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Esta semana me he dado cuenta de que soy una persona muy poco recomendable…, a ojos del gobierno por lo menos. Hace unos días nos "animaban", desde algún comisariado europeo y desde algún ministerio nacional, a no usar el término “Feliz Navidad”, ya que no todos somos cristianos y, en su lugar, utilizar el término inclusivo “Felices Fiestas”, justo lo contrario que invito yo a hacer en mi poco recomendable libro “Calendario de Adviento”.
En el capítulo dedicado a este tema, explico que prefiero que mis hijos me llamen mamá, a que me llamen por mi nombre de pila. Porque Mar, lo puede utilizar cualquiera, hasta mi peor hater, el cartero, o la encargada de la carnicería. Pero mamá sólo me lo pueden llamar los twelve. Ese título honorífico implica que:
Un "mamá" de cualquiera de los twelve es mi título más preciado, después del "mujer" de Mr. Square, por supuesto. Si ellos utilizasen mi nombre, Mar, sería reducir, eliminar, la esencia de nuestra relación. Así que, para ellos soy mamá, con todo lo que ello implica.
Y, estas fechas, a pesar de lo que quisiera decir la Comisión Europea o la ministra de Igualdad, son, es… Navidad, y, todo el planeta, de este a oeste, se viste de gala para recibir a un bebé, al Bebé de María.
Cuando nos hablan del plurilingüismo en las autonomías históricas, nos hacen hincapié en lo bueno y enriquecedor que resulta conocer un idioma más. Estudiar una lengua más nos capacita para perfeccionar las otras. Pero esta filosofía no parece aplicarse cuando hablamos de la tradición cristiana. No parece ser enriquecedor conocer la base de la cultura occidental. Me consta que una profesora de arte se llevó las manos a la cabeza cuando un alumno, viendo la imagen de una iglesia, preguntó quién era el señor crucificado…
Intentos de sustitución de tradiciones
¿Por qué les molesta tanto reconocer que estas fiestas celebran que nació un bebé, el Bebé que lo cambió todo? Señoras y señores, damas y caballeros, esto no va de inclusión. No señor, esto se llama exclusión. Es apartar y sustituir la tradición cristiana.
En mi querida Galicia, hace unos diez o doce años, se inventaron una nueva tradición para celebrar el día 24 de diciembre. Se llama “el Apalpador”. Antes de explicar esta nueva tradición, debo y quiero aclarar que soy la creadora del término “tradición familiar legendaria de hace 15 minutos”. Creé ese término porque soy muy consciente de que las tradiciones aúnan voluntades, hacen historia, aumentan la sensación de pertenencia a un grupo distinto de otros. Y, como mi familia no tenía tradiciones suficientes, me inventé muchas "tradiciones legendarias de hace 15 minutos". Y, ¿sabes qué? Funciona. Y, dentro de unos años, no hacen falta muchos, les parecerá que siempre han existido.
Así que sé perfectamente qué quieren conseguir con el pobre Apalpador: crear una memoria colectiva única, diferente, en Galicia, que se aleje del Bebé de María. Quieren sustituir al Niño Jesús, reemplazarlo por un hombre pelirrojo que tocaba las barrigas de los niños y, si las notaba vacías, les dejaba un puñado de castañas.
¡Feliz Navidad! en grande
Y yo, con mis ocho apellidos gallegos, con mi pasión por la gaita, con mi origen de aldea donde jamás había escuchado hablar de este señor pelirrojo, con mi fascinación por los 327 tipos de verdes que tiene mi tierra, celebraré la llegada del Niño Jesús, cantaré villancicos (por supuesto, también en gallego, lengua en la que villancico se traduce como panxoliña, una palabra que no me puede parecer más preciosa), y celebraré, de la mejor manera posible, ¡que es Navidad! Felicitando estas fiestas de una manera muy poco recomendable…: deseándote ¡feliz Navidad, y que el Niño Jesús nos colme de bendiciones!
Feliz Navidad, Merry Christmas, Joyeux Noël, Frohe Weihnachten, Buon Natale, Bo Nadal, Eguberri On, Bon Nadal,… Lo podrás pronunciar en muchos idiomas diferentes pero, en cualquiera de ellos, hace falta un detalle para que el mensaje poco recomendable se transmita al completo: tu sonrisa. Why not?