Para ayudar a Aleteia a continuar su misión, haga una donación. De este modo, el futuro de Aleteia será también el suyo.
Puede suceder que, por pereza o por cuestionamiento personal, los hijos abandonen el camino de fe que los padres les habían trazado, lo que es fuente, para muchos, de grandes sufrimientos. Descubre una oración para estos padres cuyos hijos han elegido un camino diferente.
¡Oh Señor! por nuestro hijo
elevamos nuestras oraciones;
Haz que sepamos, los padres,
elevarlo en tu Luz
según tu Libro esclarecedor;
Haz que en estos días llenos de noche
donde se pierden los puntos de referencia
y se ríe por aburrimiento,
se reencuentre a Nuestro Padre,
¡se ensanche nuestra fe!
Haz que en estos momentos de deambular
nuestros jóvenes encuentren tu rastro,
que descubran la esperanza,
el sentido de una vida en Cristo,
¡la alegría de un arco en salida!
Señor, nuestro hijo anda errante;
pon su camino en tus huellas
para que llegue a tu estación,
tu estación y tu hogar;
¡Que se vista con tu luz!
Sobre montones de engaños,
muéstrale tu Verdad,
por tus santas escrituras,
por caridad,
¡por un gran sermón!
Señor, nuestro hijo es tomado
a través de los torbellinos del mundo;
que tu Espíritu pacificador
caiga sobre él y lo inunde
¡Y se enamore de Ti!
Que tu mirada luminosa
le trace el buen camino;
que tenga un nuevo comienzo,
que se levante y te vea
¡Acércate desde todas partes!
En medio de todo este ruido
que escuche tu Palabra,
que saboree su buen fruto;
que se aliste en tu Amor,
¡Y luego reclute a otros!
Haznos disfrutar del festín
de Mónica, la muy santa
madre de san Agustín,
quien, por sus largos lamentos,
puso a su hijo en tu camino.
Como ella, que perseveremos
en la fe, y cada más,
por nuestros deseos, por nuestras oraciones,
para obtener la salvación
de nuestras familias, ¡tan queridas!
Para ganarles un lugar
en el Cielo, por su conversión,
gracias a nuestras acciones de gracias,
y gracias a la intercesión
de Mónica, a las santas huellas…
dejados por su hermosa aura
en el río de lágrimas
donde Tú les anunciarás
Señor, con tu voz encantadora:
“¡Allá donde estés, Él estará!”.