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Entramos en tiempos de Esperanza

CHRISTMAS
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Ignasi de Bofarull - publicado el 28/11/21
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La actualidad presenta muchos problemas y desgracias, pero no podemos olvidar quién es el Señor de la Historia

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Incertidumbre. La actualidad, no solo en España sino también en el plano internacional, está marcada por la incertidumbre. Este siglo XXI nos ha traído, junto a algunas buenas noticias, acontecimientos estremecedores. Si en el 2008 se inicia una crisis financiera que golpeará la economía de innumerables países, en el 2020 se inicia la pandemia del Covid.

Esta pandemia ha dejado un rastro de muertes, quizá evitables, que podría estar entrando en su etapa final. Sin embargo, no sabemos aún hacia dónde vamos porque los rebrotes se ceban en países que creíamos muy bien gestionados como Alemania y Austria. Y desde luego se ceba también en países pobres de todo el planeta que carecen de una sanidad desarrollada.

En Occidente, las vacunas son capaces de aminorar la virulencia del Covid, pero parece que tienen fecha de caducidad. Las dosis son eficaces, pero con los meses decaen en sus efectos inmunológicos y entonces parece que este virus exige, como en el caso de la gripe, una vacunación periódica, anual. Aún no sabemos. Tanto es así que los mayores de 60 años deben ponerse la tercera dosis cuando menos en nuestro país.

Inestabilidad internacional

Todo ello se une a un panorama internacional de inestabilidad sin respiro. Las revueltas, llenas de rabia social e ira, avanzan en numerosos países contra la corrupción del poder, o ante la autoperpetuación de sus líderes, o ante la carestía, o ante la subida de impuestos. Nicaragua es un país que refleja este clima. En América otros casos son Chile y Brasil.  Convulsiones y levantamientos populistas también ante los límites y la crisis del Estado del bienestar que se están convirtiendo en norma y que precarizan la vida de los ciudadanos en el Occidente más rico. En Europa destaca Francia con las algaradas de los chalecos amarillos.

China y Rusia necesitan afirmarse

Políticamente el poderío que está alcanzando la República China como aspirante a primera potencia mundial, moviliza a los Estados Unidos en lo que podría ser una nueva Guerra Fría que ahora traslada su escenario al mar de la China Meridional.

En consecuencia, Estados Unidos se alía con Gran Bretaña y Australia para vigilar al coloso dirigido con mano de hierro por Xi Jinping. En esta zona del mundo sobresale, en esta línea, las aspiraciones de China sobre la soberanía de Taiwán y más al norte destaca la muy inestable Corea del Norte que chantajea constantemente a Occidente con su fuerza nuclear.

Además, Rusia también exhibe nuevas pretensiones dominadoras en el este europeo en alianzas variables con Bielorrusia y Turquía, entre otros.  Hay quien afirma que quiere desestabilizar y debilitar la Unión Europea. Esta sería una de las razones por las que Ucrania esté recibiendo algunos zarpazos desproporcionados.

CROWD

Oriente Medio, Afganistán, India y Pakistán

Oriente Medio es un polvorín con el enfrentamiento entre Arabia Saudí e Irán donde Israel se sitúa en el ojo del huracán. Afganistán es un estado fallido que, tras la salida de las tropas norteamericanas, se enfrenta a problemas ante los que no tiene respuesta dada la evidente ineptitud y limitaciones de la administración de los talibanes. El telón de fondo sigue siendo el riesgo de la reconstrucción de las fuerzas terroristas del Estado Islámico en aquellas tierras.  Sin olvidar los conflictos que enfrentan en Cachemira a India y Pakistán, dos países con arsenal nuclear. 

El conflictivo panorama económico

A este panorama político –algunos creen que pre-bélico- se suma el panorama económico. Encarecimiento de las materias primas, el encarecimiento de los combustibles fósiles, la crisis de suministros, una inflación creciente.

Esta potencial crisis económica desarma las esperanzas que se auguraban cuando parecía que llegaba el fin de la pandemia. Sin embargo, no es tan sencillo, y ya se habla del Gran Colapso en el comercio mundial. Pero la rumorología (en un clima polarizado y estresado a nivel planetario por las redes sociales e internet en general) permite que cualquier elucubración tome cuerpo. En España, ante este estado de cosas, ya se habla del Gran Apagón y del acaparamiento de víveres.  ¿Qué hay de cierto?

Estados Unidos, un país polarizado

Y podríamos seguir hablando sobre la crisis institucional de la primera potencia mundial, Estados Unidos, en su extremado clima de enfrentamiento entre dos concepciones del mundo que llega hasta el último rincón del país donde el racismo y el antirracismo son una mecha que lo puede encender todo.

Tras todos estos datos y teorías expuestos más arriba, algunos, quizá frívolamente, hablan de un clima apocalíptico en la línea que refleja un cine y una literatura distópicos (utopías negativas) que ya cuentan con algunos lustros.  Pero hay que parar. Y pensar.

CHRISTMAS

Sin embargo, son tiempos de Esperanza

Estos tiempos exigen Esperanza, y escribo esta palabra, esta virtud teologal, con mayúsculas. Estos tiempos exigen en todos los cristianos una Fe y Caridad contagiosas, desde luego, siempre. Un espíritu de paz consistente y ejemplar. Pero hoy, en estos años, en los últimos meses, necesitamos vivir la Esperanza en grado eminente.

Jesucristo ha vencido al mundo, a la muerte y al pecado. Dios es el Señor de la Historia. Todo en el planeta (su destino, los conflictos, los desenlaces) están gobernados por un Dios que es Padre y que nos ama. Por un Dios providente que lo sabe todo, lo tiene todo previsto, y nada escapa a su mediación.

Venimos de considerar los Novísimos (muerte, juicio, infierno y gloria) en las lecturas y evangelios de las últimas misas y entramos en el Adviento. Jesús está por venir. Va a nacer de nuevo y nos recuerda que la Redención nos ampara en el inicio de este nuevo ciclo litúrgico que culminará en la Vigilia Pascual con un Cristo resucitado.

Y si Cristo ha resucitado, ¡nuestra Esperanza no es vana!, sino plena de sentido parafraseando a Pablo. Nada hemos de temer y sí, seguro, hemos de calmar nuestra ansia, angustia y miedos. Y contagiar, apostólicamente, a todos los que nos rodean con esta alegría que llena nuestros corazones.  Y es que no vivimos en el reino líquido del absurdo absoluto, sino que nuestra morada está en las manos de Dios. Se sufrirá, habrá pruebas muy exigentes, pero Dios tiene la última palabra.

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