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Con su alta torre que, según se dice, estaría inspirada en la famosa botella de licor Suze —en homenaje al generoso mecenas Fernand Moreaux, fundador de la destilería establecida en Maisons-Alfort—, la iglesia de Saint Agnès (o Santa Inés), situada a orillas del río Marne, domina sobre las construcciones a su alrededor.
Esta iglesia, cuya construcción comenzó en 1932 y duró apenas un año, innovadora en su época, es una de las primeras ejecuciones de los Chantiers du cardinal. Se trata de una asociación creada en 1931 por el cardenal Vedier para fomentar la construcción de iglesias católicas en la región de Île-de-France.
Esta rápida ejecución se debe al dinamismo del cura, el padre David, pero también a Fernand Moreaux, que proporcionó el terreno y el 80 % de los fondos. Fue él quien propuso a dos arquitectos que apreciaba particularmente: Marc Brillaud de Laujardière y Raymond Puthomme.
Limitados por un terreno poco favorable, los arquitectos lograron la proeza de construir una iglesia en un lugar especialmente estrecho. Así, aunque el porche de entrada esté descentrado del eje del coro, el conjunto, que juega con la simetría, ofrece una hermosa armonía.
Y para poner en valor esta nueva iglesia, rodeada de numerosos edificios preexistentes, los arquitectos decidieron elevarla. Con su alto campanario, Saint Agnès culmina a los 53 metros de altura y domina con orgullo los inmuebles que la rodean.
Tiene un detalle del todo moderno para la época, su tejado con azotea, raro en las construcciones sacras.
Un sorprendente interior
Una vez dentro de este monumento de hormigón armado, el fiel –previamente recibido por una gran estatua de santa Inés y su fiel ángel sobre el porche de entrada– es envuelto por la luz; ésta penetra a través de las grandes paredes vidriadas obra de Max Ingrand, uno de los artistas vidrieros más célebres de la posguerra.
Optando por un estilo figurativo, el artista representó en las vidrieras la vida de santa Inés, de varios santos y también de episodios de la vida de Jesús.
Debajo de estos frescos de luz, un increíble viacrucis recorre la nave, realizado por Paule Ingrand, esposa de Max Ingrand. El punto culminante de esta decoración es el coro, el cual, al carecer de transepto, ofrece una abertura increíble.
Detrás del altar, es inevitable sentirse atrapado por el gran fresco de Cristo sobre un fondo dorado que viene a rematar, en una bella unidad, el conjunto del programa iconográfico.
Con sus líneas puras propias del estilo art déco, la iglesia no podría rendir mejor homenaje a la santa a la que está consagrada: santa Inés, cuyo nombre griego “agné” significa “pura”.