Los ojos de muchos agentes involucrados en la migración se han vuelto, finalmente, a la forma como entiende este fenómeno la Iglesia católica en Latinoamérica. Y en ese sentido, cobra relevancia el reciente comunicado de la Red CLAMOR y el Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM).
En principio, la Iglesia señala que el “endurecimiento” de las políticas migratorias en países receptores de migrantes (en el caso de América Central, México y Estados Unidos) “es ineficaz”. Lo demuestran las constantes tragedias –sobre todo en el cruce fronterizo entre México y Estados Unidos—que casi a diario enlutan a familias pobres de la región.
Construir un "nosotros"
En seguida, tanto CLAMOR como el CELAM, abogan por lo que ha abogado la Iglesia desde hace mucho tiempo (la de Estados Unidos ha sido ejemplar en ello) que es absolutamente necesario el fomento de una migración regular (que, al mismo tiempo que proteja las fronteras de los países receptores, le dé certeza a los migrantes que existe un proceso legal para integrarse a la vida y al trabajo en un país diferente al suyo.
A medida que van conociéndose las historias detrás de quienes fallecieron en el tráiler, llamado por los medios “el tráiler de la muerte” en San Antonio, se entiende con claridad que esas personas, muchas de ellas menores de edad, habían salido no para “quitarle el trabajo” a otros, sino para ayudar en sus familias. No veían otra oportunidad más que la de poner en peligro sus vidas para llegar a Estados Unidos.
El arzobispo de Trujillo y presidente del CELAM, Miguel Cabrejos dijo en quien firma el comunicado dijo: “Rechazamos los enfoques punitivos y ‘combatir’ a los migrantes irregulares como política migratoria y de fronteras, no solo por su ineficacia y altos costes financieros, sino sobre todo porque se traducen en más muertes y esclavitud en forma de trata, además, van en contra de un elemental sentido de humanidad y en contra del espíritu de un amplio 'nosotros' que el Papa Francisco nos llama a cultivar”.
Los migrantes que iban en el tráiler hacinados, fueron recogidos por una empresa “fantasma”, del lado estadounidense; entregados ahí por los “coyotes” que forman parte de bandas internacionales de trata de personas. Estas redes trabajan desde que los migrantes son “enganchados” en México hasta que los “entregan” a quienes los cruzan y éstos a quienes los llevan al interior de Estados Unidos.
No obstante el tráiler haya circulado por la carretera interestatal 35 del Estado de Texas, donde la autoridad migratoria y la policía de fronteras han instalado sofisticados equipo de detección, estos sistemas fueron burlados, lo que implica una “sofisticación” de estos criminales y un fracaso del sistema migratorio en general.
Velar por los niños
El principio sobre el cual se basa la migración desde la perspectiva de la Iglesia católica es el de la dignidad, y al ser la región latinoamericana y el Caribe la mayor expulsora de migrantes en el mundo, este principio deja de ser una cuestión de fe para volverse cuestión de respeto a la sacralidad de la persona.
“La vida de ningún ser humano puede convertirse en una mercancía a la que se le da un precio de mercado para enriquecer a las mafias criminales, muchas veces en complicidad con los organismos de seguridad de nuestros países”, denunciaron el comunicado.
La red CLAMOR, adscrita al CELAM, alzó la voz para señalar algo que, de ordinario, pasa inadvertido: el destino que le espera a los menores de edad, a los niños que conforman buena parte de las caravanas y los grupos que van a Estados Unidos y que en esta primer semestre de 2022 han roto todos los récords de detenciones en el país del Norte.
“Como Iglesia latinoamericana y caribeña y como Red CLAMOR nos preocupa el destino de los sobrevivientes, especialmente el de los niños/as, considerando los antecedentes de lo que ocurre con los niños migrantes en Estados Unidos”, subrayan en el mismo comunicado.
Derribar muros y construir puentes
Uniendo su voz a la de los Pastores del continente latinoamericano y el Caribe, la Red Clamor concluye: “Con el Papa Francisco seguimos apostando por el derribo de muros y por la construcción de puentes de solidaridad para combatir la cultura del descarte, hacer posible la amistad social y la fraternidad de los hijos e hijas de Dios, sin excluir a nadie, independientemente del color de piel, nacionalidad o estatus migratorio”.
Finalmente, una noticia no por esperada, menos importante para la migración centroamericana: el Tribunal Supremo de Estados Unidos falló este jueves 30 de junio el fin del programa “Quédate en México” que obligaba a la mayoría de los solicitantes de asilo a esperar la resolución de su caso en peligrosos campamentos para inmigrantes en México.