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No descubro nada nuevo si afirmo que las actividades de la casa pueden resultar cansadas y tediosas. Eso sin contar con la monotonía que desprenden. En el momento en que por fin has logrado vaciar el cesto de la plancha y tener la colada al día, no pasan más de unas horas en que ya vuelve a estar lleno el cubo de la ropa sucia.
Y así con todo: los cacharros en el fregadero, la compra guardada en la despensa, el polvo de los muebles, hacer las camas o los restos de cal en la mampara de la ducha.
Parece que son tareas interminables. Pero, como el sabor de las cosas que valen la pena, se ejecutan a fuego lento y detrás de ellas suele haber un corazón que se dedica en cuerpo y alma al cuidado de su familia.
Dentro de las cuatro paredes del hogar, en lo escondido, tan sólo a la vista de la mirada de Dios Padre, día tras día muchas personas sacan adelante este trabajo que sigue sin ser reconocido socialmente a pesar de ser tan necesario.
Para dar cierta trascendencia a todos estos quehaceres, y encontrar lo eterno en lo cotidiano, se pueden profesionalizar las tareas apostando por la excelencia. Pero no para caer en una especie de manía de tener la casa limpia y ordenada, sino por amor a los que viven bajo tu techo y para hacerles la vida más agradable.
Existen varios enemigos que dificultan la realización de las faenas de la casa. Uno puede ser la escasez de tiempo, otro la falta de destreza y no saber muy bien cómo enfrentarse a ellas. También el no tener a mano los productos adecuados.
Pensamientos intrusivos
Sin embargo, los grandes adversarios de toda homemaker son los pensamientos intrusivos. Lo he podido comprobar en carne propia. Son ideas o imágenes no deseadas, involuntarias, que llegan de manera espontánea a la mente, y son generalmente desagradables y obsesivas.
Ante la visión del “todo por hacer”, el pensamiento intrusivo actúa bloqueando a quien realiza el trabajo en forma de desánimo, falta de autoestima y desgana. Escuchar lo que ronda nuestra mente tiene un efecto muy negativo, ralentiza y provoca que una labor que podría proyectarse hacia la eternidad quede amenazada bajo el disfraz de la queja y el hastío.
Como todo lo que realmente importa en esta vida, para salir de ese túnel que lleva directo al fracaso, se puede revertir esa situación. Así como en el amor para huir del acostumbramiento y la rutina se rompe con algún plan que avive de nuevo la llama, las tareas domésticas funcionan un poco parecido. Conviene deshacer esas ideas mentales y transformarlas en algo edificante y formativo.
Para ello hay que aprovecharse de las nuevas tecnologías y utilizarlas para algo bueno.
1Lista de música en Spotify.
¿Sabías que el ponente Víctor Küppers, entusiasta donde los haya, en sus conferencias anima a ponerse música que levante el ánimo? “Música para ir chutado”, la llama. Tal vez sea una buena idea hacerte con su lista de 104 canciones o quizás prefieras hacer una selección nueva con las que te gusten.
Luego cuelgas el móvil con un cordón, pones play y haces la casa a buen ritmo. Te aseguro que notarás un cambio a mejor, irás más rápido y estarás de mejor humor.
Además lograrás silenciar los pensamientos intrusivos de los que hablábamos antes.
También puedes hacerte con una radio de toda la vida. La cuestión es que el ruido exterior enmudezca tu ruido interno destructivo.
2Conferencias o podcasts.
Otra forma de acallar estas ideas obsesivas es escuchando alguna conferencia o podcast interesante de algún tema que te guste. Es una buena manera de formarte, aprender y crecer interiormente. Hazte con ponentes de primer nivel, esos picos de oro que hay en todas las materias y de los que se puede sacar mucho jugo.
Imagínate lavando los platos mientras atiendes un congreso sobre psiquiatría en el que Marian Rojas Estapé habla sobre encontrar a tu persona vitamina. O recogiendo las habitaciones al tiempo que escuchas una charla de Víctor Küppers sobre entusiasmo. O pasando el aspirador mientras bailas al ritmo de Viva la vida de Coldplay.
Se dice que el trabajo doméstico es terapéutico. Te aseguro que si llevas a cabo estas dos ideas que te propongo lograrás un beneficio por partida doble: curativo para el cuerpo pero también para el alma.