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“Mi marido tiene miedo a contagiarse y no me deja ver a mis hijos o a mis padres”

COVID
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Esta frase es una de las que más he escuchado en las últimas semanas como consecuencia del incremento de contagios de la sexta ola

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Llevamos dos años de pandemia y las fuerzas parece que flaquean. Existe mucho miedo en las familias, fundamentalmente entre las personas mayores y en muchos hijos que no quieren que sus padres puedan sufrir el contagio.

Las últimas semanas de diciembre y estas primeras de enero hemos podido escuchar en nuestras sesiones de acompañamiento en el Instituto Coincidir a algunos matrimonios que venían porque el motivo de enfrentamiento familiar era cómo gestionar el virus en Navidad y si era conveniente o no el verse con sus familiares.

Además, estas familias nos han relatado cómo sus personas mayores han somatizado la pena de no poderse encontrar con los suyos. Han presentado cuadros de angustia, pérdida de memoria, bajada o subida de tensión, dolores musculares, etc...

No había un diagnostico claro, era consecuencia de la tristeza y de la soledad que esta pandemia está provocando.

Ante esto ¿qué podemos hacer? Nos preguntan muchos familiares.

Lo más importante es el respeto a las personas, en su gestión del miedo, en su gestión de la enfermedad. Pero, por otro lado, acompañar en ese sufrimiento desde el cariño, desde la comprensión, no desde la discusión y el enfrentamiento.

Si bien es cierto que a veces algunos comportamientos nos pueden resultar exagerados, (éste ha sido uno de los puntos más repetidos entre las familias que acudían a pedir acompañamiento), el ser humano merece todo el respeto y el miedo hace que las personas a veces se paralicen en su gestión y toma de decisiones.

Es desde ese respeto desde donde se puede fomentar un diálogo constructivo para que quizás alguna reacción desordenada por un bloqueo emocional, se transforme en algo más fluido, en un razonamiento lógico, trabajándolo desde el cariño y no desde el miedo.

Una de las técnicas que solemos trabajar con estas familias para facilitar el diálogo constructivo y desbloqueante es la tormenta de ideas. Es para ver qué posibilidades por muy raras que puedan parecer, son las que mejor les encajan en su propia realidad. Esto ha permitido que, por ejemplo, a raíz de ese diálogo, donde parecía imposible el juntarse la familia, se hayan facilitado encuentros de Navidad. Se han hecho en un parque en vez de organizar una comida o cena en casa al uso. O tomaron un roscón por zoom en familia con los abuelos. O tomó las uvas un confinado en la terraza mientras el resto de familiares las tomaban dentro de la casa para no contagiarse.

Creo que la riqueza del ser humano es infinita. Y si algo nos está enseñando esta pandemia es que con ganas y con imaginación, podemos sacar un aprendizaje de cada situación y una vivencia diferente.

No se trata tanto de quedarse en lo negativo, quejándonos o enfadándonos. A estas alturas todos somos conscientes de que la realidad es la que es y en ocasiones se hace muy cuesta arriba. Se trata de pensar qué me está diciendo esta situación que ahora me toca vivir y cómo puedo hacer de esto una experiencia que me permita crecer interiormente, tanto a nivel personal como a nivel familiar.

Cuando empiezas a trabajar esta realidad, las familias, los matrimonios, descubren un nuevo horizonte en su relación. Así, son capaces de salir de sí mismos para buscar al otr@ en su necesidad. Es ahí donde se puede reiniciar un diálogo constructivo, un redescubrimiento de la persona y dar un sentido a una situación difícil.

La realidad es la que vivimos cada día y no sabemos lo que durará esta pandemia, otra cosa es la actitud que tengamos ante aquello que se nos manifiesta.

Como decía Viktor E. Frankl:

Encontrar ese significado y actuar en consecuencia, nos liberará de muchas interpretaciones, juicios y conflictos innecesarios.

La clave está en el interior de cada uno de nosotros y en cómo hacer a los demás más fácil su día a día, con virus o sin virus.

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