Cinco monasterios se encuentran entre los 49 lugares españoles reconocidos oficialmente por el Fondo de las Naciones Unidas para la Educación y la Cultura (UNESCO) como “patrimonio de la humanidad”.
Blogs de viajes, libros de texto o enciclopedias presentan la apasionante historia de estos lugares; subrayando en particular su estilo arquitectónico, o su impacto en la civilización europea.
Lo que se olvida, en ocasiones, es que no se trata de museos, o vestigios arqueológicos.
Todos ellos están animados por comunidades religiosas, que desde sus orígenes hasta hoy han mantenido su legado espiritual y cultural; a pesar de que han sido expulsados por las autoridades civiles en un determinado momento de la historia.
Veamos cómo son estas comunidades religiosas que siguen mostrando cómo el Evangelio es capaz de crear una cultura humanizadora.
1Monasterio de San Lorenzo de El Escorial
El Monasterio de San Lorenzo de El Escorial ha desempeñado un papel tan importante en la historia de España y de Europa, que incluso los libros de texto parecen olvidar que constituye ante todo una comunidad monástica.
Fundado por monjes de la Orden de San Jerónimo, está animado actualmente por frailes de la Orden de San Agustín.
Cuando Felipe II levantó este monasterio, se propuso en un principio convertirlo en un edificio de acogida de los restos mortales de su padre, el emperador Carlos V, fallecido en 1558.
Encargó su custodia y sufragios por su padre a una comunidad de monjes jerónimos. Ahora bien, según se fue levantando el edificio, se fueron forjando nuevos objetivos; como ser residencia real, centro de cultura, seminario de estudios, talleres de oficios, hospedería, hospital…
Durante casi tres siglos, los monjes jerónimos fueron el alma de este gran complejo arquitectónico. Con la desamortización de Mendizábal (1835-1836), que expropió los monasterios en España, El Escorial quedó a la merced del abandono durante medio siglo.
Gracias a la intervención de san Antonio María Claret, durante 9 años, y la llegada de los agustinos en 1885, se logró salir de ese marasmo y se dio nueva vida a este monumento.
Hoy día, 42 religiosos agustinos siguen cultivando el alma de este patrimonio de la humanidad.
La comunidad de frailes está integrada por sacerdotes y por religiosos jóvenes, en periodo de formación, que ya han emitido los votos temporales en la Orden de San Agustín. Con ellos viven también los niños cantores de su famosa escolanía.
2Monasterio de Santa María de Poblet
El Monasterio de Santa María de Poblet, ubicado en Cataluña, constituye una de las abadías cistercienses más grandes del mundo. Edificado en torno a la iglesia levantada en el siglo XIII, la vida de sus monjes no ha variado en lo esencial desde entonces.
De hecho, siguen la regla de san Benito de Nursia, emanada en el siglo VI. Los puntos fundamentales son perennes: la oración (en particular, la lectura orante de la Biblia, lectio divina), la vida fraterna, y el trabajo.
La jornada comienza con la oración de maitines (a las 5:15 de la mañana), que se celebra antes de la salida del sol; y que define la identidad más profunda de estos monjes: buscadores de Dios.
El trabajo de los monjes está dedicado básicamente al mantenimiento y limpieza del Monasterio, que al ser una verdadera atracción turística constituye también su principal fuente de ingresos.
Los monjes tienen firmado un convenio con el Estado español, que es el propietario del lugar, por el que están obligados a ponerlo a disposición de los visitantes.
Disponen igualmente de un huerto, un taller de encuadernación y un taller de cerámica. Hay monjes ocupados en oficios más especializados y absorbentes, como son los cocineros, el bibliotecario-archivero, el enfermero, el responsable de la economía, y otros.
3Monasterio de Guadalupe
Los sucesores de San Francisco de Asís son conocidos en todo el mundo por su carisma de acogida. Esto es lo que caracteriza precisamente la comunidad de frailes franciscanos que dan vida al Monasterio de Guadalupe.
El santuario comenzó su andadura a finales del siglo XIII, siendo inicialmente una pequeña ermita. El rey Alfonso XI dio la orden de construir el Monasterio (1340).
En 1389, fue entregado a los monjes de la Orden de San Jerónimo, quienes le animaron espiritualmente durante cuatro siglos, hasta que fueron expulsados por la desamortización, en 1835.
En 1908, los franciscanos llegan a Guadalupe con la difícil tarea de levantar este lugar tras tiempos oscuros de decadencia.
Franciscanos con muy pocos medios pusieron a disposición de la humanidad esta historia de fe y cultura de más de siete siglos; manifestada en su majestuosa biblioteca y librería; sus capillas musicales, su Scriptorium o Escritorio de libros miniados o "iluminados"; sus talleres de bordados, de orfebrería, su hospital, farmacia y sus obras artísticas.
En cierto sentido, la declaración de Guadalupe como patrimonio de la humanidad por parte de la UNESCO es un reconocimiento de la acogida franciscana, sin la cual este lugar hubiera quedado enterrado en el olvido de la historia.
4Monasterio de San Millán de la Cogolla
El Monasterio de San Millán de la Cogolla fue fundado en el siglo VI por san Millán, en La Rioja. Está formado por la comunidad de monjes que continúan la tradición iniciada por su eremita fundador.
De hecho, la herencia de la tradición benedictina, que lo fundó, y de la Orden de Agustinos Recoletos, que lo impulsó desde el siglo XIX, han consolidado este conjunto monástico como una fuente de interioridad que perdura hasta hoy.
Se trata en realidad de dos monasterios: San Millán de Suso (en castellano antiguo suso quiere decir arriba), que hoy no está habitado por monjes; y San Millán de Yuso (de abajo), conocido como el Escorial de La Rioja.
Tras la famosa desamortización de los bienes de la Iglesia, en el siglo XIX, llegaron al Monasterio de Yuso, en 1878, los Agustinos Recoletos, quienes se encargan de potenciar el legado espiritual y cultural de este complejo monástico.
En estos momentos, ofrecen retiros y ejercicios espirituales en un ambiente óptimo para el encuentro con uno mismo y con Dios.
A lo largo del año, más de cien mil turistas de todo el mundo visitan el monasterio.
El Escritorio de San Millán es uno de los más antiguos de Europa, y fue un centro de cultura muy importante. Muestra de ello es la magnífica colección de códices que conserva.
Entre los más importantes, hay que destacar el “Códice 60”, donde se encuentran las “Glosas Emilianenses”, algunas de las primeras palabras en vasco y en navarro-aragonés, por lo que el Monasterio de San Millán de la Cogolla es conocido como la “Cuna de la lengua”.
Cuando la UNESCO declaró este conjunto monástico como “patrimonio de la humanidad”, en 1997, reconoció implícitamente el trabajo de los monjes benedictinos y agustinos que, a lo largo de la historia, han dado vida a una gesta literaria y artística, iluminada por el Evangelio, que ha marcado la historia de Europa.