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No hace falta extendernos mucho en las informaciones acerca de la tragedia que hoy enluta a Cuba y espanta al mundo. En la base de Supertanqueros de Matanzas se sigue luchando por extinguir un incendio de grandes proporciones que ha provocado las explosiones más graves de toda su historia industrial.
Cuba está preparada, históricamente, para los embates de vientos feroces que conocemos como ciclones y huracanes. Pero jamás había enfrentado estos accidentes que un país petrolero -que no lo es Cuba preferencialmente- puede sufrir, pero se esmera en evitar por las terribles consecuencias que supone y las dificultades para extinguir esas llamas, tarea que requiere de alta experticia y elevados recursos.
Que los rayos impactan frecuentemente en la zona de Matanzas, es cierto. Como también lo es la cuestionable calidad y el mantenimiento de los pararrayos que debían proteger cada uno de los depósitos de combustible de la bahía.
Poniendo el hecho en contexto: ideologías sobre el humanismo
En este caso, el fuego no se apaga y los esfuerzos siguen siendo infructuosos, lo que ha hecho estallar un segundo y un tercer tanque de combustible. Debido a esto , el número de heridos, muertos y desaparecidos podría aumentar.
Una de las razones es la tendencia, de larga data en el régimen cubano, de no aceptar ayuda -como se ha dicho también en esta ocasión- sino de «los amigos». En este caso quienes ya han hecho acto de presencia en el lugar de la tragedia, como equipos de Venezuela –cuya industria petrolera está diezmada y los accidentes son recurrentes- y de México, país con industria petrolera de larga data pero que, en estos momentos, requeriría ayuda del primer mundo para lidiar con un incendio de semejantes proporciones. Esos países son aliados ideológicos cuya ayuda cuenta pero no basta.
Lo importante acá es plantearse cuán preocupado está el gobierno castrista por la vida de la gente, de su gente. ¿Está primero el sufrimiento de los cubanos o la preservación de una dudosa dignidad de revolucionarios impenitentes, que prefieren la precariedad y la falta de ayuda adecuada al reconocimiento de una postura errada al denunciar un bloqueo que dejó de existir hace décadas?
«Es histórica la respuesta del régimen cubano ante todo cuestionamiento de incapacidad o fallas: Estados Unidos y el bloqueo tienen la culpa. Pero lo que hoy está en juego es mucho más que eso. Es la vida de cubanos desaparecidos luego de que fueron enviados al lugar del desastre sin los equipos ni la experiencia necesarias para actuar. Ello clama por una investigación transparente, de gente con la suficiente solvencia técnica. Y clama también porque se reconozcan responsabilidades y se indemnice debidamente a las familias de las víctimas», expresa cubano a Aleteia que prefiere no ser mencionado.
El recuerdo de una tragedia venezolana
Los venezolanos, por nuestra parte, no olvidamos la terca postura del entonces presidente Hugo Chávez ante lo que se conoce como «la tragedia de Vargas», estado litoraleño. Ese sitio sufrió el deslave más severo de que se tenga noticia en Venezuela y podría decirse que en el continente.
El número de muertos, de familias enlutadas, de heridos y damnificados no pudo con la prepotencia del mandatario. Él no se compadeció de tanto dolor, mientras advertía a los buques estadounidenses que permanecían repletos de ayuda en aguas internacionales, abstenerse de acercarse a las costas venezolanas porque «no hace falta la ayuda del imperio».
El humanismo debe estar por sobre las ideologías. Lo otro, es moralmente inaceptable. Y es lo que hoy recuerda la Iglesia de Matanzas, de toda la isla y todos los cubanos de buena voluntad.
Preguntas básicas
Los técnicos plantean preguntas obvias: ¿Por qué no funcionó el sistema de detección y actuación automático para garantizar el enfriamiento del tanque incendiado y los vecinos, que luego también resultaron siniestrados? ¿En qué estado estaban las bombas del Sistema Contra Incendios? ¿La reserva de agua y la cantidad de líquido espumógeno eran suficientes para extinguir un incendio de grandes proporciones como el que potencialmente podía producirse y finalmente se produjo?
La respuesta ha sido indirecta –según el columnista Alberto Méndez Castelló en CubaNet- «a través de medios oficiales autoridades cubanas han admitido la insuficiencia de las bombas y la carencia de agua para reducir la radiación térmica en los depósitos de petróleo que, al final, han colapsado».
Preguntas que se hace también el escritor cubano Luis Denner, residente en Noruega, del que recibimos un video que compartimos a continuación con los seguidores de Aleteia. Ahí un compatriota suyo le explica desde su humilde vivienda en la isla, de manera doméstica y sencilla, el protocolo más elemental que habría evitado la propagación del monumental incendio:
Una fotografía que rompe el alma
«Esto está avanzando, por minutos, desde un desastre industrial a una tragedia humanitaria. Es el otro fuego que tampoco se apaga», nos alerta una activista de derechos humanos desde Matanzas.
Javier Prada, docente y periodista independiente, escribe desde Cuba:
«La evidencia más clara de cuáles son las prioridades de este gobierno está en la imagen donde se ve a una enfermera con un trozo de cartón, abanicando la espalda quemada de uno de los bomberos. Esa fotografía rompe el alma».
Auxilio a comunidad internacional
No obstante, la cotidiana y en esta coyuntura dramática falta de recursos ante cualquier eventualidad, haría pensar que será solicitada y aceptada toda ayuda humanitaria. Dios lo permita. Voces principalmente eclesiales se han elevado, por encima de censuras y riesgos, a pedir abiertamente auxilio a la comunidad internacional. Por ejemplo, la valiente religiosa católica de las Hermanas de la Caridad, Sor Nadieska, quien ha impactado con sus escritos conciencias internas y externas. De ella nos ha llegado esta súplica:
La fuerza capilar de la Iglesia cubana
Consultamos a Dagoberto Valdés, reconocida y comprometida voz laica de la Iglesia cubana, quien describió la situación para Aleteia, desde Pinar del Río:
«La situación es desastrosa. Puede ser considerado el desastre más grande que hemos sufrido en los últimos tiempos. Tanto desde el punto de vista de la ecología como de los recursos para enfrentarlo. La iglesia es la organización no gubernamental con mayor presencia capilar en todo el país. Matanzas y todas las diócesis han estado enviando donaciones»
«Cáritas, ese gran servicio humanitario institucional de la Iglesia está organizando colectas, especialmente de medicamentos para quemados y material sanitario de todo tipo. En cada comunidad se ha convocado a la solidaridad con las víctimas del desastre de los tanques de petróleo de Matanzas», prosiguió.
«La Iglesia diocesana ha convocado también a jornadas de oración ante el Santísimo, al rezo de rosario. En todas las Eucaristías se ha orado intensamente por los cubanos en este momento. Es la Iglesia la que se encuentra canalizando toda la ayuda en las parroquias y la hace llegar a todas partes donde se la necesite. El respaldo es principalmente para Cáritas Matanzas, que tiene por delante este tremendo desafío», indicó.
Es un desastre inédito que aún no se ha calibrado en toda su dimensión, pero Valdés agrega sin dudarlo:
«Una vez que pase la primera emergencia, habrá que abordar la apertura de una investigación seria en cuanto a las causas que provocaron este desastre. Habrá que determinar cuáles eran las condiciones de esas instalaciones y si eran observadas las medidas preventivas obligatorias en este tipo de industria. La caridad no sólo es puntual sino que debe ser un llamado a la justicia y a la reparación de la justicia».
«Sostener los trabajos de búsqueda»
La catástrofe ha hecho reaccionar, de inmediato, tanto al papa Francisco como a la Secretaría de Estado vaticana. Han enviado mensajes de solidaridad y condolencias al pueblo cubano.
En ausencia del señor nuncio apostólico en Cuba, quien se encuentra fuera del país en misión, el encargado de negocios de la Nunciatura en La Habana, monseñor Przemyslaw A. Lewinski, hizo llegar un mensaje del secretario de Estado vaticano, cardenal Pietro Parolin, a monseñor Emilio Aranguren Echeverría, obispo de Holguín.
En el mensaje, a nombre del Papa, envía al pueblo cubano la seguridad de su cercanía y oraciones pidiendo al Señor fortaleza en estos momentos de dolor. También por «el sostenimiento de los trabajos de búsqueda». No hay que olvidar que unos 16 bomberos y otra persona más permanecen desaparecidos.
Creatividad a prueba de fuego
Para terminar, lo haremos con un mensaje de Denner. Se muestra la creatividad, la sensibilidad poética del cubano, la cual siempre combina con algo ligero y jocoso, aunque, en este caso, enmarcado en un episodio más del drama sin final del pueblo cubano: