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Pasaron los años, una pandemia de por medio, pero la crisis humanitaria que viven venezolanos y cubanos –por ejemplo- que han tenido que dejar su país no se detiene.
Varios países de América Latina han tenido que afrontar el desafío de darle acogida a millones de personas que han atravesado las fronteras durante todo este tiempo y un claro ejemplo de esfuerzo y contención se puede encontrar a través de la Iglesia.
En Ecuador, más específicamente en la parroquia de San Sebastián del Centro Histórico de Quito, se sabe muy bien acerca del drama de los migrantes y cómo hacer para aliviar penas y necesidades.
A través de una nota firmada por José Colmenárez en la web de la Arquidiócesis de Quito, el encargado de contar lo que se ha estado haciendo en ese lugar –que sirve como ejemplo y para que sea visibilizado desde diversos lugares- ha sido el padre Fabián Camayo, párroco y rector del santuario «Señor de la Justicia».
Fue el padre Camayo quien subrayó que ante la presencia enorme de migrantes en el Centro Histórico de Quito, que además es reconocido por ser un sitio lleno de iglesias, patrimonio de cultural la humanidad y atractivo turístico, se han activado distintos planes de contingencia para con estas personas.
Como punto de destaque, ante la ausencia en ese sitio de la pastoral social Cáritas, el esfuerzo de los fieles y grupos de apostolado «que buscan siempre atender y ayudar a las personas necesitadas», tal cual indicó. Se trata de un trabajo que también cuenta con la colaboración de las Hermanas Corredentoras y miembros de las «Familias con Cristo».
«Puentes de solidaridad»
El trabajo y dedicación para no dejar a los migrantes abandonados en ese sitio de Ecuador también llega de parte de quienes visitan el santuario, a través de los cuales se pueden adquirir colchones, víveres, ropa, medicinas, además de otras ayudas técnicas.
Camayo afirmó también que en tiempos de Navidad o Semana Santa se realizan actividades con mayor convocatoria donde los beneficiarios no solo son migrantes, sino también personas que viven en situación de pobreza extrema en diversos barrios de la ciudad.
«Hemos llegado a atender a más de 500 personas», destacó el padre Camayo.
Por último, un objetivo de la parroquia: «construir puentes de solidaridad». Una labor que incluye a los benefactores del barrio, los peregrinos que llegan al santuario, quienes en definitiva no hacen más que alegran corazones y forjar esperanza en medio de la dificultad.
Aquí pues, un motivo más para visitar la parroquia de Quito si se está de paseo por esa hermosa ciudad y también poder colaborar. Una excusa para seguir atesorando buenas experiencias en el corazón y también poder replicar.
