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Con flores, carteles de bienvenida y alegres canciones recibieron integrantes de la congregación Franciscanas de María Inmaculada a la misionera Gloria Cecilia Narváez, secuestrada por más de cuatro años en Mali, quien este martes llegó a tierra colombiana.
En el aeropuerto de Bogotá también estaban presentes miembros de la Policía Nacional, organismo que trabajó arduamente junto al gobierno para lograr la libertad de la misionera colombiana.
"Dios fue grande conmigo"
“Aunque fue duro y difícil estar en este desierto, Dios fue tan grande conmigo y me dio esta oportunidad de seguir viviendo mi misión”, dijo en declaraciones a la cadena BluRadio. También aseguró que “trazaba cada día el mapa de Colombia con sus departamentos” y le pedía bendiciones a Dios para su patria.
La religiosa permanecerá algunos días en Bogotá. El lunes 22 de noviembre viajará a Pasto, donde la recibirán con una caravana que irá desde el aeropuerto hasta el Santuario de Maridiaz, sede principal de la congregación en el suroccidente colombiano, de donde es oriunda. En la Catedral Sagrado Corazón de Jesús de Pasto se realizará una misa especial presidida por monseñor Juan Carlos Cárdenas. Será el martes de la próxima semana.
Las celebraciones preparadas incluyen una eucaristía de acción de gracias en Bogotá. También reuniones con autoridades civiles y militares. Pero en especial el especial encuentro con sus hermanos y familiares, quienes durante todo el cautiverio mantuvieron la esperanza de volverla a ver con vida, sueño que no pudo cumplir su madre, doña Rosa Argoty de Narváez, fallecida en septiembre de 2020.
La hermana Gloria comentó que no se enfermó en ningún momento y ahora se encuentra muy bien. Explicó que permaneció algunas semanas en Roma principalmente para vacunarse contra el Covid-19, tener nuevamente sus documentos y revisar su salud. Inicialmente estuvo en el Vaticano, donde pudo saludar al papa Francisco, y luego permaneció en una de las casas de su comunidad.
Alma de misionera
En el continente africano la hermana Gloria Cecilia llegó primero a Benín (2002) y luego se ofreció a una misión en Mali, donde trabajó por los niños, jóvenes y mujeres, en medio de un sistema esclavizante. Allí la secuestró un grupo yihadista vinculado a Al-Qaeda, el 7 de febrero de 2017, cerca de la capital del país.
Sobre su trabajo en ese continente, la hermana Carmen Isabel Valencia, superiora de la congregación en Pasto y su amiga, contó recientemente en un evento de Ayuda a la Iglesia que Sufre:
“En esa cultura, cuando una madre muere en el parto, matan al niño por considerarlo culpable. Gloria Cecilia los recibía y los ayudaba a criar, pero sin desvincularlos de la familia. Pasado un tiempo lograba el acercamiento y ese niño era perdonado y recibido por sus familiares”.
A ella, la hermana Gloria le contó en una llamada telefónica que Dios no la abandonó ni un minuto: “Siempre estuvo conmigo y la Virgen María llegaba a mi lado cuando más la necesitaba, tuve momentos críticos, pero ella llegaba”. Relató que la hermana Gloria tuvo consigo todo el tiempo una estampa y una cadena con la imagen de la beata María Caridad Brader, fundadora de su comunidad.
El recuerdo de otros secuestrados
En sus declaraciones a medios de comunicación, la hermana Gloria Cecilia dijo que aunque el desierto “es un lugar muy duro”, Dios le dio fuerzas y pidió bendiciones para que todos los secuestrados puedan volver.
Sobre la obra que hace la Congregación Franciscanas de María Inmaculada, aseguró que están “para hacer el bien y para abrir fronteras no solo en nuestra patria” y recordó que en Mali permanecen dos hermanas, precisamente las que estaban con ella el día del secuestro, quienes están apoyando a otra comunidad en actividades misioneras para dar respuesta a los sufrimientos de la gente.
Alegría en Colombia
La fiesta en Colombia es grande, la Iglesia, sus amigos, los integrantes de los colegios, la universidad y todas las obras de su congregación, los miles de fieles que oraron por su libertad.
El regreso de la hermana Gloria Cecilia Narváez a la libertad y a su país es una muestra más de la misericordia de Dios y una respuesta a las oraciones ininterrumpidas durante cuatro años, ocho meses y dos días.