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Nunca se acostumbra uno por mucho que se repita, levantarse de noche siempre es un poco fastidioso. Estás profundamente dormido en tu cama cuando te despierta un persistente gritito. Te tambaleas, todavía bastante grogui y apenas capaz de mantener los ojos abiertos, mientras preparas un biberón o mientras te instalas para dar cómodamente el pecho. Después de alimentar al bebé, lo tiendes suavemente en su cama… Y luego, el escenario se repite de nuevo. Y otra vez. Y otra.
En este caso, toma conciencia de que no estás solo en pie en mitad de la noche. Esta idea puede ser una enorme fuente de consuelo.
1LOS DEMÁS PADRES Y MADRES
Te sientes solo o sola, como si no hubiera ninguna otra persona en este vasto mundo oscuro más que tú y esa criaturita adorable, que sería mucho más adorable si se volviera a dormir. Sin embargo, la verdad es que no estás tan solo como crees. Otros padres y madres por todo el mundo velan por sus hijos exactamente igual que tú. Esta idea la ilustró magníficamente en la siguiente imagen el artista Common Wild para COPE, una asociación australiana de ayuda parental:
2LA COMUNIÓN DE LOS SANTOS
Si eres cristiano, por la noche te acompañan no solo los demás padres, sino también la Comunión de los santos: todos esos santos y santas, muchos de los cuales fueron padres y madres y de los que no conocemos sus nombres. Cada madre convertida en santa y cada padre convertido en santo están a tu lado. Sus oraciones te rodean. Si vivimos conscientes de esta realidad sobrenatural invisible, nunca estaremos realmente solos.
3LA IGLESIA UNIVERSAL
Esto puede parecer sorprendente, pero el grito de tu bebé es una llamada de Dios. Como los monjes en un claustro que deben abandonar su trabajo en cualquier momento si repican las campanas del monasterio, un padre y una madre saben muy bien que su tiempo no es verdaderamente suyo. Es el tiempo de Dios y responder a la llamada de un niño que llora es un acto de obediencia fiel, no solamente a tu vocación de padre o madre, sino también a Dios que os ha hecho a tu bebé y a ti el uno para el otro. Todos esos pequeños actos de obediencia, por dolorosos que sean, constituyen un sacrificio de inmenso valor.
Puedes ofrecer este sacrificio en unión con la oración de la Iglesia universal. En efecto, además de los otros padres y los santos del Cielo, otros velan toda la noche, pero no a causa del llanto de bebés. La Liturgia de las Horas, la antigua oración de toda la Iglesia, se ofrece en la noche en alabanza ininterrumpida en el mundo entero. Saber que hay otra persona en tu mismo huso horario que se ha despertado en mitad de la noche para hacer la obra de Dios es un pensamiento profundamente consolador.
Si tienes los medios, puedes unirte a sus oraciones: existen aplicaciones para rezar el Oficio divino con una mano mientras acunas al bebé con la otra. También puedes rezar el rosario, conversar con Dios en tu corazón o, simplemente, exclamar: “¡Te ofrezco todo esto, Señor!”. Unir tus oraciones a las de la Iglesia y elevar tu corazón hacia el Cielo, aunque sea brevemente, son pequeños actos que te traen la gracia de Dios y te dan fuerzas para seguir adelante.