“Ha llegado el momento, en la Iglesia, de reflexionar sobre el celibato no escogido, ya sea temporal o no”.
Con estas palabras de Dominique de Monléon Cabaret (en su libro “Dieu ne m´a pas oublié. Perspectives pour les célibataires” -Dios no me ha olvidado. Perspectivas para los solteros-, Ediciones Saint-Paul) empezaba un artículo que escribí hace tres años sobre la soledad que viven muchas personas que no son llamadas a una vocación religiosa, ni a renunciar al matrimonio, pero no han podido formar una familia.
Cada vez tenía más solteros a mi alrededor sufriendo por estos motivos. En el libro de Dominique encontré una primera reflexión que me ayudó a percibir mejor esta soledad y sufrimiento que, con frecuencia, ignoramos. Quedaba pendiente poder proponer una respuesta concreta de acompañamiento y consuelo.
Hace unos meses conocí a las Hermanas Franciscanas Alcantarinas en Arenas de San Pedro (Ávila).
Tuve la suerte (Providencia) de poder reconocer que hablamos un mismo lenguaje en lo que se refiere a la afectividad; y, con gran sorpresa, comprobé que compartimos una misma sensibilidad hacia las necesidades de las personas solteras. Con ellas he encontrado una iniciativa que surge, precisamente, para dar esa respuesta concreta que, como digo, tenía pendiente.
Se trata del “recorrido Nicodemo” (“casualidades” otra vez: el nombre coincide con el de mi libro favorito, Cartas de Nicodemo), para personas solteras de 35 a 50 años de las Franciscanas Alcantarinas, que consta de encuentros en varios fines de semana a lo largo de dos cursos.
Evidentemente, no se trata de reuniones para encontrar pareja; es un camino de discernimiento y curación de heridas. Dirigido a solteros, pero también a personas que intentan rehacer su vida tras un proceso de declaración de nulidad; o que han intentado vivir una consagración que no ha llegado a cuajar.
Unos fines de semana especiales
El primer año consta de 5 encuentros de fin de semana. Con la idea de fondo de “recuperar la vida bautismal”, se tratan aspectos de la vida afectiva: comprender el valor de cada persona para el Señor, por tanto, también el valor de uno mismo. Se propone sanar las heridas que hayan podido causar
El segundo año consta de 3 encuentros de fin de semana. Menos enfocado ya a lo afectivo, hay un recorrido a la luz de las Bienaventuranzas, o de los dones del Espíritu Santo, para vivir una vida de entrega y fecundidad en una relación con el Señor en las circunstancias de cada persona, aunque no sea en pareja.
Con mucha alegría os doy a conocer esta iniciativa que surge de una sensibilidad hacia la necesidad de acogida, afecto y oración de muchos. Ojalá este primer paso pueda extenderse para llegar a todas las personas que lo necesitan.
Contacto e información: alcantarinasarenas@gmail.com.