En el cuerpo del mensaje de Rodrigo Guerra López, Secretario de la Pontificia Comisión para América Latina en la Asamblea extraordinaria del CELAM, en Bogotá, Colombia 12 de julio de 2022, cuando se inauguraron las nuevas instalaciones de este Consejo que agrupa a los episcopados de América Latina y el Caribe, el funcionario vaticano de origen mexicano ha hecho una interesante comparación entre la sinodalidad a la que llama a la Iglesia católica el Papa Francisco y el acontecimiento guadalupano.
Guerra López recordó que el Papa señala que “la palabra ‘sinodalidad" no designa un método más o menos democrático y mucho menos "populista" de ser Iglesia. Estas son desviaciones.
"La sinodalidad no es una moda organizacional o un proyecto de reinvención humana del pueblo de Dios. Sinodalidad es la dimensión dinámica, la dimensión histórica de la comunión eclesial fundada por la comunión trinitaria.”
Lo que indica el Papa, dijo Guerra López en su mensaje ante el CELAM, de algún modo también ya está recogido “de manera misteriosa y sintética” en la presencia providencial de Santa María de Guadalupe entre los pueblos de América, región en la que se concentra casi la mitad del catolicismo del mundo.
Para Guerra López el acontecimiento guadalupano, es un hecho fundante y comunional. “A partir de 1531, dos pueblos que se encontraban profundamente enemistados y conflictuados, comienzan lentamente un proceso de reconciliación social y mestizaje; de incorporación a una rica vida eclesial, desde el amplio patrimonio de las culturas prehispánicas e hispano- lusitanas; y de génesis de una nueva síntesis cultural, pluriforme, diversa, y riquísima, que nos alcanza hasta hoy”.
En el mensaje guadalupano, tanto en la relación escrita en el siglo XVI por el indígena latinizado Antonio Valeriano, como en el lienzo sagrado que dejó estampado la Madre de Dios, en la tilma de San Juan Diego, el Secretario de la PCAL descubrió lo siguiente:
Al final de su alocución, Guerra López recalcó que la Virgen María de Guadalupe, “madre del verdaderísimo Dios por Quién se vive”, permita que en esta Asamblea extraordinaria, y en todo el caminar del CELAM hacia los jubileos de 2031 y 2033, “exista una renovada pasión por vivir al estilo de Jesús, en comunión y sinodalidad permanentes, siguiendo las huellas del humilde san Juan Diego.
Huellas que son de liberación integral de las personas y de nuestros pueblos, que tanto necesitan hoy reencontrarse con un Dios hermano y amigo, que nos reconcilie, y nos dignifique a todos”.
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