Para ayudar a Aleteia a continuar su misión, haga una donación. De este modo, el futuro de Aleteia será también el suyo.
Tras la elección de sus autoridades para el trienio que terminará en 2024, la Conferencia Episcopal Argentina concluye su 199 Asamblea Plenaria de Obispos. Cerca de 100 prelados acudieron a la cita, que en 2022 no pudo llevarse a cabo por la situación epidemiológica del país.
Los obispos renovaron la presidencia de monseñor Oscar Ojea, obispo de San Isidro, y eligieron para que complete la comisión ejecutiva a monseñor Marcelo Colombo, arzobispo de Mendoza, quien ocupará nuevamente una vicepresidencia; para la segunda vicepresidencia a monseñor Carlos Azpiroz Costa, arzobispo de Bahía Blanca –ex Maestro General de la Orden de los Dominicos-; y al obispo auxiliar de La Plata monseñor Alberto Germán Bochatey como secretario general. Hicieron lo propio, además, con las comisiones episcopales, consejos, y delegaciones, con las que aúnan el caminar de la Iglesia en el país.
El honor de servir al Pueblo de Dios
Monseñor Ojea se refirió en la homilía de inauguración al honor del servicio episcopal: “En este primer encuentro después de tanto tiempo, alrededor de la mesa del altar, queremos renovar nuestro compromiso de vivir en la verdad, siendo testigos fieles, que tenemos el honor de servir al Señor y a su Pueblo”.
Y al referirse a las palabras de Jesús “tengan cuidado”, expresó, en conceptos que involucran a toda la Iglesia y no solo a los obispos, que “la herida más grande que puede recibir el Pueblo de Dios de nosotros los obispos, sacerdotes y laicos, es la falta de testimonio. La falta de coherencia entre lo que decimos y lo que hacemos. Profesar que adherimos a un estilo de vida sin vivirlo”.
Escucha y perdón para el reencuentro de los argentinos
El obispo de San Isidro, quien recibió del Papa una extensión para continuar en su cargo más allá de los 75 años, se refirió al proceso de perdón que se inicia en la escucha del otro, actitud promovida particularmente en el camino sinodal.
“En este tiempo de tanta fragmentación en el que todos buscamos diferenciarnos y afirmarnos en nuestros derechos, que la Iglesia salga a escuchar, representa un cambio de paradigma, que significa no quedarse atrincherado en los propios discursos, buscando seguridades sólo en aquellos con quienes tenemos afinidad de pensamiento y sensibilidad”, aseguró, e instó al compromiso por el reencuentro de los argentinos: “nos sentimos hondamente comprometidos para llevar adelante este camino de reencuentro entre todos los argentinos”.
La fe, lo mejor que nos pasó en la vida
Los desafíos de la Iglesia, expresados y repasados por los obispos estos días, pero también en cada comunidad, son múltiples. Pero a la luz de la fe, recordó monseñor Ojea, “puro don de Dios”, se abren nuevos caminos. La fe, completó, “es una relación personal con Jesucristo que venimos llevando desde hace tiempo en nuestra vida. Este vínculo nos da fuerza y valentía para enfrentar realidades dolorosas y complejas. Nos ayuda a aceptar el sufrimiento con la conciencia de que el mal no tiene la última palabra entre nosotros. Nos hace saber que Dios actúa en su pueblo y en cada persona. Y finalmente nos hace salir de nosotros mismos y nos lleva a darla y a entregarla, no nos deja inmóviles sino que nos lleva a transmitirla, no para convencer sino para ofrecer un verdadero tesoro que constituye lo mejor que nos pasó en la vida".
Siempre cercanos a su corazón de padre y pastor
Al concluir su encuentro, los obispos escribieron una carta al papa Francisco en la que le agradecieron sus palabras de orientación y aliento “cuando nos invita a caminar juntos en la libertad del Evangelio, la creatividad de la fe y el diálogo que brota de la misericordia de Dios, que nos ha hecho hermanos y que nos llama a ser artesanos de paz y de concordia”.
Los obispos se refirieron a una carta que días atrás les envió el pontífice, en la que además les propuso la lectura de un mensaje suyo dado en Bratislava en septiembre de este año.
Y le renovaron su compromiso como Colegio Episcopal de “estar siempre cercanos a su corazón de padre y pastor de un mundo asediado por la fragmentación y el desánimo, siempre llamado por el Señor a ser la casa común de todos los hermanos”.