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El papa Francisco lamentó que vivimos en una “sociedad del cansancio”, pues “el progreso y el bienestar carentes de justicia nos han robado las energías para hacer el bien”. Lo dijo durante su catequesis en la audiencia general del miércoles, 25 de mayo de 2022, en la plaza de San Pedro.
“Aunque la ciencia avance, la guerra sigue causando estragos”. Por eso, describió otra enfermedad del alma: la vanidad del conocimiento, es decir, la “acedia”. En este sentido, exhortó a escuchar a los ancianos.
Ellos “después de haber experimentado tantas cosas en sus vidas”, nos enseñan “que aún hay esperanza para el amor y para la fe, la que nos protege del desencanto”.
Brujería y superstición
Sin mirar las hojas que tenía en las manos, afirmó: “Es curioso en esta cultura del conocimiento, de saberlo todo, incluso en la precisión del conocimiento, se han extendido tantas brujerías, pero brujerías cultistas, brujerías con cierta cultura, pero que te llevan a una vida de superstición.
Por un lado, para avanzar inteligentemente, en el conocimiento de las cosas hasta sus raíces, el alma necesita algo más y toma el camino de la superstición y termina en la brujería”, concluyó.
Asimismo, denunció el “cinismo de la razón enloquecida e ideologizada, que se basa solo en la “verdad científica”, sin sensibilidad ni moralidad, es decir, sin pasión por la justicia”.
El conocimiento que nos exime de la moralidad, pronto se convierte en una parálisis del alma.
Enfermedad del alma: acedia
Francisco evocó otra “enfermedad del alma”, “que de pronto descubre la vanidad del conocimiento sin fe y sin moral, la ilusión de la verdad sin justicia. La llamaban “acedia”.
Y esta es una de las tentaciones - explicó el Papa - que golpea a “todos”. “No es simplemente pereza, es más que esto. No es simplemente depresión, es más que esto. Más bien, es la rendición al conocimiento del mundo sin más pasión por la justicia y la acción consecuente”.
“El vacío de sentido y de fuerzas abierto por este saber, que rechaza toda responsabilidad ética y todo afecto por el bien real, no es inofensivo. No solamente le quita las fuerzas a la voluntad del bien: por contragolpe, abre la puerta a la agresividad de las fuerzas del mal.”
Una cultura que presume de medir todo y manipular todo termina por producir también una desmoralización colectiva del sentido, del amor, del bien.
Sociedad del cansancio
El Papa miró a los fieles presentes y les pidió reflexionar sobre este concepto: “Somos la sociedad del cansancio”. “Teníamos que producir bienestar generalizado y toleramos un mercado sanitario científicamente selectivo.
Teníamos que poner un límite infranqueable a la paz, y vemos sucesión de guerras cada vez más despiadadas contra personas indefensas.
La ciencia progresa, naturalmente, y es un bien. Pero la sabiduría de la vida es otra cosa, y parece estancada”.
Entretanto, sostuvo que la “razón anafectiva e irresponsable también quita sentido y energías al conocimiento de la verdad”.
“No es casualidad que la nuestra sea la época de las fake news, de las supersticiones colectivas y las verdades pseudo-científicas”, expresó.
Si los ancianos, que ya han visto de todo, conservan intacta su pasión por la justicia, entonces hay esperanza para el amor, y también para la fe
La sabiduría de los ancianos
“¡Los ancianos llenos de sabiduría y humor hacen mucho bien a los jóvenes! Los salvan de la tentación de un conocimiento del mundo triste y sin sabiduría”, afirmó el Papa ante miles de peregrinos y de fieles presentes en la Plaza de San Pedro en una mañana soleada y calurosa.
El Papa reflexionó sobre la vejez, y hoy hizo su meditación basado en el Libro del Eclesiastés o Cohélet, otra “joya que encontramos en la Biblia”. El autor del Qohelet vivió en siglo III antes de Cristo, cuando la cultura griega penetraba en el mundo judío.
Así, subrayó “su famoso estribillo: «Todo es vanidad», todo es “niebla”, “humo”, “vacío”. Una lectura que habla del misterio de Dios y el peso de su silencio: el hombre es un ser mortal y limitado.
¡Los ancianos llenos de sabiduría y humor hacen mucho bien a los jóvenes! Los salvan de la tentación de un conocimiento del mundo triste y sin sabiduría.
Con motivo de la fiesta de la patria en la Argentina, Francisco al final saludó a los fieles y peregrinos; sus compatriotas, presentes en la Plaza de San Pedro, quienes lucieron banderas argentinas y manifestaron coros de alegría y gozos.