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Las hay desde clásicas hasta bufas, aunque todavía, no obstante la corriente desacralizadora que ha recorrido el país desde el principio del siglo pasado, conservan los mismos elementos.
Enviados a adorar al Niño
En rigor, la pastorela puede considerarse un drama de Navidad. El arcángel san Miguel se presenta ante los pastores alrededor de Belén para anunciarles la buena nueva del nacimiento de Jesús.
Con la fe de los pastores, gente sencilla que dormía al raso, cuidando sus majadas, de inmediato se organizan, se ponen en pié y acuden con alegría al lugar donde les ha indicado el Arcángel que ha nacido el Salvador.
Una vez organizados y tomando en cuenta los sencillos regalos que le van a llevar al Niño y a su padres, parten presurosos al encuentro del Emanuel. Mientras tanto, los ángeles cantan y hay felicidad en todo el universo.
El diablo se interpone en el camino
La siguiente escena o pasaje de la pastorela contiene la parte que, generalmente, se transforma en una comedia de enredos y, al mismo tiempo, en una serie de tentaciones a los pastores.
En efecto, aparece en su camino, el diablo. Y el gran tentador no tiene otra cosa que hacer sino confundir a los pastorcitos, llenarles la cabeza de deseos insatisfechos y provocarlos a pecar con los siete pecados capitales.
La naturaleza caída de los pastores cede por instantes a las provocaciones del diablo. Sin embargo, reaparece el arcángel san Miguel y tras una dura batalla con el maligno, lo vence y permite el paso a los pastores camino a Jesús Niño.
¿De dónde proviene la pastorela?
Desde luego del evangelio escrito por san Lucas, que es el único de los cuatro evangelistas que narra el nacimiento de Jesús con el detalle que requiere la pastorela para ser escenificada.
La fuente de san Lucas se transmite a san Pablo y del “apóstol de los gentiles” pasó probablemente a Grecia y a Bizancio, donde nació la devoción al arcángel san Miguel por el emperador romano Constantino.
De hecho existe la leyenda de que Constantino fundó Constantinopla en el lugar donde se le apareció el arcángel san Miguel. De ahí procede la pastorela bizantina: la lucha del Arcángel contra Luzbel.
El paso a los santos
San Francisco conoció la iconografía bizantina del nacimiento de Cristo y la adoración de los pastores. Por la sencillez de la escena, decidió llevar a cabo –en el año de 1223—la representación plástica del Belén.
La fusión entre la representación con figuras humanas del Nacimiento y las pastorelas bizantinas, a través de Cataluña, llegaron a conocimiento de San Ignacio de Loyola, fundador de los jesuitas.
Como un soldado de Cristo, san Ignacio quiso predicar a los gentiles a través del teatro y con la secuencia dramática del encuentro entre san Miguel y Luzbel, el príncipe de la mentira.
Llegada a México
Si bien son los misioneros franciscanos los primeros en usar las reminiscencias del teatro náhuatl para establecer el teatro de evangelización en la Nueva España, corresponde a los jesuitas la puesta en escena de las pastorelas.
Desde luego, también se trató de una teatro de evangelización, pero fueron los jesuitas los que crearon las pastorelas en México, las conservaron y la representaron en sus colegios hasta su expulsión que tuvo lugar en 1767.
La pastorela era congruente con el espíritu de la Compañía de Jesús, con el ánimo de su fundador, con la filosofía educativa y la capacidad de evangelizar a los gentiles de la Orden fundada por san Ignacio.
Dos conclusiones
Quien ha estudiado esta forma de teatro de evangelización ha sido el investigador mexicano Joel Romero Salinas (cfr. La pastorela y el diablo en México, Porrúa, 741). De él proviene esta nota y sus dos conclusiones:
*1. *(La pastorela) Es la expresión del teatro popular que se renueva año con año y que no morirá porque en México conjuga lo genuino de su aporte como producto amado de un mestizaje auténtico.
*2. *La pastorela en México es la síntesis jesuita de vocación, voluntad y educación y es la expresión de una cultura en que no queda vencedor ni vencido.