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Durante la Primera Asamblea Eclesial de América Latina y El Caribe, que se realizó en Ciudad de México, virtual y presencialmente, durante esta semana, destacó la conferencia magistral sostenida por el cardenal y presidente de la Comisión Pontificia para América Latina, Marc Ouellet, figura indispensable para entender el camino sinodal que ha emprendido el Papa Francisco.
En su conferencia en la sede de la Conferencia del Episcopado Mexicano en Lago de Guadalupe, el cardenal Ouellet comenzó con varias preguntas: “¿Cuál es el sueño de una Iglesia sinodal? ¿Una nueva moda? ¿Una estrategia de comunicación? ¿Una ideología disfrazada de programa pastoral? ¿Un método para la conversión misionera de la Iglesia?
Se trata, dijo, del sueño del Papa Francisco: una Iglesia sinodal. “Muchos se entusiasman, otros se frenan y critican sospechando algún complot. La realidad es simple: El Papa cree en el Espíritu Santo y quiere que aprendamos a escucharlo mejor en todos los niveles de la Iglesia”. Se trata, recalcó, de escuchar lo que el Espíritu Santo está diciendo a toda la Iglesia de la región
¿Qué es una Iglesia sinodal?
Según el cardenal Oullet, una Iglesia sinodal es una Iglesia caminante en la fe, que es inseparable de la esperanza y la caridad, en pos de Jesús que camina hacia Jerusalén en busca de dar la vida por los suyos, para que tengan vida y la vida en abundancia. “El Papa no espera de esta Asamblea eclesial un nuevo programa pastoral, pero sí un nuevo y fuerte impulso a la misión continental que sabemos inacabada”.
La iniciativa, que partió del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) es una oportunidad para una conversión personal, pastoral, sinodal y misionera, una nueva escucha del Espíritu Santo que quiere mover a todos al encuentro personal con Cristo, en salida hacia los más pobres que tienen hambre y sed de Cristo, más que de cualquier otra cosa, reafirmó el purpurado canadiense.
Cristo, Camino, Verdad y Vida es el horizonte insuperable de una Iglesia sinodal, recalcó el cardenal Oullet quien recordó que Cristo fue anunciado con pasión por los misioneros y las comunidades cristianas por cinco siglos en América. “Una evangelización que le dio unidad a este continente, una unidad que se fraguó en la sangre de muchos mártires”.
No olvidar al pueblo de Dios
Más adelante, quiso dejar en claro “un hecho capital que no podemos relegar al margen de nuestra escucha sinodal: Cristo quiso ser anunciado en estas tierras de un modo singular, popular, tierno y decisivo por una mujer mestiza, graciosa, imprevisible, venida desde el cielo como un milagro, una mujer misionera, pero inculturada, maestra de fe y de divina sabiduría, compasiva y atractiva, una mujer eclesial y sinodal: Nuestra Señora de Guadalupe”.
En ese sentido, el cardenal Oullet lanzó una advertencia: “Queridos participantes de esta Asamblea eclesial, dijo, una Iglesia sinodal en América Latina será mariana o no será. Esto no lo digo por mera devoción, lo digo por los hechos que imponen pensar el futuro de América Latina a la luz del camino mariano de nuestras iglesias a lo largo de los siglos”.
La experiencia de San Juan Diego al encontrarse con la Virgen de Guadalupe, al llevar una buena noticia al obispo Zumárraga, y en el fondo, al estar disponible para construir comunión y reconciliación, nos educa en la verdadera sinodalidad que puede renovar a la Iglesia, expresó en su participación quien preside esta Asamblea Eclesial.
Las tres dimensiones de una Iglesia sinodal
De acuerdo con el texto leído por el cardenal Ouellet en Lago de Guadalupe, la participación, la comunión y la misión son las tres dimensiones de una Iglesia sinodal que el Papa Francisco delineó para orientar en la escucha del Espíritu Santo.
Ouellet recordó que el Papa Francisco considera a fe cristiana es un don, es una inmensa gracia que se recibe con gratitud, que ningún acto de caridad se pierde, que cada esfuerzo de sinodalidad contribuye a construir caminos nuevos de participación, comunión y misión, configurando así de modo concreto el Cuerpo de Cristo que es la Iglesia.
Antes de concluir su participación, el cardenal Oullet lanzó a todo el continente latinoamericano y caribeño un reto vocacional, para que el camino sinodal sea de bautizados comprometidos. “Este llamado vocacional lo hago ante todo en nombre de la Santísima Trinidad en la que fuimos y somos bautizados, que nos llama a la comunión fraterna y eclesial, que nos llama a una fe audaz y valiente que da testimonio de Cristo en el mundo, como laicos, como consagradas y consagrados, como sacerdotes y diáconos, para ser discípulos misioneros a todos los niveles”.