Veamos algunas de las más importantes, que hemos de considerar, para salir del vacío en que vivimos por ignorancia.
Una de ellas es dejar de vivir de fantasías e ilusiones y abrir bien los ojos a la realidad y poner los pies sobre la tierra. Así que más vale no quejarse, cuando la realidad se impone, ni te sientas decepcionado. Por algo suceden las cosas, hay que tomarlas tal y como son. Los más grandes valores de la vida, son muy concretos y específicos, no tienen que ver con tus fantasiosos sueños y tu ingenua imaginación. Muchos momentos de felicidad los obsequia Dios en la realidad del aquí y el ahora. Hay que dejar de estar esperando a que tus sueños se hagan realidad, sin ponerte a trabajar por ellos, es una tarea obligada, que día a día, hemos de emprender.
De igual manera, tendrás que aceptar que perdemos mucho el tiempo haciendo demasiadas cosas superficiales y hasta estúpidas, en vez de estar aprovechando cada día, en hacer lo importante y lo que sí vale la pena. Nos enojamos y hasta nos ponemos tristes por tantas tonterías, que dejamos pasar muchas cosas valiosas, por estar trabados en esas emociones negativas.
Si de plano no entendemos que lo superficial, no nos conduce a lo importante, seguiremos navegando por encimita de la vida, sin tomar su esencia, que es lo que verdaderamente es trascendente.
Se puede tener sexo con muchas personas y nunca verdaderamente hacer el amor.
Para poder dormir en santa paz y vivir tranquilo, necesitas dejar de sentirte culpable y peor aún, estar culpando a los demás, cuando sólo hay que aceptar que uno es el responsable de lo que nos pasa en la vida. Así que, mejor acepta las cosas como son y déjate de castigar.
Aprende a fluir, perdonándote
En vez de estarte quejando por lo que no tienes, mejor empieza por agradecer lo que ya tienes para que lo disfrutes tal y como es. Las personas difíciles y complicadas, con las que te topas o convives, tienen algo que enseñarte, a veces será la paciencia, otras la tolerancia, unas más la reconciliación y el perdón. En vez de verlas con desdén y tratar de alejarte de ellas, de mal modo, tal vez es una oportunidad de recibir una importante lección que te conduzca a ser mejor persona. Los momentos más complicados y difíciles que tienes en la vida, no son un problema que te ha sucedido, como si fuera un castigo. Sino es una oportunidad de despertar y reconocer que sólo no los vas a resolver y que te impulse a buscar ayuda al ser más humilde. De tal manera de que muchas humillaciones y derrotas, son un llamado a vencer tu orgullo y dejar morir tu ego.
Las dificultades pueden ser mensajes que te invitan a confiar más en ti, y si no les haces caso, se van a repetir, una y otra vez, hasta que escuches su lección.
A veces repetimos tantos errores, sin darnos cuenta, hasta que alguien nos los hace ver. No te enfades ni molestes, en realidad te están haciendo un gran regalo, para que ahora si los intentes corregir. Tus defectos y puntos vulnerables, los suelen ver mucho más claramente las personas que te rodean, especialmente tus críticos y enemigos. Toma en cuenta lo que te señalan, pueden ser de gran provecho sus comentarios, en vez de rechazarlos con molestia.
Recuerda que hay un viñador que poda y acomoda tus raíces para que crezcas mejor, dándote más lo que necesitas, que lo que quieres. Pide lo que te haga amar y que te abra los ojos, para dejar la ceguera de la ignorancia y veas en cada persona el corazón palpitante de un milagro más que agradecer. Aprecia lo sencillo y lo más simple, porque la alegría de vivir, está en cada momento, en cada respiración, en cada detalle. A dónde voltees, especialmente en tu corazón, está presente su misericordia y compasión. Hagamos caso a tantos sabios consejos, para ya dejar de terquear y poder vencer nuestro necio orgullo.
La experiencia es una gran maestra de la vida, vale la pena hacerle caso y sobre todo aplicarlo, para ir mejorando nuestra calidad de vida. Aceptar la realidad y gozar lo que tenemos, es maravilloso.
No esperes milagros, mira los que ya tienes a tu alrededor.