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“Necesito tu amor/Una fuerte pasión me domina/Ahora que ha comenzado/Ya no sé cómo termina”. Así comienza la canción Agua Da Minha Sede, del cantante y compositor brasileño Zeca Pagodinho. ¿Es esto amor? ¿Un amor que sea una fuerte pasión que me domina? ¿Es bueno un amor que no sabes adónde te va a llevar?
Sí, el amor es un problema. Mejor dicho, todos tenemos un problema con el amor. “Donde muchos pusieron la mayor de las ilusiones encontraron dramáticamente uno de los sufrimientos más desgarradores”, escribe en su último libro, “El problema del amor”. Una guía desde la psicología, la neurociencia y la espiritualidad” del profesor Fernando López Luengos. Una obra editada por Encuentro.
Un libro que, más que un manual de instrucciones, es una guía vital que si la leyéramos en la época adolescente nos ahorraría muchos problemas. Lo que ocurre es que, como todo en la vida, se necesitan experiencias para entender algunas cosas y finalmente un libro como este conmueve cuando la edad adulta ha llegado o asoma. Nunca es pronto para leerlo, ni tampoco tarde. Si el amor no tiene edad, este libro tampoco.
El amor claro que puede ser un problema. A veces porque lo buscamos cuando aún no se debe; otras veces porque nos equivocamos pensando en el amor cuando es otra cosa y también cuando fracasa (divorcio-separación) o desaparece (muerte de un ser querido). Pero que nadie se preocupe, hay solución, hay muchos ejemplos y la clave también la podemos encontrar en nosotros mismos: “El amor es el fruto culminante del éxito de nuestra madurez psicológica”.
López Luengos explica la diferencia entre amor visceral y amor racional; la diferencia del enamoramiento entre hombres y mujeres y cómo no sólo nuestra mente y nuestro cuerpo se van configurando sino también la afectividad. Las fases del crecimiento emocional serán claves en el amor. Le pregunta una alumna al profesor López Luengos: “¿Cómo sabes si estás enamorado? ¿Cómo saber si te gusta alguien de verdad o sólo te atrae?” Su respuesta es maravillosa: “Si tienes dudas es que todavía no estás enamorada”.
Nos advierte sobre la sexualidad y las heridas emocionales graves que pueden aparecer ante una vida desordenada y sobre los apegos que “fatigan como hijos inquietos, afligen, atormentan, oscurecen el entendimiento y entorpecen la voluntad”. También nos ayuda con la inteligencia factorial y general porque para amar en toda su plenitud también hay que pensar. Amar no es solo un sentimiento.
Para amar y conocer a otro lo primero es amarse y conocerse a sí mismo. Una idea radical que me venía a la mente devorando las páginas de este libro. Quizá para encontrar un amor de verdad hacen falta menos perfiles de Tinder y más el cultivo del mundo interior. Porque… ¿qué buscas cuando buscas el amor? López Luengos lo deja claro: “Cuando el amor no se fundamenta en una motivación de carencia sino de crecimiento o plenitud, la donación mutua se prolongará por tiempo indefinido, “hasta que la muerte nos separe”.
Y una vez que nos conocemos, darnos cuenta de que somos distintos. A grandes rasgos, explica el autor: “La cabeza de la mujer es Verbal: piensa expresando. Mientras que la cabeza del varón es técnica (Espacial), piensa resolviendo”. Se ofrecen algunas anécdotas y consejos que sirven mucho para el día a día y abrazar la realidad personal. Pero no pienso contar ninguno para no hacer spoiler...
El problema del amor, afirma al final del libro el autor, es en realidad “un misterio”. Y la solución “se lleva a cabo con un acto de mi existencia. Es mi existencia entera la que responde a esa pregunta. Es mi existencia la respuesta”. Así que ya saben, cuando terminen el artículo, si aún no encontraron el amor: búsquenlo sin apego; si lo tienen, cuídenlo racionalmente regalándole un: ¡Te quiero! y si ya no está en la tierra intenten no caer en la desesperación de la pérdida. Con Esperanza, el problema del amor será menos problema.