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Es por todos conocido que en Europa el primer libro que salió de la imprenta –ese fantástico invento que terminó de impulsar el salto de la Edad Media al Renacimiento– fue la Biblia en latín (la edición llamada Vulgata), confeccionada por Johannes Gutenberg en su taller entre los años 1453 y 1455.
Aunque algunos han pensado que el propio impresor germano habría elaborado unos años antes el Misal de Constanza, otros investigadores han descartado finalmente esa precedencia: la Biblia seguiría siendo la primera.
Más allá de las discusiones de los estudiosos, con la “Biblia de Gutenberg” se inauguró el catálogo de los incunables (término que viene del latín incunabulae, que significa “en la cuna”), término utilizado para designar a los primeros libros, aquellos que salieron de las imprentas que empezaron a existir en el siglo XV –llegaron a ser más de un millar–, cuyo funcionamiento era muy artesanal. De esta forma, cuando vemos un libro llamado incunable, nos encontramos ante una obra publicada entre los años 1453 y 1500.
¿Y en España?
¿Cuánto tardó en llegar la imprenta a España? Aquí no hay dudas, y se conoce que fue 17 años después de la finalización de la Biblia de Gutenberg: en 1472. Para ponernos en contexto, recordemos que tres años antes se habían casado los príncipes Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón. Al unir ambos reinos pocos años después, pondrían las bases de la España moderna. Y continuaba el proceso histórico de la “Reconquista”, que culminaría en 1492, el año de la llegada a América.
¿Qué sucedió en 1472? Que el obispo de Segovia, Juan Arias Dávila (1436-1497), mandó llamar a un tipógrafo de Heidelberg (Alemania), una ciudad cercana a Maguncia, lugar donde comenzó la imprenta. Se llamaba Juan Párix y se desplazó a Roma, donde estuvo trabajando unos años en las primeras imprentas italianas. Como recuerda Fermín de los Reyes en la biografía de Párix publicada por la Real Academia de la Historia, en Roma “la imprenta era un instrumento al servicio de la Iglesia, como lo fue en España”.
El obispo, como era habitual en aquel tiempo, era el responsable del Studium Generale de la ciudad (el centro de formación medieval que daría lugar a las universidades). Preocupado sobre todo por la reforma eclesiástica y la formación del clero, proyectó la publicación de una serie de libros que ayudaran en este empeño. Por eso llamó a Juan Párix, quien llevó a Segovia una tipografía de Roma y se puso manos a la obra.
¡Las actas de un sínodo!
Y el primer libro que vio la luz en 1472 fue el llamado Sinodal de Aguilafuente, porque contiene las actas de un sínodo que se celebró en esta localidad segoviana en junio de aquel año. Fue una de las varias reuniones diocesanas que el obispo convocó para acometer la reforma del clero que le preocupaba. Serviría para mejorar la situación de la Iglesia local, algo común en aquel tiempo.
De las manos de Juan Párix salió un libro de 48 hojas, sin portada –lo habitual en los primeros incunables–, impreso en letra redonda. Para ello utilizó el manuscrito procedente del sínodo con las firmas de los participantes, procedentes de las villas y parroquias de la diócesis. Era el llamado Codex canonum (que, al igual que el libro impreso, se conserva en la Catedral de Segovia).
En cuanto a su contenido, consiste básicamente en las disposiciones tomadas en el sínodo de Aguilafuente para mejorar la estructura eclesiástica y la atención pastoral del pueblo de Dios. Sobre todo, mediante la reforma de las costumbres de los sacerdotes, pero también con indicaciones bien concretas para los fieles laicos. Encontramos en sus páginas un interesante retrato de la sociedad de su tiempo, con las normas y consejos para un mejoramiento general.
La importancia de un aniversario
Después del Sinodal, Juan Párix imprimió otros ocho libros de temática jurídica, teológica y pastoral. Algunos de ellos se conservan actualmente en la Catedral de Segovia. En torno a 1476 dejó la ciudad castellana y se fue a Toulouse (Francia). Allí también fue el pionero de la imprenta y donde falleció en 1502.
Así pues, en 2022 se cumplen 550 años de la imprenta en España. Y en el centro está un libro que no sólo expresa la importancia del cristianismo en la configuración de la cultura occidental, sino que curiosamente versa sobre un sínodo. Precisamente ahora la Iglesia católica entera se encuentra embarcada en un proceso sinodal emprendido por el papa Francisco.
En un artículo publicado en el diario La Nueva España, el sacerdote Jorge Juan Fernández Sangrador, consultor del Consejo Pontificio de la Cultura, comenta:
“No podía ser nadie más que ella. La que protagonizase un acontecimiento de semejante envergadura cultural. La primera que hiciese cuanto estaba en su mano, antes que cualquier otra institución, para posibilitar el acceso de todos a los diferentes saberes. Como ha sucedido siempre. La que trajese la imprenta a España: la Iglesia”.