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El bonito poema de un arzobispo a las madres

PERU
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Pablo Cesio - Aleteia Perú - publicado el 11/05/22
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El autor es el arzobispo de Lima, Carlos Castillo, y su obra se titula: "Todavía Cántanos, Mamá". Una magnífica dedicatoria en días donde en varios países se homenajea a las madres

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Monseñor Carlo Castillo, arzobispo de Lima nacido el 28 de febrero de 1950, es autor de varios libros y artículos de carácter teológico (ver biografía aquí). Sin embargo, recientemente cobró trascendencia un trabajo que tocó los corazones de las madres en Perú.

En efecto, Castillo se transformó en el autor del poema “Todavía Cántanos, Mamá”. A través de estas letras, según indicó el propio Arzobispado de Lima, lo que buscó fue saludar a las madres, en especial a las enfermeras, médicas, bombearas, policías, personal de limpieza y voluntarias. Lo propio con respecto a “todas las madres de las ollas comunes y a las madres de la pandemia, que, con sus vidas, siguen dando testimonio de Jesús Resucitado”.

Junto con la presentación del poema, también se difundió un video en el que aparecen diversas imágenes en Perú acompañadas por la voz en off de Castillo.

En días donde varios países de América Latina, lo mismo en sitios como España, han homenajeado (y siguen celebrando próximamente) a las madres, bien vale la pena reproducir este bonito poema que un arzobispo decidió regalar.

Todavía cántanos, Mamá (Poema del Arzobispo de Lima):

Mami,
parece que ya respiramos
como cuando nos dabas tu aliento
y estábamos dentro de ti,
parece que ya cantamos
como cuando tu voz ordenaba los ruidos
gracias a tu timbre encantador.
Parece que ya vivimos
como cuando fluía tu sangre en nosotros
y nos preparabas para nacer,
fluir, cantar, respirar.

Mamita, parece que el virus se fue
gracias a la fuente nutricia de tu amor,
la que, cuando nacimos,
asistió nuestro luchar
para no morir de maldad.

Hace un año te pedí,
Mamá, que nos cantaras.
Necesitábamos tu fuerza y tu encanto,
y nos diste
el compartir y el cocinar
el donar y alimentar
el llenar la olla y abrazar
el hacer cola y dejarnos vacunar.

Te cuento ahora, madre,
que aún frágiles,
todavía te escuchamos,
como en las noches de tu arrullo,
las mañanas tocando mi puerta,
o de día…mientras silbabas y cocinabas,
o bailando barrías
o a croché tejías.

Sabes madrecita,
hubo quien se preocupó por todos,
y después de impases,
trajo vacunas para sanarnos.
Alguien con entrañas
como tu patria, madre,
olvidado de sí mismo
y entregado a la causa de tu canto.

Sí, empezábamos a estar mejor…
Pero Mamacha,
algunos pocos
cogen y lanzan
gritos y no cantos
enconos y no esperanzas
enredos y más dolor.
Nos colocaron
en una aventura arriesgada
sin tus entrañas.
Un canto sin encanto
que embruja y engaña.

Mamacita, solo nos queda tu canto,
esa música tuya que nos enamora,
que entonamos hasta en los estadios
y recorre nuestro mundo.

No permitas que nos despedacemos,
que la ambición nos corroa
y sea mayor que la amistad,
que la costumbre y maltrato
sea más que tu delicado tratar.

Mamita linda,
hoy te saludamos tus hijos,
y saludamos también a Aguchita,
como hace siglos a Rosa.

Mamacita,
llena de gracia, amor y bondad,
te saludamos a ti, con la que siempre está Dios,
y eres bendita entre todas las mamás de este día,
como es bendito Jesús, el fruto de tu vientre,
que nos hace benditos hermanos
engendrados en amor.

Madre, nuestra y de Dios
ruega por nosotros tus hijos,
pobres pecadores del Perú,
ahora y en esta hora de muerte
para que tu canto nos resucite de ella
y seamos hermanos…para vivir en tu paz y tu luz.

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