante de profesión, con infinidad de discos grabados y presentaciones ejecutadas. Pero el cardenal Porras no se amilanó, grabó con él y, como decimos en criollo, ¡le sonó la flauta!
El regalo del cardenal para las familias
Una canción cuya letra es de un profundo contenido, casi una oración que muestra el cuadro que viven nuestras familias y expresa el anhelo por una vida según el Plan de Dios.
De hecho, la voz del cardenal denota los problemas de garganta que desde siempre lo han afectado. Más de una vez ha quedado afónico. Él tiene muchas virtudes y cualidades como pastor y como persona, pero no se ha caracterizado por poseer una voz de esas potentes y afinadas que permiten a los clérigos dar el tono a la asamblea eucarística para comenzar los cantos. Pero monseñor Kike, siempre atrevido y resuelto ejerció de “instigador” para lograr un tema pegajoso y popular. Y fue también el "duende" que “filtró” la canción para que nos llegara y la gente pudiera disfrutarla.
Mons Kike –Luis Enrique Rojas Ruíz- nos escribe:
“Estamos en la Semana por la Familia y el próximo Domingo 14 de noviembre se celebrará la trigésima primera edición del Abrazo en Familia en Venezuela. Abracémonos de corazón todos los días y por tal motivo aquí les dejo este video, segundo regalo en la voz del Cardenal Porras Cardozo”.
Ciertamente, un regalo para la familia venezolana, que no llegó envuelto, sino abierto a los corazones; sin lazo, pero con un atractivo poderoso: la sorpresa que trajo el testimonio más hermoso de un pastor que es capaz de todo por la familia.