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“La gran mayoría no está de acuerdo con el vandalismo de la protesta, confiamos en Dios en que esto pasará pronto”, había expresado recientemente a Aleteia una fuente vinculada a la Iglesia en Ecuador.
Esas palabras –poco antes de que la Iglesia pidiera una “tregua” a través de una rueda de prensa- retumbaban en medio de la fuerte violencia desatada tras el inicio de las protestas el pasado 13 de junio con el mayor movimiento indígena del país, la Confederación de Nacionalidades Indígenas de Ecuador (Conaie), como protagonista.
El balance hasta el momento no es para nada alentador. Según informan este 25 de junio medios locales como El Comercio, “la posibilidad de un diálogo inmediato” entre gobierno y manifestantes se “diluyó”.
En las últimas horas, por ejemplo, el presidente Guillermo Lasso anunció que las fuerzas del orden aplicarían el uso progresivo de la fuerza. Y en zonas como la Casa de la Cultura, donde hubo enfrentamientos entre manifestantes y la Policía, se lograron replegar las protestas, las instalaciones fueron evacuadas.
Mientras tanto, el dato más duro desde el comienzo de las manifestaciones: cinco muertos (hasta este 25 de junio) y más de 200 heridos.
“¡Es hora del Ecuador!”
Este 24 de junio, en la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, la Conferencia Episcopal Ecuatoriana (CEE) emitió un nuevo comunicado en el que hace referencia a “la justicia social como meta” y “el respeto al orden constituido, el camino”.
“La legítima manifestación de descontento, por la situación de abandono y de injusticia de estos días, es una expresión del camino que aún tenemos que recorrer como nación para atender a todos, especialmente a los más vulnerables”, expresan los obispos.
“Cada uno de nosotros somos responsables de haber mirado al otro lado cuando la salud, la educación, los alimentos, el salario justo no eran un bien de todos, sino de pocos”, prosiguen.
Los obispos insisten en su mensaje que es “injustificable que la lucha social se manche con la presencia de grupos armados criminales que buscan sembrar el caos, el terror y la desestabilización por las calles” de Ecuador.
“Es injustificable que la búsqueda de mejores días para todos se contamine con la proterva intención de desestabilizar el orden democrático, legalmente constituido, sea desde la calle o desde los intereses departidos o grupos”, señalan.
“¡Es hora del Ecuador! ¡No hay tiempo que perder! Es hora de que todos nos comprometamos a hacer de la fraternidad una verdadera acción política, de la sensatez y la verdad nuestra manera normal de actuar, de la paz y el diálogo nuestro único camino. Es hora de que gobernantes y gobernados podamos hacer una opción por la vida, por la defensa de los más vulnerables, por el progreso en equidad para todos”, añaden.
Defensa del orden constituido
“Nos comprometemos a poner en el corazón de nuestra acción la defensa de los derechos de los pueblos y comunidades indígenas y de todos los ecuatorianos, así como también a defender el orden constituido, como el único marco político y social para solucionar nuestras diferencias”, concluyen los obispos.
El mensaje del Celam, el diálogo
En sintonía con los obispos de Ecuador, el Celam también se pronunció en las últimas horas con respecto a la situación actual cargada de violencia y enfrentamientos.
“Ante esta situación que se repite (en referencia al estallido de octubre de 2019 que incluyó hasta un mensaje del propio papa Francisco), los obispos de América Latina y el Caribe sumamos nuestra voz a la de tantas personas y organizaciones que claman por caminos de diálogo y paz”, recuerda el Celam a través del mensaje firmado por su presidente, el arzobispo peruano Miguel Cabrejos, y el secretario general del organismo, el obispo argentino Jorge Eduardo Lozano.
“El diálogo es el camino más inteligente y fraterno”, insisten los obispos latinoamericanos con respecto a poder avanzar hacia la reconciliación y la paz con justicia social. “Un diálogo sincero que deponga la violencia y priorice el apoyo humanitario para dar paso a la escucha mutua y a la construcción de acuerdos en los que se escuchen las legítimas solicitudes de una atención seria de las necesidades de los más empobrecidos”, subrayan los obispos del Celam (mensaje completo aquí).
Más universidades como “zonas de paz”
Este 24 de junio, quien también se involucró en lo que está aconteciendo en Ecuador fue la propia Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE). Desde ese día abrió un albergue para ayuda humanitaria en el centro de Quito. Lo hace, recuerda otra nota de El Comercio, a petición del padre Gustavo Calderón, vice gran canciller de la universidad. En ese sentido, también se recuerda, la apertura del albergue se dio gracias a la colaboración con el Centro Familia de Familias y el apoyo de la Pastoral Social de Cáritas.
De esta manera, ese centro educativo vinculado a la Iglesia, se declara como “zona de paz” y se ha sumado a lo hecho días atrás por la Universidad Politécnica Salesiana (UPS), que también ofreció el campus Girón como “zona de paz y acogida humanitaria”.