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Aunque a veces escuchemos lo contrario, la edad no es un límite. Hoy en día es común acoger, sin ponerlo en duda, lo actual y novedoso como lo bueno, como lo mejor. Y al ritmo acelerado al que vivimos, se hace complicado valorar y reconocer las múltiples bondades de lo veterano.
La edad de un hombre alberga una serie de cualidades labradas a golpe de experiencia y esfuerzo constante, que dejan un gran legado de saber a las nuevas generaciones.
Como nos recuerda el Papa Francisco, la sabiduría de las personas mayores es tremenda. Son los que custodian la memoria de nuestras raíces. Sus historias de vida encierran un derroche de maestría sobre cómo afrontar el día a día. Y esto tiene un valor incalculable para las generaciones más jóvenes.
Con el nick de @abueliconchita2, circula por Instagram una cuenta que, por su autenticidad y verdad, va aumentando a buen ritmo el número de seguidores.
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Se trata de Conchita de Fuentes, una abuela de 88 años que, ayudada por sus nietos, gestiona una cuenta en la que nos da consejos que brotan de su corazón.
Estas recomendaciones están enfocadas a afrontar la cotidianidad con entereza y un genio alegre. La belleza de su cuenta reside en sus tips para cuidar el “cuerpo y el alma”. Conchita nos presenta continuamente aquello que somos, un todo uno, “carne y espíritu”.
Nos obsequia en cada uno de sus discursos con un mensaje cargado de esperanza: todos podemos llegar hasta el último momento de nuestra existencia a ser un "buen vino de Jerez, ser útil, ser fino, no ser vinagre, ser vino". ¡Qué maravilla es vivir con ese sueño y esa mirada hasta nuestro último instante! ¡Qué importante es, como sociedad, no intentar apagar los sueños de nuestros mayores!
Conchita es un claro ejemplo de que nuestros mayores son donantes de conocimiento con un importante valor activo hasta su último momento, aunque la sociedad a veces intente hacernos pensar lo contrario.
Gratitud
Nuestros mayores son el pulmón de nuestro día a día: sus oraciones y su memoria de lo vivido nos ayudan constantemente a recordar lo esencial en la vida, a mirar al Origen. Nuestros mayores, como Conchita, nos recuerdan la gratitud ante cada instante y la belleza de estar vivos.
Está claro que existe una vocación imprescindible para el mundo entre los más ancianos. Sus energías físicas tal vez se estén agotando pero su vigor espiritual y su recorrido en la vida es de un valor incalculable. Ahí reside su vocación, sencilla y escondida detrás de su debilidad física, de sus dolores y en muchos casos de su soledad.
Por tanto, escuchemos a nuestros mayores, compartamos con ellos nuestros sueños y nuestras inquietudes. Seamos agradecidos por su presencia y su labor en este mundo al enseñarnos a buscar lo esencial de nuestra existencia.
No existe mejor lección de vida que las palabras de un abuelo para su nieto.
Gracias, ancianos, por acoger con alegría vuestra vocación. Sois una parte muy importante de nuestra sabiduría, de nuestras raíces y el sustento espiritual para la sociedad con vuestra oración.
¡Cuánto quisiera una Iglesia que desafía la cultura del descarte con la alegría desbordante de un nuevo abrazo entre los jóvenes y los ancianos! (Papa Francisco, 11 de marzo de 2015)