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Carlos Villa Roiz, ha ejercido el periodismo, principalmente en televisión. Durante más de 40 años, cubriendo distintas fuentes, entre ellas la religiosa. Es autor de 14 libros con temas históricos y religiosos. Ha realizado cobertura internacional en varios eventos; fue subdirector de información en la Arquidiócesis de México.
Ahora ha publicado San Juan Diego, su mundo y su tiempo, un texto llamado a ser un referente en los estudios sobre San Juan Diego en particular y sobre la historia del siglo XVI en la Nueva España, raíz e identidad del México mestizo. Y lo hace analizando, de manera exhaustiva, el contexto sobre el cual se desarrolló el acontecimiento guadalupano.
¿Qué aportes integras en tu libro que te parezcan novedosos en el corpus de estudios sanjuandieguinos?
Es posible conocer algunos detalles de la vida de San Juan Diego si se estudia el período en el que él existió, y que abarca de 1474 a 1548. Él formó parte de las comunidades indígenas de habla náhuatl, y que, por aquellos años, debieron presenciar eclipses, fuertes sismos, épocas de sequía, plagas, inundaciones y guerras locales porque, el Señorío de Texcoco, al que pertenecía, formaba parte de la Triple Alianza con Tenochtitlán y Tacuba, de modo que, aunque se desconocen los detalles de su vida, estos datos históricos ayudan a entender mejor su perfil humano, y las causas por las que fue uno de los primeros conversos en Nueva España.
El Nican Mopohua y el Nican Motecpana son las fuentes primarias de su vida y de las apariciones en el Tepeyac, pero hay libros complementarios que, si bien, no lo mencionan, hablan de su mundo y de su tiempo. Algunas de estas fuentes son los Anales de Cuauhtitlan; Historia de las Indias de Nueva España de Fray Diego Durán; las Relaciones de Chalco Amecameca de Chimalpaín, la Crónica Mexicayólotl de Tezozomoc, que mencionan año por año, los acontecimientos que iban ocurriendo y son todas estas fuentes serias y confiables.
Hay otros autores que también aportan datos relevantes sobre el mundo indígena de aquellos años: Sahagún, Motolinia, Mendieta, Torquemada, Bernal Díaz, Oviedo, Bartolomé de las Casas, etcétera. Todos ellos aportan información de interés que permite saber los acontecimientos de los que pudo ser testigo San Juan Diego.
¿Qué sabemos con precisión de su vida?
San Juan Diego nació durante el gobierno de Axayácatl; le tocó vivir el auge y el ocaso de la casa real de Tenochtitlan y de Texcoco. Conoció el reinado de dos monarcas españoles: Carlos V y Felipe II; 6 tlatoanis de México, 7 de Texcoco, 2 de Tlatelolco, 5 gobernadores de indígenas, 2 Audiencias de Nueva España, un Virrey, 5 pontífices en Roma, un arzobispo en México y dos obispados más.
Vio llegar a 3 órdenes religiosas, la fundación de 4 colegios, la biblioteca de la Catedral de México y las conventuales, el inicio de la imprenta, de la Casa de Moneda y el abandono del cacao y de las mantas como mercancías de cambio, el inicio de la inquisición episcopal, el descubrimiento de Filipinas; el surgimiento e implantación de varias leyes; 5 ciudades surgieron en mismo año de las apariciones: Puebla, Querétaro, San Juan del Río, Culiacán y Mazatlán, y, para 1534, ya había 5 “Doctrinas” de indios en la Ciudad de México.
También vio surgir a 4 hospitales y sobrevivió a 3 epidemias, una de las cuales, mató a su tío (Juan) Bernardino, pero el evento más importante de su vida fueron las apariciones de la Virgen de Guadalupe.
También hubo de presenciar o conocer los sacrificios humanos que practicaban los nahuas…
Si bien la idolatría y los sacrificios humanos daban a los indígenas un perfil bárbaro y salvaje, se debe tomar en cuenta que los primeros mártires de la Iglesia fueron torturados y ejecutados de manera similar a las prácticas rituales de los indígenas de Mesoamérica: los flechaban, los asaban vivos, y no hay gran diferencia entre morir en la piedra gladiatoria de Tenochtitlan o los combates que se llevaban a cabo en Roma, como un simple espectáculo para alegrar a una sociedad en decadencia.
Es cierto, y también lo es que sus contemporáneos no estaban exentos de haber desarrollado lo que ahora llamamos una civilización…
En México, se realizaron obras sorprendentes como las calzadas de varios kil ómetros sobre el lago de Texcoco, con hasta 11 metros de profundidad, y un dique que contenía las aguas. Los indígenas tenían escuelas, libros, hacían mediciones astronómicas, conocían de matemáticas, y medicina, y de todo esto pudo haber tenido conocimiento Juan Diego. esta investigación ayuda a comprender mejor, no tan solo su perfil humano, sino el de todos los indígenas de aquellos años.
¿Qué relevancia tiene situar a San Juan Diego en un contexto histórico
mucho más amplio?
Juan Diego vivió el abandono de lo prehispánico: sus dioses, el calendario que marcaba su vida ritual y civil, la cultura apegada a la tarea de alimentar dioses inexistentes con sacrificios humanos, sus expresiones artísticas, y sin duda, esto fue un trauma que los llevó a tal orfandad tal que la Virgen de Guadalupe vino a llenar ese vacío y fue aceptada con facilidad como una madre amorosa, quien quería mostrar a su hijo, un Dios que no exigía sangre humana, sino que, por el contrario, dio la suya por la humanidad.
A través de mi libro, voy analizando las grandes contradicciones teológicas entre el mundo prehispánico y el cristiano, de la cuales, solo menciono una: la dualidad en la que creían los indígenas, pues era obvio que había sol y luna, hombre y mujer, bien y mal, y los frailes hablaban de una Trinidad. Por otra parte, entre los indígenas había semillas del verbo, incipientes sacramentos y costumbres buenas que ayudaron a la asimilación de los sacramentos y costumbres cristianas, como es el caso del bautismo y el matrimonio, aunque estos fueron reorientados a una nueva forma de ser humano.
¿Qué papel jugó San Juan Diego en la evangelización de la Nueva España?
San Juan Diego dio testimonio de las apariciones del Tepeyac, y por fortuna, su relato fue retomado por Antonio Valeriano, autor del Nican Mopohua. Pero fue Dios y la Virgen quienes hicieron la mayor tarea al volver más sensibles a los indígenas a las prédicas de los frailes, que aun siendo muy pocos y divididos inicialmente en 4 conventos de la Provincia del Santo Evangelio, hicieron maravillas.
Una década después de la conquista, ellos ya habían aprendido el náhuatl y otras lenguas; la comunicación personalizada era más directa y, sobre todo, predicaban con el buen ejemplo, a diferencia de los encomenderos.
Juan Diego daba testimonio de la aparición y del mensaje maternal de la Virgen, y si bien, ella solo era conocida por el relato oral, pues solo se podía conocer a la guadalupana en el Tepeyac, poco a poco se fue difundiendo la devoción a María de Guadalupe. El Mapa de Upsala muestra que había dos veredas que conducían al Tepeyac, una zona apartada en la segunda mitad del siglo XVI, donde los indígenas se ganaban la vida con la agricultura, comerciando la sal y tejiendo fibras en petates y cestos.
Finalmente, ¿qué le dice Juan Diego al mundo católico del Siglo XXI?
San Juan Diego es uno de los 7 indígenas de América que han sido elevados a los altares, y que son ejemplo de santidad, principalmente entre las más de 60 etnias que aún existen en México. Pero también es ejemplo de vida como laico al servicio de la Iglesia, de la Virgen y su Hijo Jesucristo, por quien se vive.
San Juan Diego, su mundo y su tiempo, es una publicación de Fiat Corazón de María, y se puede adquirir mediante el contacto www.fiatcorazondemaria.com