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En 2005 el crítico y escritor Stuart Kelly publicó en Inglaterra su exhaustivo ensayo The Book of Lost Books. Con traducción de Miguel Candel y Marta Pino Moreno, en España la editó Paidós, con un título que se alejaba un poco del juego de palabras original: La biblioteca de los libros perdidos (no confundir con el volumen de título homónimo de Alexander Pechmann).
Stuart Kelly incluye una frase en el introito ("La historia entera de la literatura era también la historia de la pérdida de la literatura") que conecta, al final, con esta otra incluida en su conclusión ("La pérdida no es una anomalía, ni una desviación o excepción. Es la norma. Es la regla. Y es ineludible").
Es su manera de hacernos entender que la pérdida es algo natural, que sucede a diario en todos los órdenes de la vida. Entre esas dos sentencias, Kelly nos ha contado los pormenores de las obras desaparecidas de alrededor de ochenta escritores, filósofos y poetas famosos: Homero, Sófocles, San Pablo, Miguel de Cervantes, Jean Racine, Samuel Johnson, Jane Austen, Nikolai Gogol, Ernest Hemingway, Georges Perec… entre ellos.
El más importante de los primeros exégetas
En esta historia de los libros que no llegaron a completarse hay de todo: manuscritos inacabados, perdidos, quemados, prohibidos, robados…
Uno de los casos que nos interesan en este espacio, y también uno de los más curiosos porque quizá sea menos célebre para el lector de a pie, es el de Orígenes de Alejandría (185 – 254), a quien Stuart Kelly considera "el más importante de los primeros exégetas del cristianismo".
De él nos cuenta que nació en una familia cristiana y que pronto se interesó por leer las Escrituras. Su precocidad no termina ahí: "A la edad de tan sólo 18 años se convirtió en el director de la escuela catequética de Alejandría, en la que preparaba a los candidatos no sólo para el bautismo, sino también para la posibilidad del martirio".
Orígenes también forma parte de una leyenda: el historiador Eusebio de Cesarea afirmaba que había interpretado mal un pasaje del Evangelio de San Mateo, equívoco o errónea lectura que le llevó a pedirle a un médico que le castrara; algo que Orígenes negó y tampoco se encuentra mención de ello en los escritos suyos que han perdurado.
Lo que no parece admitir duda es cómo se creó a su alrededor una escuela de conversos, a los que se permitía leer toda clase de filosofía.
Kelly nos cuenta lo siguiente: "Algunos estudiantes se convirtieron al cristianismo. Otros simplemente mejoraron su comportamiento moral. En efecto, Orígenes se estaba embarcando en un ambicioso programa liberal de educación que tendría profundas consecuencias futuras para la Iglesia y lo dotaría a él para la batalla teológica más intensa de su carrera. Prestar oído a otras filosofías tenía una finalidad pragmática inmediata: como sabiamente observó Orígenes, las escuelas establecidas –estoicismo, platonismo, etc.– tenían grandes dificultades para cambiar".
Manuscritos perdidos
Orígenes creía que una de las lacras de la educación era que no se escuchaba a quienes pensaban de manera diferente; y, así, los viejos no lograban persuadir a los jóvenes. Su postura contiene lógica, dado que para refutar a alguien o debatir con él hay que escuchar primero sus reflexiones, sus creencias.
El tratado que hizo célebre a su autor es Contra Celso (según Kelly, "la primera verdadera obra de apología del cristianismo"). En ella polemiza contra este "erudito platónico" por sus ataques al cristianismo, contenidos en Sobre la verdadera doctrina, cuyo manuscrito se perdió.
De hecho, Kelly afirma que cuanto sabemos de Celso está citado en el texto de Orígenes; lo que a su vez conectaría con una frase apócrifa de Georges Perec incluida en su libro El gabinete de un aficionado, que dice: "Toda obra es el espejo de otra".
Stuart Kelly termina así las páginas que le dedica a este asceta, teólogo y pensador: "Tras su muerte, muchas de sus obras fueron prohibidas y destruidas; especialmente, porque parecía profesar una creencia heterodoxa (que el poder de Dios era tan grande que, si lo deseara, podría redimir incluso a Satán) que iba contra la noción misma de elección".
"Habiendo sido excomulgado en vida, fue luego considerado herético tras la muerte. Sus obras fueron destruidas y la mayoría de lo que se conserva lo asocia para siempre con el pagano Celso; ambos preservando y subvirtiendo las ideas del otro".
Orígenes fue torturado en la época del emperador Decio y murió unos años después. Entre sus obras perdidas se cuentan Comentario al Génesis y muchos volúmenes de su Comentario a San Juan.
Al parecer también su creatividad fue legendaria: Eusebio afirmaba que sus obras completas alcanzaban los 2.000 títulos. Epifanio de Salamina dijo que eran 6.000. Otros autores establecían el cómputo en unas 800. Sea cual sea la verdad, resulta difícil encontrar a un autor más prolífico.