Irène Némirovsky (1903-1942), la escritora ucraniana asesinada en Auschwitz junto con su esposo, dejó un par de novelas inmensas sobre la guerra y el caos que provoca en seres humanos que nada tienen que ver con los conflictos e intereses de los poderosos de la tierra: Los bienes de este mundo y Suite francesa.
Se une a grandes escritores que han narrado desde dentro la guerra y el conflicto y que hoy, con la invasión rusa a la tierra que vio nacer a Némirovsky o a Mijail Bulgakov habrían querido alertar a la humanidad de las desventuras y atrocidades que vive la población atrapada en un conflicto que ni entiende ni tiene por qué entender.
En este contexto, el secretario general de la ONU, el portugués Antonio Guterres, en una presentación ante la Comisión de Consolidación de la Paz de este organismo, señaló que una cuarta parte de la humanidad –cerca de dos mil millones de personas—vive hoy en áreas de conflicto.
Dicho de otra forma: en este año 2022 enfrentamos la mayor cantidad de conflictos armados y de guerras ya sean de invasión, como la de Ucrania, o civiles, como las ocho guerras activas en el continente africano, desde la capitulación de Japón (15 de agosto de 1945) que puso fin a las hostilidades de la Segunda Guerra Mundial.
Guterres citó los conflictos de Yemen, Siria, Myanmar y Sudán hasta Haití, el Sahel africano, “y ahora la guerra en Ucrania: una catástrofe que sacude los cimientos del orden internacional se extiende a través de las fronteras y provoca un aumento vertiginoso de alimentos, combustibles y fertilizantes. precios que significan un desastre para los países en desarrollo”.
El otro lado del drama
La ONU, a través de su secretario general, sostiene que una de las principales consecuencias de estos conflictos armados es el desplazamiento forzado. Guterres dijo a la Comisión de Consolidación de la Paz que, en 2021, 84 millones de personas se vieron obligadas a abandonar sus hogares debido al conflicto, la violencia y las violaciones de los derechos humanos.
Este año, a partir del fatídico 24 de febrero, día en el que comenzó la invasión rusa a Ucrania, la cifra de desplazados será mucho mayor que en 2021. Tan solo en poco más de un mes que lleva la guerra en Ucrania, cuatro millones de personas han salido de ese país mientras que 6.5 millones han tenido que desplazarse en el interior de Ucrania, principalmente hacia el este.
Las predicciones son bastante sombrías. Guterres estima que este año “al menos 274 millones necesitarán asistencia humanitaria”. Esto representa un aumento del 17 por ciento desde 2021 y costará 41,000 millones de dólares para los 183 millones de personas a las que se dirige la ayuda, según la oficina de ayuda humanitaria de Naciones Unidas.
La “locura” armamentista
En un reciente encuentro con el Centro Italiano de la Mujer, el Papa Francisco expresó su dolor con los miembros de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) que ante la guerra en Ucrania han decidido aumentar su gasto militar hasta llegar al dos por ciento del Producto Interno Bruto de cada uno de sus países.
“La verdadera respuesta no son más armas, más sanciones. Me avergoncé cuando leí que un grupo de estados se ha comprometido a gastar el dos por ciento, creo, o el dos mil por ciento de su PIB en la compra de armas, como respuesta a lo que está sucediendo ahora. Una locura”, dijo el Papa en esa alocución.
Lo dicho por el pontífice argentino fue corroborado por Guterres quien indicó que “durante la última década, el mundo ha gastado 349,000 millones en mantenimiento de la paz, ayuda humanitaria y apoyo a los refugiados, mientras que los gastos militares mundiales aumentaron a casi dos mil millardos de dólares en 2020”. El desequilibrio es brutal.
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