Respecto al Acto de Consagración de Rusia y de Ucrania, el papa Francisco explicó hoy que “no se trata de una fórmula mágica, sino de un acto espiritual”, para tocar a la puerta del Corazón Inmaculado de María por sus hijos (la humanidad) que está sufriendo por la “tribulación” de la guerra que amenaza el mundo.
El Pontífice pidió, de modo particular, por “el pueblo ucraniano y el pueblo ruso”.
“Si queremos que el mundo cambie, primero debe cambiar nuestro corazón”. A las 17 horas de esta tarde, 25 de marzo 2022, Solemnidad de la Anunciación, en la Basílica de San Pedro, el papa Francisco ha presidido la Misa de la celebración de la Penitencia.
En el Evangelio de la solemnidad que hoy, el Papa recordó que celebramos que el ángel Gabriel toma la palabra tres veces y se dirige a la Virgen María.
Para que acabe el sufrimiento, el dolor y la guerra, el Papa Francisco pide hacer una transformación de “nuestro corazón”. “Para que esto suceda, dejemos hoy que la Virgen nos tome de la mano!”.
La Asamblea de fieles de rodilla, 3500 en la Basílica de San Pedro y 2000 fuera, en la Plaza de San Pedro, escucharon pedir: “Reconozcamos nuestras culpas”. “Y hoy también nosotros, renovados por el perdón de Dios, llamemos a la puerta de ese Corazón”, constató el Papa.
El Pontífice, en su homilía, ha pedido al mundo y a los obispo del mundo contemplar el “Corazón inmaculado, donde Dios se reclinó”. “Dios cambió la historia llamando a la puerta del Corazón de María”.
Madre del pueblo ruso y ucraniano
El Papa dijo que el “Acto de Consagración” de Rusia y también de Ucrania, que estaba por cumplir, siguiendo las indicaciones de la Aparición de la Virgen de Fátima de 1917, era un gesto espiritual y no era una “fórmula mágica”, sino más bien de “un profundo acto espiritual”.
“En unión con los obispos y los fieles del mundo, deseo solemnemente llevar al Corazón inmaculado de María todo lo que estamos viviendo; renovar a ella la consagración de la Iglesia y de la humanidad entera y consagrarle, de modo particular, el pueblo ucraniano y el pueblo ruso, que con afecto filial la veneran como Madre”.
El acto de Consagración de Rusia y Ucrania para el Papa es un acto de fe supremo. “Es el gesto de la plena confianza de los hijos que, en la tribulación de esta guerra cruel e insensata que amenaza al mundo, recurren a la Madre”.
Los hijos miran hacia la Madre “depositando en su Corazón el miedo y el dolor, y entregándose totalmente a ella”.
El Corazón de María fuente de paz y fraternidad
“Es colocar en ese Corazón limpio, inmaculado, donde Dios se refleja, los bienes preciosos de la fraternidad y de la paz”, dijo el Papa mirando hacia la estatua de la Virgen de Fátima, una reproducción, traída a San Pedro del santuario gemelo de San Victorio en Tivoli, distante de Roma alrededor de 32 kilómetros.
Los hijos traen a la Madre: “Todo lo que tenemos y todo lo que somos, para que sea ella, la Madre que nos ha dado el Señor, la que nos proteja y nos cuide”.
Francisco antes de ir al confesionario para dar ejemplo a la comunidad de fieles dijo que los “labios de María pronunciaron la frase más bella que el ángel pudiera llevar a Dios: «Que se haga en mí lo que tú dices» (v. 38)”.
María no se resignó
Entonces, el Papa constató que no se trata de una “aceptación de María” como algo pasivo o resignado. Todo lo contrario, la Virgen María realiza una aceptación del vivo deseo “de adherir a Dios, que tiene «planes de paz y no de desgracia» (Jr 29,11)”.
“Es la participación más íntima en su proyecto de paz para el mundo. Nos consagramos a María para entrar en este plan, para ponernos a la plena disposición de los proyectos de Dios”.
“La Madre de Dios, - constató - después de haber pronunciado el sí, afrontó un largo y tortuoso viaje hacia una región montañosa para visitar a su prima encinta (cf. Lc 1,39). Que Ella tome hoy nuestro camino en sus manos; que lo guíe, a través de los senderos escarpados y fatigosos de la fraternidad y el diálogo, por el camino de la paz”.