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Responder a la pregunta "¿cómo se hacen los bebés?" es revelar "un secreto muy hermoso, el de la vida y el origen del niño", es "introducirlo poco a poco en un misterio que lo supera". Por lo tanto, esto requiere un mínimo de anticipación en la elección de las palabras y tu actitud como padre. "Haber anticipado evita la timidez, la vergüenza que incomodan al niño o le hacen sospechar que el tema es delicado o incluso tabú", subraya Inès Pélissié du Rausas.
Basado en la experiencia del niño
Anticiparse está bien, pero ¿qué decir? La autora propone utilizar un lenguaje analógico, que permita explicar a los niños una realidad aún desconocida para ellos, o solo confusa, comparándola con otra que conocen. Hablar de espermatozoides y óvulos es demasiado abstracto para un niño pequeño, demasiado alejado de la realidad.
Pero si nos basamos en su experiencia, como por ejemplo la observación de semillas que crecen en la naturaleza, sabe que una semilla puede germinar y dar una flor, una lenteja o una espiga de trigo. Entonces podrá comprender la analogía que existe entre cualquier semilla y las 'semillas de vida' del padre y la madre, quienes, después de haberse encontrado, se convertirán en un pequeño bebé, capaz de desarrollarse en este ambiente ideal que es su cuna, en el vientre de su madre", explica.
Qué evitar
En primer lugar, Inès Pélissié du Rausas insta a desterrar de su vocabulario la expresión "hacer" bebés, porque está "desprovista de trascendencia y poesía". Induce la idea de una sexualidad mecanicista, desprovista de sentido, de amor y de la conciencia de que la vida es un don. "Los niños son seres humanos y no se pueden hacer", dice ella.
El autor insta a los padres a decir la verdad. Al querer preservar la inocencia de su hijo, sucede que algunos padres cuentan historias fabulosas como las de las cigüeñas o los nacimientos en col. “El problema es que este tipo de historias son falsas”, dice. “Ante conversaciones de recreo y contenidos tétricos, el niño no estará en condiciones de resistir o rechazar estos contenidos”. Sin mencionar que es posible que ya no confíe en sus padres.
Si la comparación con la naturaleza y los animales es buena y fácil, tiene sus límites. Debe completarse con la noción de amor. “Porque tenemos que transmitir a nuestros hijos el misterio del amor entre las personas, la historia de la sexualidad humana. Y la reproducción animal no permite acercarse a ella”.
Una nueva necesidad
Ante la explosión de la pornografía y la exposición cada vez más precoz de los niños, el autor recomienda nombrar, sin extenderse mucho, las palabras que designan los genitales. El objetivo es "envolverlos en belleza, darles toda su nobleza", para demostrar que no pertenecen al vocabulario pornográfico que los ensucia.
Parlons d'amour à nos enfants, Inès Pélissié du Rausas, Artège, octubre de 2019, 22 euros. Encuéntralo en las librerías o en amazon. También dispones de títulos de esta autora en español.