Comenzó la Semana Laudato si’, que se celebra hasta el próximo domingo 29 de mayo, promovida por el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, en el séptimo aniversario de la Encíclica del Papa Francisco sobre el cuidado de la creación (24 de mayo de 2015).
Una serie de celebraciones globales y conversatorios centrarán las jornadas de la Semana Laudato si’, en las que se tratarán temas como el clamor de los pobres, la ciencia de la conservación ecológica, la biodiversidad y las voces de los pueblos indígenas. Aquí el programa de los eventos oficiales:
A continuación, recordamos las claves para poner en práctica la encíclica social ‘verde’ del Papa Francisco y promover una nueva ‘ciudadanía ecológica’. Se encuentran presentes en el documento: “En camino hacia el cuidado de la casa común”, elaborado por la Mesa Interdicasterial de la Santa Sede sobre la ecología integral.
El texto plantea - en la línea del pensamiento del papa Francisco- que todo está interconectado y la crisis actual de la pandemia no es una excepción, no existen crisis separadas, sino una sola; hay una única y compleja crisis socio-ambiental que invita a la ‘familia humana’ a una ‘conversión ecológica’.
Se trata de un cambio de mentalidad que exige el cuidado de la vida y de la Creación hasta sus ultimas consecuencias. Pero, no desde el antagonismo nacionalista o de Estados aislados con sus propias versiones sobre el Cuidado de la Casa Común, sino sobre la necesidad de un cambio que requiere diálogo y una consciencia común sobre los problemas del mundo.
1Bienestar individual, colectivo y del medio ambiente
Por ahora, el texto está solo disponible en italiano, a la llegada de la traducción en español. La primera parte insta a una educación integral que presenta trabajo, servicio y contemplación. La educación para obtener resultados en el conocimiento que ponen en relación una verdadera integración entre el bienestar individual, colectivo y del medio ambiente.
Defender el aíre, la tierra o el agua no es una cuestión panteísta, sino una coherente línea doctrinal de la iglesia en defensa de la vida y del bien común. Esto significa defender la naturaleza, que es, a su vez, una defensa de todo el ser humano.
2Pecado contra la vida humana
La Santa Sede reitera que los daños al medio ambiente debido a intereses egoístas, mezquinos o meramente económicos equivalen a un “pecado contra la vida humana” misma y significa también comprometer negativamente el futuro de las nuevas generaciones.
Francisco ha planteado que la “cultura del descarte” debe trasmutarse en una “cultura de la vida”, pues no se puede pretender estar sanos en un mundo enfermo. Esto significa además subrayar el compromiso de la Iglesia por la defensa de la familia, núcleo de vida, y, al mismo tiempo, considerarla promotora de una “ecología integral”.
3La familia, núcleo educativo para una ecología integral
Dos palabras claves al respecto: fecundidad y comunión. El núcleo de la sociedad tiene el deber de educar para proteger el dono de la creación y promover el desarrollo integral. En otras palabras, concebir la familia como la primera universidad para la defensa de la vida y de la Casa Común.
La Santa Sede afirma que para poner en práctica Laudato Si’ se necesita de otro núcleo duro a contacto con los niños y jóvenes: las escuelas y las universidades. Educar a las nuevas generaciones para desarrollar la capacidad del pensamiento critico y actuar con responsabilidad.
En este plan de acción a favor de la Casa Común, la escuela, la familia y la parroquia son los lugares para la formación de las mentes, los corazones y alzar los brazos de los jóvenes y niños para actuar y concientizar en la aplicación de la “ciudadanía ecológica”.
4Ciudadanía ecológica y pacto educativo
El Papa apuesta por un verdadero "pacto educativo” para que los niños y los jóvenes vean el problema de la contaminación y del cambio climático como una cuestión que los une. Esto es superar la sociedad del individuo para promover una ‘cultura del encuentro’ y de las ‘relaciones’.
En esta línea, promover "una educación permanente” que active una ciudadanía ecológica como salvaguarda de la creación como responsabilidad de todos y útil para salir de la lógica de los Estados que adhieren o no a las grandes ‘resoluciones’.
Se necesita unir a las personas en acciones solidarias y comunitarias para "superar el deterioro del Planeta”. En este sentido, "el compromiso de cuidar la casa común es una parte integrante de la vida cristiana” y sano motivo de diálogo con otras religiones.
5Evitar el desperdicio de agua y alimentos
En la segunda parte del documento, la Santa Sede insiste en la ecología y el desarrollo integral. En el texto hay una atención especial a evitar el desperdicio de recursos y alimentos, además del agua pues se trata de una verdadera injusticia. “El alimento que se desecha es como si se robara de la mesa del pobre” (LS, 50).
La defensa de la agricultura sostenible es otro factor de diálogo y reflexión, evoca la educación alimentaria para una producción de comida sana y suficiente para todos.
La Santa Sede insiste en la defensa de la dignidad de los campesinos y de los recursos naturales. Admite la necesidad de defender no solo los recursos naturales, sino también la calidad de los productos agrícolas.
6Acaparamiento de tierras y cuidado de los océanos
El documento asimismo habla sin tapujos del problema del acaparamiento de tierras, y alerta de los mega proyectos agroindustriales contaminantes. La Iglesia Católica insiste en el mensaje del Papa de defender la biodiversidad.
Entretanto, se hace un llamamiento por el acceso al agua, por ser "un derecho humano esencial". Así que nada de desperdicios o de privatización de este bien de la humanidad.
Igualmente, el texto invita a reducir los gases de efecto invernadero, la polución e insta a usar energías renovables y limpias para evitar el uso de fuentes energéticas contaminantes como el carbón.
Proteger a los "pulmones azules del planeta”, es decir mares y océanos, es parte del plan de la ecología integral del Papa Francisco. Plan que incluye promover una "economía circular”, reutilizando materiales, pues el “desecho”, en cambio, tiene un valor en la cadena virtuosa de mantener limpio el Planeta.
Las finanzas y la economía deben hacer cambios sustanciales a favor del bien común y para buscar soluciones a la pobreza. "La misma pandemia del Covid-19 muestra cómo hay que cuestionar un sistema que reduce el bienestar o permite una gran especulación, incluso en las desgracias, volviéndose contra los más pobres".
Aquí, la Santa Sede también señala con el dedo los paraísos fiscales o las instituciones financieras cómplices de una ‘economía que mata’ pues amplia las brechas del pasado. Por ejemplo, negando el crédito a los más pobres.
El texto de 227 páginas, se centra en la salud, calificándola “una cuestión de equidad y justicia social" y reafirmando el principio del derecho a los cuidados. "De hecho, al tiempo que se degradan las redes ecológicas también se degradan las redes sociales y en ambos casos son los más pobres los que pagan las consecuencias".
Entre las sugerencias formuladas figura un examen de los peligros asociados con "la rápida propagación de epidemias virales y de origen en bacterias " y la promoción de los cuidados paliativos.
En la conclusión del documento, se insta a repensar un “mundo único y un proyecto común” a través del “ingenio” utilizado “para un enorme desarrollo tecnológico” que tenga la “capacidad de encontrar” soluciones de “gestión internacional” para resolver “los graves problemas ambientales y sociales”.
“El llamamiento a un diálogo honesto y coherente sobre el bien común, capaz de potenciar el multilateralismo y la cooperación entre los Estados y destinado a evitar los peligros de la instrumentalización”.
Y por último, el documento reitera que la ecología integral tiene una amplia visión del presente y el futuro, pues ”no podemos hablar de desarrollo sostenible sin solidaridad entre las generaciones”. Esto es pensar en que planeta dejaremos “a las generaciones futuras”.