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El cuerpo sin vida del padre Rivas – quien se encontraba en calidad de desaparecido desde el pasado domingo 15 de mayo – fue encontrado el martes en un paraje denominado Cañadas del Sol, en Hacienda Santa Verónica, en el municipio de Tecate, Baja California, muy cerca de la frontera con Estados Unidos.
Hasta el cierre de edición, las versiones sobre la muerte del padre Rivas y de un acompañante son contradictorias. Mientras que el presidente municipal de Tecate, Darío Benítez maneja la hipótesis de una explosión ocurrida en el automóvil en el que viajaban, el fiscal general de Baja California, Ricardo Iván Carpio, mantiene la hipótesis de un doble homicidio.
Cabe señalar que según versiones periodísticas y de medios locales, el cuerpo del padre Rivas, tanto como el de su acompañante, presentaban golpes contusos en diversas partes del cuerpo; lo que hace presumir de un asesinato con violencia, propio de las bandas delictivas que operan en la zona, una de las zonas de mayor tráfico de estupefacientes de la frontera norte del país.
Como suele suceder en México, en los casos de sacerdotes asesinados, hasta el momento no existen ni pistas ni detenidos por la muerte del padre Rivas y de quien lo acompañaba. En general, en el país, nueve de cada diez asesinatos quedan impunes; y en el caso de miembros de la Iglesia, prácticamente quedan impunes la totalidad de ellos.
El arzobispo de Tijuana, Francisco Moreno Barrón, lamentó los hechos. Y recordó el servicio que por 25 años prestó el padre Rivas en el movimiento de Renovación Carismática Católica; en la comunidad de la Casa del Migrante de Nuestra Señora de Guadalupe; y en la parroquia de San Judas Tadeo, en el municipio de Tecate, donde se desempeñaba como párroco.
Según el recuento de estos crímenes que lleva a cabo el Centro Católico Multimedial, los otros cuatro asesinatos desde diciembre de 2018 corresponden a los sacerdotes José Martín Guzmán (23 de agosto de 2019); José Guadalupe Popoca (30 de agosto de 2021); Gumersindo Cortés (28 de marzo de 2021) y fray Juan Antonio Orozco (12 de junio de 2021).
Si a los asesinatos se agregan los secuestros, las extorsiones, los amedrentamientos y las amenazas sufridas por los sacerdotes mexicanos, pone al país como el más peligrosos de todo el mundo para ejercer el sacerdocio. El martirio de la Cristiada es, ahora, el martirio del crimen organizado, avalado por la enorme impunidad de que gozan los criminales en México.