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El impacto de esta pandemia es tremendo y en ocasiones imprevisible. Su última víctima podría ser el Monasterio de monjas benedictinas de Santa Cruz de Sahagún, en la provincia española de León. Y los perjudicados serán los peregrinos del Camino de Santiago.
Las siete hermanas que conforman la comunidad monástica asisten literalmente al hundimiento de esta joya arquitectónica, fundada en 1546.
Como efecto de la pandemia, ya casi no tienen ingresos, con retrasos incluso en el seguro de la casa; y por el momento no han recibido ningún tipo de ayuda de las autoridades.
Situación dramática
Antes del verano de 2020, las monjas benedictinas iban constatando cómo el suelo del comedor de la hospedería se hundía.
Al estar en el camino de peregrinación a Compostela, esta hospedería obedece a la voluntad del fundador de la Orden Benedictina, San Benito de Nursia (480-547). Éste dejó, entre sus escritos, el deber del consagrado de atender al peregrino como a uno mismo.
Esta hospedería era precisamente una de las fuentes de ingresos de las hermanas de Sahagún. Cobró mucha fama en el Camino de Santiago tras la llegada de cuatro hermanos maristas; que, viendo la ausencia de asistencia espiritual a los peregrinos, asumieron la gestión del albergue.
Las hermanas, de este modo, podían dedicar más tiempo a la asistencia de las monjas mayores, necesitadas de particular atención, así como a su vocación contemplativa.
Cierre por pandemia
Antes de las obras, cuenta la abadesa, la madre María Anunciación Ros, en una conversación con Aleteia, "la hospedería estaba repleta. Se oficiaban misas en tres lenguas, italiano, francés y español. Disfrutábamos con los peregrinos en la Eucaristía y en lo que llamábamos ‘El café del peregrino’. Con ese motivo, se les daba un sobre, en el que se les preguntaba por qué hacían el camino".
El monasterio ofrecía una gran labor de ayuda espiritual al peregrino. Por solo seis euros podían dormir, desayunar, lavar su ropa y compartir "El café del peregrino".
El año antes de la pandemia, pasaron por el albergue seis mil peregrinos. Y lo impresionante de esa cifra es que se lograba sin ningún tipo de publicidad. El boca a boca sobre el buen hacer de estas monjas y de los hermanos, junto con la acogida espiritual, llenó el albergue.
El hundimiento
Pasado el verano de 2020, las hermanas del Monasterio de Santa Cruz veían cómo, de manera muy rápida, el suelo de la hospedería se hundía. Se rajaban las baldosas, se rajaban las paredes de las celdas... Las ventanas ya no cerraban, debido al hundimiento del suelo y las paredes empezaron a resquebrajarse.
Ante esta situación catastrófica, el albergue se vio obligado a cerrar, dejando a las hermanas sin una fuente importante de ingresos. Tuvieron que recluirse las siete religiosas, alguna ya en avanzada edad, en cuatro celdas, ya que el resto del centenario monasterio quedó inhabitable.
Llamaron a un aparejador para que pudiera evaluar los daños y comprender de dónde provenía el problema. En un primer momento, pensaron que era un desagüe en una arqueta. Pero al hacer una cata, vieron que el agua había arrastrado toda la tierra del subsuelo. Esta era la verdadera causa que provoca el hundimiento.
La situación de las benedictinas de Sahagún es incomprensible: el seguro de la casa no se responsabiliza, a pesar de que la madre María Anunciación ha llamado en varias ocasiones. La madre abadesa, que es una buscadora incansable de soluciones, también ha pedido ayuda a las autoridades, pero hasta ahora en vano.
En riesgo inmediato está no solo una comunidad de religiosas, sino también una joya del patrimonio español del Siglo de Oro. Han comenzado las reformas urgentes, pero ¡hay que pagarlas!
Ayuda urgente
Con mucho esfuerzo, con ahorros como familia que son las comunidades de contemplativas, instalaron hace poco la calefacción en la Iglesia, para no morirse de frío, mientras rezan por las necesidades de la humanidad.
Han podido arreglar la bóveda de la Iglesia, gracias a algunas donaciones, pero ahora, al cerrar actividades, sus ingresos se han reducido a una mínima expresión.
Esta comunidad de benedictinas tiene que pagar la Seguridad Social de cinco monjas y viven de la pensión de dos hermanas mayores.
La madre abadesa del Monasterio lanza un grito de ayuda: "En este momento malo económicamente para nuestra comunidad, así como nosotras ayudamos espiritualmente a todos los que nos piden oración, y al resto del mundo, les pedimos ayuda, lo que puedan, por poco que sea, será de gran ayuda".